La presión de los Cocodrilos se fue detrás de Víctor Mesa, cruzó el puente de Bacunayagua, y ahora respira en el Coloso del Cerro
Foto: Ismael Francisco
Por Boris Luis Cabrera.

No me parece que sean cuervos criados que sacan ojos, ni gatos traicioneros que arañan a su dueño, son Cocodrilos matanceros heridos en su orgullo, abandonados en un fango asqueroso a la buena de dios, los que han atacado esta noche a su ¨creador¨ con el hambre que da la venganza y la soberbia.




En sus predios, ante una multitud de 10 000 testigos eufóricos, los leones azules de la capital cayeron 7 carreras por 0, y sin dudas, a Víctor Mesa se le retuerce el hígado y la arrogancia, al ser aplastado y humillado por su antigua hueste renegada.

Irandy Castro se plantó como todo un estelar en la lomita, y movido por fuerzas misteriosas dominó a su antojo al conjunto azul durante 9 entradas, completando la primera lechada de su carrera de 14 años.

La mejor carta de los Industriales, Frank Monthie, fue un digno rival, con la fuerza de la experiencia y la pericia, mantuvo la barda cerrada de los voraces reptiles, pero el picheo de segunda línea no pudo hacer su trabajo y fue vapuleado en la novena entrada, ante el asombro de todos.




Víctor Figueroa, el timonel de los matanceros, oculto detrás de una cara ecuánime, dejó un mensaje claro para los fanáticos de la Atenas de Cuba: La presión se fue detrás de Víctor Mesa, cruzó el puente de Bacunayagua, y ahora respira en el Coloso del Cerro, bien lejos del color rojo y amarillo que llevan sus pupilos.

Por supuesto que no fue un partido de campeonato, no había clasificación alguna en juego, ni mucho menos marcas que romper, pero la noche de hoy era muy importante para todos los matanceros. ¨La venganza es un plato que se come frio¨, reza un viejo refrán italiano, y mientras Víctor se marcha cabizbajo por túneles oscuros, la inconciencia tiembla.