¡Que se vayan!…Tal es la frase pronunciada de manera categórica por el reconocido narrador y comentarista Piti Rivera, toda una institución dentro de los medios radiales. Se le recuerda por constituir, junto al colega Roberto Pacheco, un dueto que narración sui géneris de altísima calidad en tiempos en que no existían las nuevas tecnologías y sus voces eran de las más autorizadas en las esferas deportivas, en especial, el beisbol.

Y esa voz –ya no tan lozana como en otras épocas pretéritas- se alzó con fuerza e indignación desde su nueva tribuna de “Panorama Deportivo” para denunciar lo que viene sucediendo en torno a nuestra pelota. Y es que la actuación de nuestra selección nacional en el torneo premundialista celebrado en Panamá, los sucesos de indisciplinas en el último juego desarrollado entre Matanzas y Artemisa en el que fueron expulsados siete jugadores de este último equipo, y los acontecimientos inconcebibles acaecidos en los dos partidos celebrados entre Granma y Las Tunas, en que se vieron involucrados los hermanos Alarcón (el picher y tercera bases, que no el estelar máscara tunero), han venido a desnudar y exponer de manera cruda el cuerpo enfermo de nuestro pasatiempo nacional.

Y sí, afirmo y reafirmo lo de cuerpo enfermo, pues quien no lo quiera ver así es porque necesita ser asistido urgentemente en el programa “Milagros” y someterse a una operación de corrección visual. Pero retornemos a las palabras de Piti Rivera, que fueron pronunciadas por la indignación que lo embargaba después de denunciar estos hechos, que son el colofón del trabajo inadecuado desarrollado por funcionarios ineptos que ya va siendo necesario abandonen sus puestos ante su labor estéril. Si las indisciplinas proliferan, no se aplican correctamente las medidas disciplinarias (es más, se toman selectivamente, favoreciendo a algunos y afectando a otros según sus visiones de doble rasero) y los resultados en las diferencias competencias son negativos, ¿para qué queremos esos directivos que no satisfacen nuestras expectativas?…!Que se vayan!, un clamor popular que esta vez nos llega inusualmente desde un medio en que habitualmente no se escuchan la críticas crudas contra directivos deportivos.

Y es que no estamos hablando de deportes cuyo peso específico en nuestra sociedad no es significativo, como pudieran ser el patinaje artístico o el futbol siete, los cuales no nos quitan el sueño si no clasifican para un evento mundial. Estamos hablando del beisbol: una modalidad deportiva que es carne de nuestra carne, oxígeno que nos alimenta, célula viva que conforma nuestro cuerpo, elemento importantísimo en la conformación de nuestra cubanía y parte indispensable del patrimonio cultural de Cuba. Por tanto, se hace necesario -¡se impone!- que se tomen medidas más agresivas y eficaces, como esos recursos heroicos a los que acude la medicina cuando un cáncer invade el cuerpo humano. Ya no valen las curitas ni las desinfecciones con mercuro cromo; se imponen medidas radicales… Y como los debates en la Asamblea Nacional ya están a ojos vistas, una buena señal de marchar por el camino correcto sería la democión de sus cargos de los máximos directivos de la Federación Cubana de Beisbol y su correspondiente Comisión. Sería un buen preludio a esos análisis que deberán poner en su lugar al desubicado deporte de todos los cubanos: el beisbol.

Mientras tanto, que se multiplique el clamor de Piti Rivera: ¡Que se vayan!