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Foros / Serie Nacional de Béisbol

A solas con Higinio Vélez...

A solas con Higinio Vélez... Creado por Boris Manuel Fernandez Avm (Experto, Mensajes: 18038)
2 de enero de 2021 a las 06:33 AM CST
Por: Rudens Tembrás Arcia
(jit@inder.cu)

La Habana.- CONOCÍ a Higinio Vélez hace muchos años, gracias a la magia de la televisión. Caminaba de un lado al otro del dugout, sin cesar. Lucía sereno, sabio, consciente, “tocado” por la virtud de ganar. Podía “explotar”, lo hacía, pero la cordura terminaba por imponerse. Manejaba equipos plagados de estrellas y recibía elogios, muchos más que las críticas siempre presentes en la vida de quienes obran delante de los reflectores.

Aquellas escenas acabaron hace más de una década. Higinio dejó los banquillos y asumió tareas de dirección que se extienden hasta nuestros días. Primero encabezó la Dirección Nacional de Béisbol, luego y hasta hoy la federación cubana. También funge como vicepresidente de la confederación panamericana.

Su vida pasó de los diamantes, de los secretos del antiquísimo juego, al complejo tablero en que se organiza la pelota cubana. Ha cosechado éxitos y cometido errores, no lo niega. Y explica mejor que muchos las variables que han definido los derroteros del béisbol cubano en el tránsito de un siglo a otro.

Andar en el ojo del “huracán” y cargar “culpas” que varias veces le rebasaron han sido su día a día, ante lo cual posee una coraza emocional forjada en la disciplina y el trabajo.

No gusta de las entrevistas, pero ha prometido el testimonio de su vida a varios periodistas cubanos y cumplirá. Lo hizo con JIT hace algunas semanas, a poco de iniciarse la 60 Serie Nacional. El diálogo de casi dos horas no se reduce a estas líneas y verá la luz íntegramente más adelante. Eso sí, en su memoria hay “gavetas clausuradas”… Hechos, pasajes, trances, pactos que se llevará a la tumba.

Su oficina, en el Estadio Latinoamericano, reluce de blanco. No hay lujos, ni siquiera muestras de su amplia vitrina de premios. Todo lo preside una gran fotografía de un Fidel sonriente, elegante y listo para lanzar… Eso dice mucho de su ideología.

Nació el 27 de julio de 1946, en la antigua provincia Oriente. Su pueblo, Dulce Nombre, pertenece a Songo La Maya. De origen campesino, descubrió el béisbol gracias a su padre Juan Walberto, quien jugaba en el barrio los fines de semana.

Desde pequeño mostró habilidades en el campo corto y muchos lo consideraron el mejor del municipio. Hizo la selección regional y motivó tanto a su papá que este construyó un terreno ante la casa. Aprendió de todo en el campo, para ayudar a la familia, pero también le exigieron estudiar. De hecho, para ir a la pelota debía cumplir con ambas tareas.

Por ese camino, en 1966 fue elegido para la selecta Escuela Superior de Educación Física (Esef), existente en la capital. Integró la tercera generación junto a distinguidos como Jorge Fuentes, Carlos Martí, Rodolfo Puentes, Charles Díaz y otros.

«Me costó trabajo. Era un guajirito. Venía y me iba por mis propios medios. Teníamos un solo pase al final del curso. El régimen era militar. Íbamos a la caña y al llamado Cordón de La Habana. Aprendimos mucho, de todos los deportes, pero existía la especialización y tomé el béisbol, lógicamente», recuerda.

«Juan Ealo era el jefe de cátedra y los profesores René Massip, Nelson Cielo, Juan Vistuel, Lago y varios alumnos ayudantes. Era muy activo y desarrollé relaciones con aquellas personas», explicó sobre la antesala de un giro decisivo en su vida.

Al lanzarse la convocatoria para el equipo Fajardo, que actuaba en el torneo provincial habanero, Vélez evaluó el panorama y decidió buscar un puesto como lanzador, pues en el short stop y el center field había constelaciones de estrellas. Le salió bien y pasó dos campañas como relevista.

Sin embargo… «Al tercer año, en la primera formación, Ealo me mandó a salir y quedé sorprendido, pues lo hacía bien, con mucha disciplina e incluso era el jefe de grupo. Pregunté y me dijo, ante todos, que desde aquel momento era el mánager, pues Massip había salido a dirigir Camagüey en la serie nacional».

Graduado en 1970, llegó a Santiago y lo designaron auxiliar de Roberto Ledo en el famoso equipo Mineros que triunfó en 27 choques seguidos. Asumió como preparador físico y coach de primera. Ahí comenzó otra escuela.

«Roberto marcó mi vida. Y para no ser absoluto, diría que figura entre los tres mejores directores de nuestra historia. Inspiraba respeto, era una institución. Se fajaba en una cuarta de tierra, pero enseñaba, protegía, señalaba en privado. Creía firmemente que nada debía manchar a un mánager. Era un estratega y conformó un gran colectivo de entrenadores, cualquiera de los cuales se acercaba y daba un criterio con fuerza. Los jugadores sabían de aquella comunicación y sentían gran confianza», narra.

Por aquellos años, Higinio comandó al equipo Mineros que se impuso en el primer torneo infantil en tiempos de Revolución, disputado en Isla de la Juventud. Luego pasó a los juveniles y también se proclamó campeón en lid celebrada en Villa Clara. Se acercaba la etapa en que, luego de la nueva división político-administrativa, alternaría como comisionado provincial, director en la Espa y del elenco indómito en el clásico nacional.

Ahí emprendió un camino harto conocido, que le llevaría a la gloria en cuatro series nacionales (1989, 1999, 2000 y 2001); tres selectivas (1987, 1992, 1995) y las copas Revolución de 1996 y 1997. Súmele también varios triunfos en el Juego de las Estrellas. Cada campaña de esas tiene su propia historia.

El equipo Cuba tocó a su puerta en 1987, con la encomienda de buscar en Indianápolis un nuevo título panamericano. «Venía de ganar la Selectiva y de hacer un buen papel con Santiago. Me seleccionaron, amargamente… Caí en una “trampa”. Seguía siendo un guajirito cuando llegué al team Cuba. Pensaba que todo era sano y querían ayudarme. Cometí errores al armar el colectivo técnico, pues acepté a personas que aspiraban a mi puesto. Eso lo supe después.

»Durante la justa indicaron cosas absurdas a mis espaldas, como que Juan Castro tocara la bola con ventaja de ocho carreras, cambios de lanzadores y otras por las que respondí públicamente. Eso me marcó. Al regreso fui sustituido, aunque ganamos el oro en un partido increíble, extraordinario, en el cual me dejaron prácticamente solo. Recuerdo que salí y llamé a Omar Ajete, quien para entonces era un novato. Me dio la idea y él lanzó el relevo de su vida ante los americanos».

Aquel pasaje no se borraría jamás: «La huella principal tuvo que ver con los conceptos para crear un colectivo de dirección. En mi caso se apresuraron al nombrarme, fruto quizás del embullo por haber obtenido un campeonato y sin tomar en cuenta que a veces ganar no es más que un golpe de suerte».

Por eso, al retomar las riendas del plantel nacional en 2001, le dijo a parte de aquellos entrenadores: «Ya no soy el guajirito del 87. Ustedes saben lo que pasé. Ustedes estaban, siguieron y yo debí marcharme. Ahora regresé. Aquí ni la A, ni la B, ni la Z sin que yo lo sepa y apruebe. Si conviene se quedan, si no las puertas están abiertas y seguimos siendo amigos».

II

A pesar de ganar tantas veces en Cuba y a nivel internacional, Higinio Vélez cree en el factor suerte y sabe que más de una vez le acompañó en los terrenos. Nunca se encomendó a eso, por supuesto, porque su filosofía se sustenta en la experiencia, la disciplina, el trabajo colectivo, la ciencia.

«Hay directores a los cuales se le dan las jugadas, los partidos, los campeonatos. A otros no. Yo tuve suerte, pero a partir de tres aspectos esenciales: un buen colectivo técnico, un buen equipo y la confianza mutua con atletas y entrenadores. Creían en mí, los tenía en cuenta y sabían que podía llevarlos por el camino correcto y hacerlos campeones», asegura.

«En todas las novenas hay buenas y malas personas, religiosos, creyentes, etc… Si no aúnas todo eso, sobre la base del carácter y la responsabilidad, no hay resultados positivos posibles.

»Una vez, en Santiago, sorprendí a un entrenador de pitcheo diciéndole a un atleta: ¡Si Higinio se entera de lo que hiciste! Interrumpí aquello, separé al profesor del equipo y al lanzador le dije que su falta la pagaría sobre el box, porque le tocaba. Si te ocultan lo que sucede, si no se actúa como corresponde en tu ausencia, y si no te opinan con sinceridad, entonces no posees un buen colectivo de dirección», considera.

Le pedimos que contara el sentido de caminar todo el tiempo en los partidos: «Siempre lo hice, en Cuba, afuera y durante los entrenamientos. Tenía total vivencia del juego, liberaba tensiones, observaba, oía y controlaba todo los nueve innings. Lograba que ningún jugador estuviera “fuera” del choque. Les pedía opiniones sobre situaciones que se daban y los preparaba para ingresar. No critico otras rutinas, pero sí las indisciplinas y entretenimientos en el dugout».

Su filosofía para manejar a tantas luminarias juntas ilustra de veras: «Resulta fácil cuando aprecian en ti a un líder y sienten que resolverás los problemas. Los atletas se comunican entre sí, sobre todo las estrellas, y crean una opinión sobre el director. Por eso la importancia del ejemplo y de actuar como mánager todo el tiempo, dentro y fuera del campo».

Contrario a nuestra apreciación inicial, el 39 se considera un director dado a discutir con los árbitros… «Lo hacía bastante. Era polémico. No existía el replay y los atletas debían sentirse respaldados. Veía una injusticia y salía. Por eso la importancia de conocer las reglas, para evitar papelazos ante los jueces, el público y los propios jugadores.

»Una vez, al principio, salí a hacer una pregunta al árbitro y me dijo rampante: esto no es para aprender, el curso ya se dio. Aquello me marcó. En otra ocasión, un gran referee se equivocó en segunda base por “dos metros”. No había terminado de cantar el out y ya yo estaba allí. Igual me paralizó diciendo: tú y yo sabemos que me equivoqué, pero es una jugada de apreciación y no puedo virarla. Dime lo que quieras sin gesticular, de lo contrario te boto. En esencia: hay que saber discutir», admitió.

Vélez no se arrepiente de su enérgica protesta en el I Clásico Mundial, en 2006… «Hasta ver el video todos me daban la razón. Paret pasó con tiempo sobre la base y eso en Cuba era out de oficio. Al final, el árbitro estaba en lo cierto, pero se dio una actitud muy arrogante allí, pues me expulsó el oficial de primera base, que hablaba español y no debía hacerlo. Aquello me afectó. Era el Clásico y a muchas personas les pareció mal mi actitud. Sin embargo, no había replay, Paret y Gurriel se quedaron tiesos, asustados, y alguien tenía que defenderlos».

Higinio sostiene que en los años 90 del pasado siglo se jugó el mejor béisbol de la era revolucionaria. Resalta la calidad de atletas y elencos, la entrega total en el terreno, el amor por las cuatro letras y la pasión de los aficionados. Cancelar las series selectivas constituyó «un error que todavía estamos pagando, sobre todo a nivel internacional».

Estuvo cerca de imponerse en cuatro temporadas seguidas, tras las coronas en 1999, 2000 y 2001… «Con aquella “Aplanadora” podíamos haber ganado cuatro o cinco campeonatos, pero en 2002 se combinaron varios factores y no pudimos. Uno de aquellos fue mi designación al frente del equipo Cuba en 2001. Eso cambia las cosas. Jugadores y técnicos se ven con opciones de acompañarte, y si no los llamas se sienten mal. Por eso defiendo que el mánager del Cuba esté fuera de la serie nacional».

Los detalles alrededor del nombramiento en 2001 conmueven: «Me llamaron una noche. Al otro día me montaron en el primer avión de Santiago a La Habana. Me llevaron a un lugar y me informaron de la tarea. Se trataba de un mandato de Fidel y acepté. Además, quería demostrar que podía resolver el problema».

Acababa de perderse la final olímpica de Sídney 2000 y venía la copa del mundo en Taichung. «Cumplimos la preparación más larga que recuerde: cinco meses. Y cuando íbamos a hacer el equipo no dejaban incluir a Ulacia, Pacheco, Linares, Germán y Kindelán. Me puse de pie y renuncié. Dije que si ellos habían perdido la olimpiada, aquel debió ser el momento de excluirlos, no ahora tras meses de preparación y habiéndose ganado el puesto. Estuvimos una semana discutiendo, pero al final entraron».

Lo emocionante ocurrió en Taipéi de China, al llegar, en una habitación de hotel… «Los cinco me llamaron, sabían todo lo sucedido, agradecieron mi posición y aseguraron que aquello estaba ganado. Así fue. Ulacia, incluso, pidió batear suelto».

Ese éxito marcó el final de una generación y la entrada a un tiempo convulso, pues varios sustitutos naturales y algunas figuras establecidas emigraron o cometieron indisciplinas. También se estremeció el colectivo de dirección.

«A todo eso nos enfrentamos, pero ningún evento se perdió y empezamos a consolidar el núcleo de peloteros que ganaría los Panamericanos de Santo Domingo 2003, los Olímpicos de Atenas 2004, las copas del mundo de Cuba 2003 y Holanda 2005; y el segundo lugar en el I Clásico Mundial, en 2006.

»La clave estuvo en la unidad, la afinidad, la credibilidad, la preparación y un deseo tremendo de triunfar. No teníamos una constelación de estrellas y alguna que otra vez nos acompañó la suerte. ¿Ejemplos? Australia nos quitó a Japón de encima en Atenas; y el cuarto bate de Panamá no cogió el pelotazo en nuestro debut en el I Clásico», ilustró.

Su testimonio sobre lo vivido aquel marzo de 2006 no cabe en estas líneas. Solo decir que al regreso de tanta gloria «me fui a Santiago, a criar pollos. Nombraron a otro director para los Centrocaribes de Cartagena y nunca me dieron razones. El tiempo pasó y en 2007 se repitió la historia… El teléfono sonó en la noche y al otro día estaba volando hacia La Habana. Me confiaron la Dirección Nacional de Béisbol hasta 2014 y poco después la federación cubana.

»No pedí esos cargos, los he desempeñado con entrega total y un apoyo inmenso de mi familia, sin la cual habría sido imposible. Cuando acabe me jubilaré y seguiré aportando mis experiencias y conocimientos. Pero no, ya no vuelvo a los banquillos. Ese tiempo pasó», confesó.
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A solas con Higinio Vélez...El Niche De 15 (Experto, Mensajes: 405)
2 de enero de 2021 a las 05:22 PM CST
que bolero asere consorte monina bongo, el que mas daño a hecho es la rata, y no solo al beisbol a todo un pueblo

¿Cómo sería hoy Cuba de no haber nacido Fidel Castro?
'Habría hoy un trasiego tal entre Miami y La Habana que quizás estarían proyectando la construcción de un puente entre Cayo Hueso y algún punto cercano a La Habana.'

Soñar despierto es muy útil. Nos revela cosas formidables que no habíamos pensado. En este aniversario 62 de la pesadilla castrista, no hice un análisis del castrismo, sino que invito a soñar despiertos y juntos responder una pregunta que todo cubano sin daño antropológico se ha hecho más de una vez. ¿Cómo sería hoy Cuba de no haber nacido Fidel Castro?

Para empezar, el 26 de julio de 1953 no habría habido ataque al cuartel Moncada. Aquello ocurrió porque Fidel, ya convencido de que por la vía de las urnas nunca podría llegar a ser presidente de la República (jamás ganó unas elecciones ni cuando era estudiante universitario), se lanzó por la fuerza de las armas, única vía posible para él.

Difícilmente a ningún otro antibatistiano se le habría ocurrido organizar aquel sangriento desastre y tan tempranamente. El régimen de Fulgencio Batista aún no reprimía en gran escala. No había todavía un odio masivo de los cubanos al Ejército (que hubo después) como para lanzar 135 hombres armados disfrazados de militares para matar soldados de madrugada mientras dormían.

Sin Moncada, ni Sierra Maestra, ni Playa Girón

Sin asalto al Moncada no habría tenido lugar el juicio que le sirvió a Castro para lanzar su populista programa político. Ni habría habido un Movimiento 26 de Julio que con bombas mataba civiles inocentes. Ni desembarco del yate Granma, ni alzamiento en la Sierra Maestra, ni Playa Girón, ni Crisis de los Misiles.

El mediocre Raúl Castro, o los nada persuasivos ni carismáticos Juan Almeida, Ramiro Valdés o Machado Ventura no habrían sido capaces de hacer lo que hizo Fidel Castro con su habilidad para convencer, hipnotizar y embaucar a la gente. El estalinista argentino Ernesto Guevara habría seguido dando tumbos por Latinoamérica y no existiría ni su tramposo mito, ni su foto ícono de la izquierda mundial. Y Camilo Cienfuegos quizás habría encaminado su vida en EEUU, a donde se fue a vivir en marzo de 1956.

Luego del embargo de armas decretado por Washington en marzo de 1958 y la creciente presión popular, tal vez de los guerrilleros del Escambray, de los sectores políticos cubanos, y de EEUU, Batista igualmente se habría ido de Cuba, más temprano que tarde, con millones de dólares a cuesta.

Habría sido elegido como presidente algún candidato de los partidos políticos que no habían apoyado a la dictadura, o de un nuevo partido surgido de la lucha por restablecer la democracia. Millo Ochoa, dirigente del Partido Ortodoxo, dijo que antes del golpe militar de 1952 habían decidido llevar como candidato presidencial en 1956 al senador avileño y empresario Gerardo Vázquez Alvarado.

Es decir, probablemente en 1959, o en 1960, habría sido electo el noveno presidente cubano en las urnas (luego de Estrada Palma, Gómez, Menocal, Zayas, Machado, el propio Batista, Grau y Prío). Con el restablecimiento de la democracia se habría dado un impulso adicional al proceso de desarrollo económico y social que tenía lugar en los años 50, periodo en el que Cuba experimentó posiblemente la mayor expansión económica y constructiva de toda la historia republicana.

Sin "revolución" comunista la Isla no habría perdido tanto capital humano con la emigración de dos millones de ciudadanos, incluyendo ingenieros, profesores, médicos, arquitectos, economistas, tecnólogos, científicos, artistas, intelectuales y hombres de negocios con un valiosísimo know-how multifacético.

Sin Castro I Cuba tendría hoy unos 17 o 18 millones de habitantes. Chile tenía en 1958 aproximadamente la misma población que Cuba y hoy tiene 19 millones de habitantes. La fuerza laboral contaría con tres o cuatro millones más de cubanos produciendo eficientemente y consumiendo. El Producto Interno Bruto sería cuatro o cinco veces superior.

Una economía ensamblada a EEUU y un gran polo turístico

Suponiendo inversiones extranjeras y aporte de tecnología por 160.000 millones de dólares en 61 años, el ingreso per cápita cubano estaría en la vanguardia latinoamericana, como en 1958 cuando duplicaba al de España. Hoy sería igual, o quizás superior al de Chile.

Cuba estaría a punto de entrar al Primer Mundo, o tal vez ya adentro, pues la economía cubana estaría de hecho ensamblada con la de EEUU con acuerdos de integración comercial-industrial más abarcadores que el T-MEC aprobado en 2019 entre EEUU, México y Canadá. Las exportaciones de bienes y servicios podrían alcanzar los 70.000 millones de dólares o más.

Cuba sería el mayor polo turístico del Caribe y Centroamérica, con diez u 11 millones de visitantes, de EEUU y de todo el mundo, que aportarían unos 18.000 millones de dólares, pues sí tendrían dónde gastar su dinero. En las playas habría resorts como los de Florida, Bahamas, o las Bermudas.

Habría terminales de cruceros, aeropuertos modernos, autopistas, trenes rápidos. La Habana tendría un megapuerto de categoría mundial en el Mariel, como centro neurálgico de transporte y transbordo mercante entre Sudamérica y Centroamérica con Norteamérica.

En los 12 últimos años de la república "burguesa" fueron erigidas muchas grandes fábricas de distintas ramas industriales, de extracción de níquel, refinerías de petróleo, viviendas, teatros, cines, restaurantes, puentes, autopistas, incluyendo las del Circuito Norte, Circuito Sur, la Autopista Monumental, la Vía Blanca, la Vía Mulata y la Autopista del Mediodía, entre otras; así como hospitales y clínicas.

También el túnel bajo la bahía habanera, dos túneles por debajo del río Almendares, los soberbios edificios públicos de la Plaza Cívica, y la Ciudad Deportiva con su Coliseo.

Esa fiebre constructiva habría continuado, con nuevos hoteles, altos edificios de oficinas y viviendas como en los años 50, como el Focsa , el Someillán —los más altos del Caribe—, y el hotel Habana Hilton, el mayor y más alto de esa cadena hotelera en el mundo, etc.

La Habana: Hong Kong latinoamericano

La Habana en los años 50 era un centro financiero de envergadura con 62 diferentes bancos comerciales, de inversión, de ahorro e hipotecarios, extranjeros y cubanos, con unas 330 oficinas en toda la Isla. Todo un record de la época para un país pequeño. Yo trabajé en The Royal Bank of Canada (RBC) en La Habana. El RBC era entonces uno de los diez mayores bancos del mundo.

Después de 62 años, la capital cubana podría ser algo así como el Hong Kong del Caribe y Centroamérica. Un centro financiero, bancario y fiduciario regional y global, de más envergadura que el de Panamá y tan importante como el de las otras grandes capitales de Latinoamérica.

Cuba con 160.000 automóviles, el doble que Colombia y Perú, el triple que Chile y 30 veces más que Ecuador, era antes de los Castro el país de habla hispana con más vehículos per cápita (uno por cada 39 habitantes). Ocupaba el primer lugar en aparatos electrodomésticos y en líneas férreas por kilómetro cuadrado. Exportaba más de lo que importaba. Era una de las tres economías latinoamericanas más solventes por sus reservas de oro y de divisas y por la estabilidad del peso, a la par con el dólar todo el tiempo.

Sin Fidel Castro, aquel extraordinario auge económico, constructivo y social se habría multiplicado. La Habana habría seguido siendo la fabulosa ciudad de siempre, de tanta fama en Hollywood y en el mundo entero. Hoy con deslumbrantes rascacielos, rápidas avenidas y líneas férreas por sobre la ciudad, todo extendido hacia el oeste más allá de Santa Fe, y hacia el este por la costa, con cientos de edificios nuevos.

No libreta de Abastecimientos, no CDR, no FMC, no UJC, no Brigadas de Respuesta Rápida, no chivatones, no esbirros represores, no presidio ni palizas por motivos políticos. No CTC y sindicatos vendidos a la patronal. No falta de libertades ciudadanas. No colas interminables, no hambre, no falta de transporte, o de medicinas. ¿Que habría drogas, crímenes y gente pobre? Eso lo hay hasta en Suiza. Y siempre habría mucho menos que hoy con el comunismo.

Y sin los Castro habría hoy un trasiego tal entre Miami y La Habana que quizás estarían proyectando la construcción de un puente, inédito en el mundo, entre Cayo Hueso y algún punto cercano a La Habana o la península de Hicacos.

¿Seguimos soñando? No, es ya suficiente para tener una idea de lo que sería hoy Cuba si Fidel Hipólito Castro Ruz no hubiese nacido.
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