Los Cocodrilos de Matanzas se sacudieron el polvo de dos derrotas consecutivas en el comienzo de la gran final del béisbol cubano y se rebelaron ante sus verdugos, para vencerlos 3-1 y seguir aferrados a la corona alcanzada en la campaña pasada.

La tropa de Armando Ferrer mantuvo así sus esperanzas de revalidar su título y como hizo con sus adversarios tuneros, en el cruce semifinal, ganó el tercer partido después de sucumbir en los dos primeros, cuando las esperanzas de muchos de sus fieles se evaporaban en el aire.

El matancero Renner Rivero, por primera vez en su carrera, abriendo un partido en una final nacional, se presentó totalmente descontrolado al regalar tres boletos y propinar la misma cantidad de pelotazos en apenas 2.1 entradas y tuvo que abandonar el montículo. Pero par de doble plays de su defensa y un relevo efectivo del zurdo Naykel Cruz con los ángulos congestionados, mantuvieron quietos a los caballos orientales en el primer tercio del partido.

Pocos minutos pasaron para que los yumurinos, motivados por ese “scone” de leyenda, cayeran sobre los envíos del diestro César García. Eduardo Blanco conectó su primer imparable de esta final, Yadir Mujica lo imitó, y Ariel Sánchez sonó cohete para su mano para remolcar la primera anotación de este crucial duelo.

Cerrando el cuarto episodio los actuales campeones nacionales combinaron una base por bolas con un error de la defensa y tres sencillos -entre ellos, uno impulsador de Mujica- para fabricar dos rayitas más y sacar del box a García, un lanzador que apenas había permitido una carrera limpia en 15.1 entradas en esta postemporada antes de este pleito, y que también había hecho su primera apertura en un partido de playoffs final.

Suficientes fueron esas anotaciones para que el relevista Cruz, a pesar de soportar un bambinazo de Roel Santos en el séptimo inning, se acreditara la victoria después de trabajar seis entradas y dos tercios con una efectividad tremenda, al punto de tolerar apenas, cuatro incogibles, mientras ponchaba a seis contrarios y concedía solo una base por bolas con 106 lanzamientos para el plato.