William Saavedra está satisfecho de lo realizado hasta ahora en las filas de los Cocodrilos de Matanzas, donde mostró desde el inicio, su potencial ofensivo al ligar tres batazos espectaculares en los dos primeros juegos de esta segunda ronda de la 56 Serie Nacional de Béisbol.

Minutos después de concluido el choque de este domingo conversamos con él en áreas del jardín izquierdo del estadio Victoria de Girón. Se le ve serio: “Soy así, pero también puedo hacer bromas cuando el momento se presta para ello”.

Nunca dudó sobre la favorable acogida en el colectivo. “Me siento bien entre mis nuevos compañeros, peloteros y profesores, encabezados por El Profesor Víctor Mesa. A varios los conozco de cerca al haber coincidido en preselecciones y equipos nacionales. Es esta una familia en la cual intercambiamos conocimientos sobre varios asuntos”.

La solicitud de refuerzo de Saavedra para el Matanzas se pensó fuera un convenio previamente acordado con el alto mando de los rojiamarillos. Pero el vueltabajero asegura que no es cierto.

“Me sorprendió tal petición. Consideré que al tener este equipo dos primeras bases, no pedirían a otro pelotero para ocupar esa posición, dado que Yasiel Santoya y Yordanis Samón tienen calidad para protegerla y son buenos bateadores.

“No obstante, los profesores saben lo que hacen, y El Profe Víctor nos ha utilizado de una forma correcta el da mucha seguridad al grupo y contrario a lo que muchos creen es un tipo que nos ayuda en todo y me ha resuelto problemas que antes tenía en lo personal y pienso que así seguirá con el objetivo de fortalecer al equipo con el guante y el madero. Los tres estamos en la mejor disposición de ser utilizados y rendir al máximo para, de tal forma, cumplir con la aspiración colectiva de conquistar la corona”.

Sobre si se propone los jonrones cada vez que acude al home, afirmó que no. “En alguna ocasión me digo: ahora voy a conectar un cuadrangular, y lo he logrado. Pero, mire usted en los números las veces que he enfrentado a lanzadores, y cuantos batazos de ese tipo tengo.

“Son los menos. Eso sí, me preparo para obtener el mejor resultado posible.”

En la primera vuelta del certamen, Saavedra dio par de cuadrangulares, y en los primeros tres de esta ronda despachó tres vuelacercas, pero también ha conectado sólido con acierto dentro del campo.

“Hay que ir al home con la mejor disposición, confiado en que vas a conectar, no importa frente a quién. Todo el pensamiento en lo que haces, seguir las bola, saber el tipo de lanzador: eso le da confianza y seguridad”.

Acerca de su disposición de jugar en uno u otro equipo como refuerzos, aseguró que “lo importante es entregarse totalmente en el que estés, sin reserva alguna. Incluso, me preguntan si al enfrentar a un lanzador de mi provincia pinareña soy el mismo.

“Ellos tienen un propósito, en lo personal y colectivo, y tratarán de cumplirlo: sacar cuántos outs sean necesarios, y yo tengo el mío: dar buenos batazos de cualquier alcance. Somos atletas en el terreno y como tal, debemos comportarnos”.

Esta máxima expuesta por él entrevistado es válida para certámenes de otros niveles, incluso provinciales, pues los que ahora militan en una novena de la SNB, en otros momentos fueron rivales, y cada cual se consagra al terreno.

Alfonso Urquiola
Alfonso Urquiola

AL BATE, URQUIOLA

“Saavedra en un pelotero integral: combativo, disciplinado y humilde. Desde muy temprano ha estado conmigo, y siempre le he dicho que, por encima de todo, defienda la camiseta, y eso es lo que hará en Matanzas, donde es un privilegio que se halle, como lo ha sido estar junto a mi y el resto del equipo pinareño.

“Es es un atleta completo dentro y fuera del campo, y los mataceros sentirán el orgullo de tenerlo, como estoy seguro él lo interioriza al estar allí. Deseo expresar una felicitación al equipo por sus resultados deportivos, y a la provincia por la calidad organizativa, demostrada durante el juego de las Estrellas”, concluyó vía telefónica el avezado mentor de equipos de dentro y fuera de Cuba.
Explicó el atleta que por naturaleza posee la actual fortaleza física, mostrada desde pequeño, y apuntalada con los ejercicios que requiere la disciplina.

El estelar jugador de cuadro es natural de la capital vueltabajera, donde nació el 23 de octubre de 1981, en el barrio Severino Fernández Viñas. No es de los peloteros que transitó por la pirámide desde el área especial y Eide.

“Desde niño jugaba pelota en el barrio. Éramos de distintos lugares, nada oficial. Llegué al béisbol a los 17 años, jugaba donde me situaran en el cuadra o en los jardines, luego, en la Provincial, lo hice en el cuadro, preferentemente en tercera.

“Al concluir el Servicio Militar integré la preselección para la Serie Nacional, de las que considera la 50 la de mi mejor actuación con 27 jonrones, 109 carreras impulsadas y 343 de average. Aquello me sirvió para asistir al Torneo de Rotterdam, Holanda, mi primer viaje internacional.

“Luego acudí a otras competencias importantes, incluida la Serie del Caribe, en febrero de 2015, con el equipo Vegueros de mi provincia, monarca de la SNB 53, en la que conquistamos la corona, única de Cuba desde que regresó a estas justas”. Cuba había ganado en Panamá (1960), con los Elefantes de Cienfuegos.

Como suele ocurrir, el interpelado también posee ídolos. Varios de su terruño natal, como Omar Linares, Luis Giraldo Casanova, Pedro Luis Lazo y Norlys Concepción –el del singular casco-careta para batear–, además del santiaguero Orestes Kindelán. Como directores, AfonsoUrquiola y Víctor Mesa. “Los admiro por su ejemplo como peloteros y cualidades en general. Disciplinados, sencillos y jugaron con amor y entrega al deporte y aficionados”.

El recio y temible artillero nos contó también de sus aspiraciones inmediatas. “Ahora, entregarlo todo para que el equipo de Matanzas gane el campeonato y asistir a la próxima Serie del Caribe-2017, en México, y después ganarme el puesto en el equipo que participe en el IV Clásico Mundial”.

Al manifestar esto último estoy seguro de su pleno deseo y convicción, como corresponde a un hombre capaz de materializar cuanto siente con la misma fuerza que empuña el bate o defiende la primera base.