México armó tremenda perreta al enterarse que había quedado fuera del Clásico Mundial de Béisbol.

El polémico sistema de desempate conocido como TQB (Team Quality Balance), que suma, resta, divide y mutiplica carreras anotadas y recibidas, más entradas completas jugadas, fue la base sobre la cual Italia y Venezuela jugarán el partido de desempate este lunes.

Fue una situación embarazosa la que se vivió por horas en el estadio Charros de Jalisco, en Guadalajara, tras la victoria de los mexicanos 11-9 sobre los venezolanos.
México celebró y cuando mejor estaba la fiesta, les quitaron el dulce de la boca y se lo dieron a Venezuela.

A los organizadores hay que criticarles la lentitud de un proceso establecido de antemano y que a todas luces, los ejecutivos de los equipos involucrados, tanto mexicanos, como venezolanos, no se tomaron el trabajo de aprenderlo y entenderlo.

El cumplimiento de la ley no exime de la obligación de su cumplimiento. Esa máxima del derecho en todo el mundo basta para desbaratar la protesta de México, que si ahora deberá buscar nuevamente el boleto al V Clásico Mundial de Béisbol, en el 2021, no puede achacarlo a las veleidades de las matemáticas.

Si México fue último del grupo D se debió, sobre todo, a que hizo muy mal las cosas sobre el terreno.

Primero se dejó arrebatar el juego ante Italia, a pesar de tener -- en el papel -- uno de los mejores cuerpos de relevistas de todo el certamen.

Luego fueron aplastados por la poderosa selección de Puerto Rico y a duras penas consiguieron su único triunfo ante la decepcionante Venezuela.

No le busquen la quinta pata al gato, ni apelen a la manida excusa de corrupción para favorecer a los grandes sobre los débiles.

La MLB no es la FIFA. Si acaso, hubo confusión en la definición y demora excesiva en el anuncio, pero hasta ahí.
Quizás los mexicanos se crearon expectativas demasiado altas tras los éxitos conseguidos en años recientes en las Series del Caribe, pero el nivel de los Clásicos es infinitamente superior al de la llamada Pequeña Serie Mundial Latinoamericana.

Adrián González, quien se esperaba fuera el motor ofensivo de la escuadra azteca, se fue de 12-1 (0.83), mientras que Roberto Osuna, Sergio Romo y Joakim Soria, tres de los mejores cerradores en Grandes Ligas en los últimos años, no pudieron detener las ofensivas rivales cuando más se les necesitó.

Ahí está la clave de la eliminación mexicana, como la estuvo en algunas decisiones tácticas del manager Edgar González, sacrificios de toque que debían hacerse y no se ejecutaron o sustituciones tardías de lanzadores que a todas luces no estaban haciendo el trabajo, que a la larga costaron carísimas.