Para cualquier persona o atleta compartir directamente con su paradigma deportivo es un privilegio de altos quilates. Así como yo lo hice en una ocasión con el lanzador zurdo industrialista Pablo Miguel Abreu, puede jactarse el serpentinero capitalino Ernesto Noris de haber estado bajo las órdenes del ex big leaguers Barry Larkin, multilaureado en la Gran Carpa durante su trayectoría íntegra con los Rojos de Cincinnati, cuando comandó la selección nacional de Brasil en el III Clásico Mundial. No se asombre, Noris, el mismo que lanzó 10 temporadas con Industriales mayormente como relevista y alcanzó 28 triunfos, con 21 reveses y 10 juegos salvados, está radicado en el Gigante Sudamericano desde finales de 2001.

Nació el 24 de noviembre de 1972 en Guanajay, pero se crió en el Henequen, Mariel, hasta los 11 años que se muda para San Agustín, La Lisa. Su padre era militar y trabajaba de Jefe de una Unidad Militar en Mariel y posteriormente se gana una casa en San Agustín. Hoy frisa los 44 años y parece seguir los pasos de su compatriota pinareño Remigio Leal, quien con más de 50 años se le ve activo en la Liga Francesa y con la selección nacional de España. Entrena por estos días con su plantel de Marilia, perteneciente al raro circuito brasileño, pero hay algo en el futuro cercano que le quita el sueño. El hecho de participar en el Pre Clásico de septiembre, evento que si gana su conjunto le aportaría su segundo boleto a un Clásico Mundial, ambos con Brasil.

Sobre sus inicios nos dice que “jugaba desde los tres años de edad, mi abuelo era entrenador del equipo del Henequen y tú sabes, bates y guantes cerca de un niño, uno termina siendo pelotero. Cuando me mudé para la Lisa, entré en la Pre EIDE Camilo Cienfuegos, con los profesores Carlos Lois y José Bravo, alias Papito el Quemao. Después entré a la EIDE Mártires de Barbados, luego a la ESPA Manuel Permuy y de ahí para los Industriales en 1990 hasta el 2001”.

Puedes presumir de haber integrado un equipo Cuba juvenil en las categorías inferiores.

“Fue en 1988 a México. Estaban Eduardo Paret, Rey Issac, Navajita González, Junior Zans, Eduardo Valdés y otros. En ese evento gané dos juegos y le lancé como relevo a México, Brasil y Guatemala. No estábamos acostumbrados al frío con lluvia y no calentábamos muy bien y demorábamos para entrar en juego, siempre después del cuarto o quinto innings es que nos poníamos las pilas. En la inauguración todos los equipos nos pasaban por el lado provocándonos. Hubo varias discusiones con los mexicanos, el manager era americano y muy pesado, odiaba a los cubanos. Pero antes conformé un equipo 13-14 años a Guatemala, que en definitiva no viajó. Mientras que en los juveniles estuve lesionado.

Me dijiste que en 1990 es que pruebas el sabor de las Series Nacionales, con 18 años.

“Debuté con Industriales en la temporada de 1990-91, pero mi primera salida fue en 1992 contra los Metros. Con René Arocha, Euclides Rojas, Leonardo Tamayo, Iván Álvarez, El Duque, Osvaldo Fernández, El Queso González y otros, no había chance. Mi primer manager fue Juan “Coco” Gómez y con Trigoura debuté en el box. Mayormente era relevista, me gustaba más porque siempre venía con corredores y eso era un desafío para mí, desde pequeño siempre hice lo mismo, tenía el brazo fuerte y podía lanzar varios días seguidos. Además, era muy fanático de Euclides Rojas, mi ídolo.

“Casi todos fueron buenos momentos. Mi vida fue esa: en los momentos que perdíamos un campeonato era una locura, en los que ganábamos, lo mejor del mundo. Los trabajos que pasamos viajando, las guaguas rotas, la comida fría, no sé si vas a entender eso. Hoy recordando esos tiempos, puedo decir que viví mis mejores años en Industriales. También los títulos del 92 y 96, que fui uno de los protagonistas. Era una bella familia con Medina, Coco Gómez, Batista, Ezequiel y mis compañeros, todos éramos como hermanos.

“La derrota de 1994 en Villa Clara me dolió mucho, porque fuimos dejados en el campo y eso no pasaba a menudo.

Y cuando Padilla tuvo el accidente, unos días después que Pinar del Río nos ganó también, fue muy triste para mí”.

En aquellos años era muy frecuente que el campéon de Cuba asistiera a un torneo en México.

“Yo asistí a dos. Fueron muy buenos y tensos a la vez, porque siempre llegábamos como favoritos y la presión era grande en ese tiempo. No se quedaba casi nadie y cada vez que nosotros salíamos eran tres, eran cinco las bajas y uno era vigilado todo el tiempo, no podía relajar ni fuera del terreno, pero ganamos uno y perdimos otro y tuve bastante participación en las dos ediciones que participé”.

Me comentabas que en 1996 mereciste estar en un equipo Cuba…

“En 1996 yo merecía estar creo, porque tenía edad para un equipo de menores de 25 años que fue para Holanda y misteriosamente no estábamos en ese conjunto yo y Alexander Quintero de Cienfuegos. Jova era el director y ni él sabía nada al respecto, pero bueno, era así en ese tiempo”.

Te retiras del béisbol cubano muy pronto, sin cumplir los 30 años siquiera…

“Es que yo tenía una invitación para ir a Brasil desde el 2000 y esperé un año más para ver si tenía otra temporada buena y la tuve. Nada, decidí venir para experimentar otros caminos y con 41 años fui a un Clásico Mundial y con 44 tal vez vaya al otro”.

Antes que profundices en ese punto, ¿cómo logras establecerte en Brasil?

“Un amigo brasileño que había ido a Cuba dos veces a pasear me invitó para conocer el país de él, pues yo era muy fanático de Brasil y él me dijo que me iba a invitar, pero yo no le creí. Tres años después llegó la carta de invitación a mi casa, yo estaba jugando en Sancti Spíritus y cuando llegué a mi hogar, veo al cartero y no sabía de qué se trataba, hasta que abrí la carta.

bnoris“Ese amigo fue alumno de Guillermo Carmona en Brasil, cuando él trabajó aquí y Carmona era mi vecino y ese muchacho fue a pasear a casa de Guillermo y yo era el que lo llevaba a dar las vueltas y a entrenar, porque Carmona estaba en Italia en esos días. Llegué el 17 de noviembre de 2001.

“Comencé a trabajar en el béisbol en 2002 con niños y jugaba en los torneos de mayores hasta hoy, que me mantengo en el club de Marilia, donde me inicié, aunque transité por Atibaia Dragons y Anhanguera. Fui entrenador de los lanzadores del equipo nacional durante cuatro años y después recibí una invitación del presidente de la Federacion brasileña Jorge Otsuka para jugar el Pre Clásico en Panamá en 2012, en el cual clasificamos para el evento principal en 2013. En Panamá gané el primer juego como relevo y hoy estoy entrenando para ir a New York al clasificatorio al Clásico en septiembre, nuevamente con Larkin como director, y participando con los niños de los campeonatos 9-10 y 11-12 años, que somos los actuales campeones nacionales”.

¿El Pre Clásico y el Clásico son los únicos eventos internacionales que has jugado por Brasil?

“Como jugador sí, porque no soy naturalizado brasileño, necesito pasaporte brasileño para poder jugar los otros torneos y nunca quice tener ese pasaporte”.

Que curioso, ¿por qué?

“Intenté para los Juegos Panamericanos de Rio en 2007, pero en Cuba los papeles tenías que sacarlos personalmente y era bien complicado y acabé desistiendo y fui como entrenador a ese evento”.

Pero sí habías estado como entrenador en la selección nacional brasileña…

“Ya había ido a Cuba al Preolímpico en 2006, después en 2007 a los Juegos del ALBA en Venezuela y después a los Juegos Panamericanos de Río de Janeiro, algo increíble, pues me encontré con mucha gente que estuvieron conmigo en la EIDE y en la ESPA. Convivía más con los cubanos que con la delegacion brasileña, con Urgellés, Malleta, Elosegui, Anglada, Víctor Mesa, Chapman, Céspedes, Lazo, Paret, Pestano, Jonder, todos mis amigos. Todos los días estaba en el cuarto con ellos, fue muy bueno y extraño a la vez. Ellos me veían como un cubano más y eso es muy estimulante”.

Tengo entendido que hay otros cubanos contigo allá…

“Están Juan Carlos Muñiz, Irait Chirino, Jesús Madruga, Ángel Luis Cobas y su hermano Ángelo, que jugaron en Guantánamo”.

Háblame de tu participación en el Clásico y de tu salida ante Cuba…

“Eso es lo máximo, enfrentarte a los grandes del mundo no tiene precio, pero eso es lo que desafía a uno, que no tiene nada que perder y muchísimo que ganar, pues yo era uno más y esos panameños llenos de Grandes Ligas, los colombianos, japoneses, cubanos, no había refresco y tienes que sacar la experiencia. Yo lancé contra todos lo más difíciles. Cuando enfrenté a Cuba existieron un poco de sentimientos mezclados”. (David Díaz)