Bases limpias, dos outs, pero, desde el montículo, el lanzador selecciona con cuidado qué enviarle al bateador de turno, devenido en uno de los más prolíferos en los últimos tiempos: Jefferson Delgado Castañeda. El reconocido pelotero además de las cualidades, madero en manos, suma corpulencia y fortaleza en sus conexiones.


En la ocasión de marras elevó un largo fly al jardín central que exigió notable desplazamiento del jardinero. Por lo general, su presencia provoca comentarios y no pocos aplausos entre los concurrentes al estadio Victoria de Girón u otros parques del país. Reconocimiento que conquista con la fuerza de sus muñecas e inteligencia.


De regreso al banco, tras defender con otra de sus buenas atrapadas en la llamada esquina caliente, se afana en liberar de las costuras los dobladillos de su pantalón, porque “prefiero que me queden largos, sobre los spikes, para sentirme más cómodo”, manifestó al respecto.


Por varios minutos el improvisado sastre presta debida atención a cuanto hace y, concluida la faena, en un local aledaño al dugout de los Cocodrilos, comienza el ‘duelo’ entre este redactor y el muchacho del poblado de Santo Domingo, Villa Clara, donde naciera el 3 de enero de 1983.


“Pero ahora soy matancero, vivo aquí, y me siento tan yumurino como cualquiera. Además, defiendo esta franela como el que más, con la misma identidad, calor y amor que lo hacen los nacidos en esta provincia. Soy un matancero más”, subraya.


Ya en calor, pregunto si su participación destacada en la Liga de Béisbol Canadiense Americana-2017, al concluir con average de más de 300, influye en su desempeño en la 57 Serie Nacional.


“Sí, debe tenerse en cuenta que en esta Liga actúan lanzadores muy rápidos, por encima de las 90 millas casi todos, y uno se tiene que adaptar gradualmente a ellos, derechos y zurdos. También poseen amplio repertorio, que lo estudiamos hasta asimilarlo, porque, de no ser así, te dominan con facilidad.


“Aquellos conocimientos se traen acá y, sumada la preparación previa, permiten conectar hacia todos los ángulos. En nuestras SNB hay novatos y otros de poca experiencia a este nivel, es decir escasa profundidad en los staff de picheo de ambos brazos. Incluso, a los más conocidos logramos batearles, no con facilidad, hay que pulirla bien en el home”.


Al preguntarle si algunos se hacen más fáciles que otros, respondió que “esta posibilidad la ofrece la formación que se tenga y el entrenamiento que se haga previamente a la justa. Cada cual debe ocuparse de entrenar y hacerlo bien, y esto se demostrará luego en el terreno frente a cualquier lanzador, no hay otra forma. Hay que ser disciplinado con uno mismo y prepararte sin confiar en tus propias cualidades”.


¿Entonces, la Liga Can-Am fue determinante?, indago con el recio toletero. “Si a ello sumas dedicación y entrega en el terreno, porque el nombre e imagen por sí mismo no bastan, hay que ponerle todo para lograr un buen resultado, incluida la Serie Nacional”.


Abordamos, entonces, un tema escabroso en los clásicos cubanos: la zona de strikes y calidad del arbitraje. Pero antes es llamado para salir al terreno.


Regresa y reanudamos el diálogo. Con buena memoria, la ruptura no impide mantener el hilo. “En el exterior, donde juegan profesionales y semiprofesionales, la zona de conteo de bolas buenas es estrecha, la debida, y a ella debes adaptarte, sin protestar, porque es la correcta.


“Al regresar a Cuba, en el campeonato nacional, te encuentras con árbitros que tienen ampliada esta zona, y ahí vienen los problemas. Considero que esto debe unificarse y “cantar” todos iguales el área correcta, porque ello evitaría protestas de todo tipo que afean el espectáculo y crean momentos nada agradables”.


Los ejemplos sobran, con agresiones verbales y en no pocas ocasiones intentos que van más allá si no son aplacados a tiempo por directivos o el resto del personal de regla y arbitrajes. En realidad, nada bien se comporta este cuerpo, y la Comisión Nacional afín debe detener de una vez por todas estos desmanes que gravitan sobre el deporte al fijar el área real de strikes.


Desde el inicio de la presente contienda beisbolera, las dolencias físicas, en particular lesiones, han sacado a Jefferson varias veces del juego, y esto obliga a conocer en detalle cómo se halla y qué ocasionó los males.


“En la subserie con la Isla de Juventud tuve un encontronazo con Luis Felipe Rivera y se lesionó mi rodilla derecha, pero antes, en los entrenamientos para la Can-Am, en el Latinoamericano, había sufrido otra en la izquierda, que se resintió en Canadá.


La esmerada atención del doctor Abelardo Castellanos y el fisioterapeuta Tomás Valor me permiten salir al terreno, aunque en algunas ocasiones lo impide la intensidad del dolor”.


Como quiera que el flamante número 12 de los Saurios es oriundo de la tierra vecina villaclareña, brindó algunos detalles de sus incursiones iniciales por allá y acá.


“Debuté en SNB en Matanzas, cuando Alfonso Urquiola estuvo aquí. Gané su respeto y consideración debido a mi disciplina y entrega pese a mi corta experiencia. Luego jugué bajo el mando de Rigoberto Rosique y Wilfredo Menéndez.


“Regresé al equipo de Villa Clara por tres años y, luego de declararme no apto, decidí desempeñarme en la Liga Azucarera con el equipo Quintín Bandera, que resultó campeón del país. Esto me dio fuerza para querer probarme nuevamente en la SN.


“Lo hice con el equipo de Matanzas de Víctor Mesa en las temporadas del 54 al 56. Pasé malos momentos en distintas épocas, sentía el deseo de llegar, convencido que no estaba acabado. Que exigiéndome podía dar mucho más. Es lo que hice hasta ahora. Dejo a los aficionados la valoración de mi entrega. Acataré la decisión y criterio de ellos, con dolencias o sin ellas”.


¿Y Gracial? “Lo aprecio con sinceridad. Formidable pelotero. Nos llevamos muy bien, de él he aprendido mucho; compartimos conocimientos y experiencias. Deseamos su regreso al equipo. Será de mucho apoyo y estímulo para todos”.

El sobresaliente pelotero tuvo también palabras de reconocimiento para su actual mentor, Víctor Figueroa. Por lo mucho que me aporta no solo como pelotero, sino como persona en mi formación integral. También admiro al resto de los técnicos.

Sonríe y ,al ver el gesto de mi rostro, aclara: “Es por mis hijos, Jessen, Jesson y Anny, de 1,5, 3 y 7 años, respectivamente, los que siempre llevo dentro y me dan energía y ofrecen alivio en cada momento de mi vida deportiva, sobre todo cuando transcurro por momentos difíciles.


¿Cierto que querían llevarte a vestir otra franela? "Sí, pero, como dije anteriormente, esta es mi provincia y equipo”.


El sobresaliente pelotero no se dejó arrastrar por la marea azul hacia sus costas. Decidió mantenerse en las aguas de su bella bahía matancera, donde lo admiran y respetan. Su proa ofensiva conduce a la nave roja hacia puerto seguro.