Por. Boris Luis Cabrera Acosta

Algunas personas me acusan de "incendiario" e inconforme; se molestan otros cuando hablo con la verdad en la mano porque creo es la única forma de espantar los demonios que atacan a nuestro pasatiempo nacional, porque la verdad quema.
La Liga Élite, esa que trato con todas mis fuerzas de que prenda en los aficionados, sigue dando tumbos como un borracho pestilente.
No sé cuántas veces he escuchado ya que "todo está garantizado", pero lo cierto es que los atletas continúan esperando los implementos necesarios para poder tener un mejor desempeño y para brindar un espectáculo decente.
Puedo decir con total conocimiento de causa que a esos muchachos no les han dado cintos, ni spikes, ni guantillas, ni muchas cosas más; y me pregunto si todo esto es un atraso de entrega de la Teammate o un problema de la Comisión Nacional que no se los puede garantizar.
Por otro lado, esos que salen todos los días bajo el sol abrasador de nuestro trópico a darnos alegrías, aún no han percibido su salario, que dicho sea de paso no es de élite ni diferenciado a pesar de todo lo que se ha escrito al respecto.
A eso hay que sumarle el cambio de sede a última hora de los partidos entre Portuarios y Cafetaleros, porque la provincia de Santiago de Cuba no pudo garantizar el hospedaje de los equipos, lo que provocó el traslado a Holguin, donde a pesar de la buena voluntad de su gente para que no se detuviera el torneo, no han podido brindarle un desayuno con calidad, tema que mejor ni toco en este comentario.
Hay otros aspectos que han frenado el despegue de esta liga, como el cambio de horario repentino de dos de los tres desafíos del domingo que conspiró contra la presencia de público en los estadios, y otros detalles de diseño y comunicación en nuestros medios televisivos y redes sociales que no están a la altura de un campeonato como este.
El éxito de esta liga está en el trabajo de todos. Es tarea compleja, pero hay que meterle "bomba", hay que amar este deporte al máximo y respetar a atletas y aficionados para que esto fluya, de lo contrario el calendario pasará bajo una lluvia de críticas y burlas, y jamás prenderá en las masas, que es uno de los objetivos fundamentales desde su concepción.