Los eternos detractores de Víctor Mesa y de la actuación de los Cocodrilos de Matanzas buscan cualquier pretexto para demostrar deseos y cualidades hipercríticas, y en los últimos días quedaron al desnudo en los momentos en que los yumurinos perdieron varios encuentros.

Sin tener en cuenta que es esta una etapa más equilibrada en cuanto a poderío y calidad de los equipos que participan, arremetieron contra ambos.

No hubo comentario alguno en prensa plana, radial y televisiva, en los que no faltara el parlamento –anunciado sobre todo en medios nacionales–, de que ‘en algún momento el seleccionado tenía que pasar por malos momentos al descender su curva de rendimiento’. Acaso pesaban los 42 éxitos y solo tres fracasos en la primera etapa.

Los otros equipos llamados favoritos tuvieron idéntica posibilidad de semejante actuación. ¿De quien es la culpa de no haberlo hecho? ¿De los Cocodrilos matanceros? Tal parece que sí, debido a impacto y efecto. Pero nada más lejos de ello.

Hay quienes se atrevieron más, al decir que la ‘ausencia de Víctor Mesa al mando del conjunto pudiera ser la causa del mal momento por el que atraviesan los Cocodrilos de Matanzas, a sabiendas de que la Explosión Naranja en ningún momento abandonó a sus muchachos, ni se sentó en su hogar para ver los toros desde las barreras. ¿Había intención de mala fe, o fue un simple comentario?

Lo cierto es que, incluso, cuando el equipo demostró tener fuerza para erguirse y seguir adelante en la batalla a golpe de victorias ante cualquier rival, como el par de éxitos ante Ciego de Ávila, entonces se reflejaban tales resultados, pero siempre con una muletilla: ‘a pesar de los malos momentos por los que atraviesan los Cocodrilos, estos vencieron ayer a…’

Por estos días afloran en medios nacionales importantes títulos dedicados a equipos y peloteros, pero muy escasas veces a quienes se lo ganan a fuerza de entrega en el terreno, como el Matanzas. Hemos visto como, con anterioridad, en la primera etapa, mientras crecían los triunfos rojiamarillos hubo páginas deportivas dedicadas a otros hechos o momentos, alejados por completo de la actual SNB. También, ¿pura casualidad?

Quienes a diario consumimos neuronas en esta profesión, todavía nos preguntamos si el vocablo de ‘ridículas’ victorias del conjunto yumurino fue en realidad una metáfora o la doble intención para que se interpretara de forma que doliera en el ánimo de los seguidores locales, como así fue, con las consiguientes protestas de toda índole.

Es que lastiman los triunfos de una novena que siete años atrás ni siquiera por casualidad aparecía en TV porque calidad y resultados dejaban mucho que desear, y luego se demostró que se debía a numerosos factores, porque madera (talento) había.

Como manifiesta el refrán, aquellos vientos trajeron las actuales tempestades, porque fueron tales atletas los que, dirigidos por Víctor Mesa, con apoyo de un buen elenco de especialistas de todo tipo, levantaron su autoestima, aprendieron a ganar y merecieron el derecho a salir por el ‘vidrio’.

También, junto a los demás elencos, llenaron estadios, así como discutieron dos títulos, conquistaron tres copas de bronce e hicieron que el béisbol cubano, a pesar de ser sometido al asedio de comerciantes y traficantes desde adentro y fuera del país, escalara en atracción y emociones.

Tal parece que no perdonan a VM32 ese hacer u aporte durante tantos años, y solo quieran reconocerles sus méritos como peloteros. No sería nada descabellado pensar que algunos deseen que Víctor Mesa abandone a sus Cocodrilos, que no aspire más a ganar un galardón, o representar a Cuba.

Su huella perdurará aún más por la presencia de sus dos hijos, que de seguro mejorarán su obra, que ya es magnífica. Pero no lo lograrán, ni aunque esto, que algún día llegará, ocurra en estos instantes, porque, como él mismo dijo, “seré asesor de estos equipos y de las nuevas generaciones”, y en ese noble empeño también estará el hacer formador de lo que es un verdadero mentor que, como humano al fin, tampoco es perfecto.