Dicen que nadie es profeta en su tierra. Anoche en Chitré, Herrera, Panamá, se jugaba el quinto juego de la serie semifinal al mejor de siete entre Bocas del Toro y Herrera. Con la serie empatada dos a dos, se vislumbraba un juego crucial, especialmente para Herrera, que jugaría el último juego en su feudo, el Rico Cedeño, antes de que la serie se trasladara al Rod Carew en la capital, para los dos juegos finales en caso necesario, ya que el estadio Calvin Byron en Bocas del Toro está en remodelación.
Así las cosas, Miguel Ibarra, mánager tortuguero, señaló a su as Gustavo Gómez para abrir el importante choque. Trespatines, llamado Israel Delgado, escogió para abrir por Herrera a su coprovinciano Yoanni Yera. Y el matancero salió al terreno con el uniforme amarillo de Herrera dispuesto a hacer la hombrada de ganar finalmente un juego importante. Y el partido no puedo empezar mejor, el ataque herrerano castigó inmisericortdemente a Gustavo Gómez y le fabricó tres carreras. Y Yera se portó a la altura, retirando bateadores bocatoreños por dos entradas.
Si estaban esperando un final distinto y novedoso, olvídenlo. En el tercero, le pusieron el juego 3-1. En el cuarto se lo empataron. Y en el quinto, se lo voltearon. Yera salió cabizbajo, habiendo lanzado cinco entradas completas en que le conectaron siete hits, uno de ellos jonrón, y le hicieron seis carreras para que cargara con la derrota. Dio dos bases por bolas y ponchó a cuatro. Cargó con la derrota y colocó al equipo de Herrera contra las cuerdas.
Yera no cambia.