Foros / Jugadores de la serie
Yulieski mas que pelotero
Los Gourriel
José Alejandro RodríguezJosé Alejandro Rodríguez • acuse@juventudrebelde.cu
21 de Enero del 2014 18:40:00 CDT
Allá en Matanzas, Magalys Acevedo lloraba desconsoladamente cada vez que veía por televisión a Yulieski Gourriel conectar un jonrón en la Serie Nacional de Béisbol. Mientras el graderío vibraba de alegría, a la mujer se le abría de nuevo ese tajazo en el alma del cual nunca se repondrá, observando el asombroso parecido físico del estelar pelotero con su hijo Liván, fallecido en un accidente con solo 18 años, hace dos décadas.
Magalys se obsesionó con abrazar algún día a Yulieski, como si así pudiera resucitar a Liván. Y aunque a algunos pudiera parecerles una idea morbosa y dañina, la psicóloga que la atendía le recomendó que lo hiciera cuando se diera la oportunidad, si ese era su deseo y tenía fuerzas y entereza para enfrentar aquella transmutación.
La psicóloga recomendó esperar a que se celebrase un juego entre Matanzas y Sancti Spíritus (original nómina de Yulieski) en el estadio yumurino Victoria de Girón. La propia facultativa realizó las coordinaciones cuando llegó el momento. Acompañó a Magalys a esperar la llegada del equipo espirituano al hotel donde se hospedaría.
Magalys le había prometido a la psicóloga que se portaría bien y serena, y no lloraría. Pero cuando arribó el ómnibus del equipo de Sancti Spíritus, comenzó a temblar. Sudaba a mares. El corazón parecía que le iba a estallar cuando vio descender de él a Yulieski. Llegó a creerse que era Liván, vestido de pelotero, quien regresaba tras una larga ausencia…
La psicóloga llamó a Yulieski en un aparte, y le explicó la historia, previendo la posibilidad de que el joven rechazara algo que en buena medida le era ajeno. Y Magalys no tuvo que acercarse. Fue el pelotero quien se abalanzó sobre ella y la abrazó fuertemente y la besó, como si fildeara en tercera base la bola más difícil y sentimental. Y le dijo directamente al corazón: «Siga haciéndose la idea de que soy su hijo…».
Magalys cumplió su deseo, pero no la promesa hecha a su psicóloga. Lloraba con un raro sentimiento de victoria, en un acto estricto de sanación y exorcismo. Y ya se alejaba cuando sintió que alguien la llamaba. Era Lourdes Gourriel quien, con el resto de la familia, también estaba esperando al ídolo que siguió sus pasos en el diamante.
Yulieski le había contado a su padre la historia a breves trazos. Y Lourdes le dijo a Magalys: «Señora, déjeme presentarle a toda la familia, que es también suya…».
Entre lágrimas y enmudecimientos, aquel juego de sentimientos y desasosiegos se puso en tres y dos. Y Lourdes, tan oportuno en trocar la incertidumbre en victoria, como en la Copa Mundial de Parma de 1988 con aquel jonrón, botó la pelota más allá de las cercas de la tristeza, con ocurrente jocosidad:
—Señora, ¿su esposo no habrá estado por Sancti Spíritus por aquellos tiempos, antes de que naciera Yulieski?
La historia la revelo gracias a Felipe Ruiz O’Farrill, familiar cercano de Magalys quien, allá en su hogar, en Goicuría No. 637, entre Acosta y Aranguren, Víbora, en La Habana, ve por los ojos de los Gourriel, como peloteros... y como seres humanos.
José Alejandro RodríguezJosé Alejandro Rodríguez • acuse@juventudrebelde.cu
21 de Enero del 2014 18:40:00 CDT
Allá en Matanzas, Magalys Acevedo lloraba desconsoladamente cada vez que veía por televisión a Yulieski Gourriel conectar un jonrón en la Serie Nacional de Béisbol. Mientras el graderío vibraba de alegría, a la mujer se le abría de nuevo ese tajazo en el alma del cual nunca se repondrá, observando el asombroso parecido físico del estelar pelotero con su hijo Liván, fallecido en un accidente con solo 18 años, hace dos décadas.
Magalys se obsesionó con abrazar algún día a Yulieski, como si así pudiera resucitar a Liván. Y aunque a algunos pudiera parecerles una idea morbosa y dañina, la psicóloga que la atendía le recomendó que lo hiciera cuando se diera la oportunidad, si ese era su deseo y tenía fuerzas y entereza para enfrentar aquella transmutación.
La psicóloga recomendó esperar a que se celebrase un juego entre Matanzas y Sancti Spíritus (original nómina de Yulieski) en el estadio yumurino Victoria de Girón. La propia facultativa realizó las coordinaciones cuando llegó el momento. Acompañó a Magalys a esperar la llegada del equipo espirituano al hotel donde se hospedaría.
Magalys le había prometido a la psicóloga que se portaría bien y serena, y no lloraría. Pero cuando arribó el ómnibus del equipo de Sancti Spíritus, comenzó a temblar. Sudaba a mares. El corazón parecía que le iba a estallar cuando vio descender de él a Yulieski. Llegó a creerse que era Liván, vestido de pelotero, quien regresaba tras una larga ausencia…
La psicóloga llamó a Yulieski en un aparte, y le explicó la historia, previendo la posibilidad de que el joven rechazara algo que en buena medida le era ajeno. Y Magalys no tuvo que acercarse. Fue el pelotero quien se abalanzó sobre ella y la abrazó fuertemente y la besó, como si fildeara en tercera base la bola más difícil y sentimental. Y le dijo directamente al corazón: «Siga haciéndose la idea de que soy su hijo…».
Magalys cumplió su deseo, pero no la promesa hecha a su psicóloga. Lloraba con un raro sentimiento de victoria, en un acto estricto de sanación y exorcismo. Y ya se alejaba cuando sintió que alguien la llamaba. Era Lourdes Gourriel quien, con el resto de la familia, también estaba esperando al ídolo que siguió sus pasos en el diamante.
Yulieski le había contado a su padre la historia a breves trazos. Y Lourdes le dijo a Magalys: «Señora, déjeme presentarle a toda la familia, que es también suya…».
Entre lágrimas y enmudecimientos, aquel juego de sentimientos y desasosiegos se puso en tres y dos. Y Lourdes, tan oportuno en trocar la incertidumbre en victoria, como en la Copa Mundial de Parma de 1988 con aquel jonrón, botó la pelota más allá de las cercas de la tristeza, con ocurrente jocosidad:
—Señora, ¿su esposo no habrá estado por Sancti Spíritus por aquellos tiempos, antes de que naciera Yulieski?
La historia la revelo gracias a Felipe Ruiz O’Farrill, familiar cercano de Magalys quien, allá en su hogar, en Goicuría No. 637, entre Acosta y Aranguren, Víbora, en La Habana, ve por los ojos de los Gourriel, como peloteros... y como seres humanos.

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Eso fue la actitud de un grande que aunque se le ponga nombres y se le cuero todos sabemos la calidad del pelotero y ahora conocemos su calidad humana
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Simplemente es un exelentísimo pelotero, así como compañero, y una persona muy entregada a lo que hace, la vida poco a poco lo irá premiando con lo q se merece a su altura.
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Simpre he admirado a Yuliesky por su sencillez y tranquilidad, ademas d su talento deportivo, ahora lo hago mucho mas, creo q es noble y profundo su gesto en un mundo cada vez mas vacio por la ausencia d valores humanos. Felicidades Yuliesky, estas cosas son las q hacen grande a un hombre, mas q las hazanas deportivas.
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Asi se hace , una bonita historia y un bonito jesto del yuli y su familia , personas con un gran nivel de humildad y comprencion los gurrieles , felicidades para el yuli y toda su familia .
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