Por:Oscar Sanchez Serra.
Tomado de Granma.
Luego de las emociones vividas en los play off de la pasada 62 Serie Nacional, la pelota no ha dejado de ser noticia. Unas buenas, otras no tanto, como la que envolvió en un tsunami de contradicciones a la comisión nacional por la decisión del róster de Granma a la portada de la Champions League de beisbol, en México, desde este 24 de septiembre.

Por fortuna, ya a esa lid acudirá casi el 50 % de los Alazanes, al incrementarse la nómina, según dispusieron los organizadores. Tampoco fue una buena nueva el saldo de una victoria y cuatro fracasos del elenco femenino en el certamen mundialista la pasada semana.

Pero sí fue muy grata la de los tryouts, del 11 al 13 de septiembre, en el Latinoamericano, un examen del arsenal beisbolero cubano ante la vista de varias franquicias profesionales. Ahí se ratificó que esta es tierra de peloteros, de talentos de altos quilates, que cuenta con certera organización.

Sin embargo, un lanzamiento que obligatoriamente tiene que caer en zona de strike, el de la participación, ha de ser el principal foco de atención. Se supo que no habrá torneo nacional Sub-23, sabíamos que no se concluyó el Sub-18, y tampoco hubo Sub-15 ni 9-10, a ese nivel, por la situación económica del país.

Nadie está de espaldas a las penurias que sumergen al mundo y a nuestra dependiente economía, pero abortar es lo más fácil. Crear, a partir de la inteligencia colectiva no es difícil, tampoco lo es reparar en lo que hemos hecho en otros momentos, pues el movimiento deportivo cubano y sus resonantes éxitos no brotaron encima de una montaña de dólares. Lo que sí lleva es mucho trabajo organizativo y de esfuerzos en el terreno.

Un certamen a nivel de país en esas categorías, sobre todo en las más pequeñas, hoy es casi quimérico, pero se convierte en una oportunidad para retomar ese régimen de participación que nos guio hasta la condición de potencia deportiva, en el cual la base, entiéndase el municipio, es célula fundamental.

Si se estructura a esa instancia un certamen que tenga como base a las escuelas, institución más importante del deporte en la comunidad, cada una con su equipo, tendríamos una fiesta verdaderamente de país, y un cúmulo de juegos mayor que en una lid nacional. Las ventajas son muchas, desde la motivacional hasta la del ahorro de recursos, pues no habría que recurrir a hospedaje ni a la alimentación, y se prescindiría del transporte, porque se juega en casa.

Claro que lleva gastos en implementos deportivos, pero si logramos «un uso mejor de todos los recursos humanos y materiales disponibles», como dijo Fidel, el 24 de agosto de 2008, esas demandas podrían cubrirse haciendo gala de una adecuada planificación.

Es más rentable, en términos económicos, invertir en ese escalón que echar el dinero en unos pocos partidos y darle carácter nacional, sin tener una amplia participación. Los peloteros, como el gigante del Escambray, Antonio Muñoz, están allí, en las llanuras y montañas del país, pero si no encuentran el espacio para mostrarse, nos perderíamos su talento. Al recio jonronero lo encontraron en una loma, pero jugando.

Los especialistas de provincia y de nivel nacional harían de la observación participante la principal labor de captación, en pos de reunir a los mejores de un vasto espectro. Entonces, esa gran bolsa pudiera someterse a criterios de selección y elaborar un torneo élite con lo mejor del país en cada categoría.

El desarrollo exige una pirámide con una base más ancha que su cima, no al revés, como la tenemos hoy.