Comparto este artículo de Rigoberto Triana Martínez que recibí de Portal Ávila esta mañana.

Desde muy pequeño desandaba las calles del reparto Ortiz, en Ciego de Ávila, haciendo mandados o jugando a la pelota en los solares. Esa realidad no ha cambiado mucho a sus 21 años, solo que ahora, José Adolis García Arrieta combina sus responsabilidades hogareñas y los encuentros con los muchachones del barrio con la seriedad que demanda ser integrante de Los Tigres del béisbol cubano.
Ya tiene cuatro campañas en su historial, pero en la presente ganó protagonismo al ser uno de los pilares ofensivos del conjunto. Este ascenso no es obra de la casualidad, sino de la constancia en la preparación desde que inició su vínculo con el deporte.
“Empecé a los ocho años con la ayuda de mi papá, José García Pérez, exjardinero de equipos avileños y del conjunto Camagüeyanos, que antes nos representaba en las Series Selectivas.
“Me desempeñaba como lanzador mientras estuve en las categorías 9-10 y 13-14 años, bajo las instrucciones del profesor Antonio Gil Pérez, en un área aledaña a la Academia de Softbol. Después de ese período, el entrenador Jesús Rodríguez, Tato, me puso a jugar segunda base, y, en ocasiones, la tercera.”
A partir de ese momento el cambio parecía definitivo, incluso, su debut en series nacionales lo hizo como camarero, pero las habilidades en el desplazamiento le generaron un cambio.
“El director del equipo, Roger Machado, empezó a entrenarme en los jardines, posición que he jugado en las tres últimas series, pero lo que más me gusta es batear. Cuando lo hago siento que se hace realidad el sueño de mi vida como pelotero.”
Aunque el talento era evidente desde su ingreso en los diamantes beisboleros, José Adolis no había tenido una temporada con tan buenos resultados como la presente, cuando su promedio se mantuvo por encima de 380, transcurridos los dos primeros tercios del clásico criollo.
“Desde el Torneo Sub-23 he trabajado mucho con la guía de mi papá y de los profesores Alejo O’Reilly y Mayito Vega, quienes han sido fundamentales para mi desarrollo, sin embargo, todavía tengo mucho que mejorar en el bateo, el fildeo, el corrido de las bases y otros aspectos técnicos del juego.”
Graduado de técnico medio en Educación Física, el pelotero tiene entre sus referentes el apoyo de su mamá, Julia Arrieta Díaz, quien siempre está al tanto de sus actuaciones, aunque el nerviosismo la asalta cada vez que su muchacho sale al terreno. Ahora la serie continúa y las expectativas sobre la clasificación de Los Tigres a la segunda fase del campeonato todavía están al rojo vivo, de ahí la importancia de que la nueva hornada mantenga su nivel ascendente y dé su aporte en el propósito de retornar a los primeros niveles del país en el deporte nacional.