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honorés à quien honorés merecen ! el deporte cubano y sus grandes atletas
Regla y Mireya
Regla y Mireya
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18 junio, 2015 6 comentarios
Por:
Michel Contreras
Michel Contreras
¿Quién gana en mis simpatías? ¿Quién, en mi admiración o mis afectos?
Había una vez un equipo de voleibol que enamoró al planeta. Todas sus mujeres eran negras, algunas más azabachadas que las otras, pero al final de cuentas el equipo no tenía caucásicas ni chinas, por lo que a todas les servía aquella genialidad con que las bautizó un comentarista lúcido que dijo “son las Espectaculares Morenas del Caribe”, y ese mote le dio la vuelta al globo de la mano de sus hazañas venerables, y esas hazañas las pusieron en el altar de los cubanos junto a Oshún y Yemayá, y esas santas cuidaron de ellas cuando iban de un lado para otro, rematando pelotas y rivales y conquistando pueblos y trofeos.
Dos veces se impusieron en torneos universales, incluyendo una actuación perfecta como la sonrisa de Maribel Verdú, el lunar sobre el labio de Elsa Pataky o las tetas inasibles –¡oh my God!- de Scarlett Johansson. Eso fue en 1994, en un Brasil enloquecido y maniatado que las vio coronarse tras 18 sets a favor, ninguno en contra y un concierto de refinamiento y tempestad en el tablado.
Pero ahí no sacaron su ticket rumbo a la eternidad, porque solo los Juegos Olímpicos (y el arte) tienen la gracia de inmortalizar. Barcelona’92, Atlanta’96 y Sydney’00 asistieron en convites sucesivos a la puesta en escena de un grupo dirigido por el Zubin Mehta del voleibol mundial, Eugenio George. Todas eran morenas, y todas, espectaculares. Tácticamente no se parecían a sus contrarias, físicamente solo se asemejaban a ellas mismas, y sus remates mecían a Cuba por encima de la net.
Ocho de esas muchachas lograron el tricampeonato estival. O sea, más de un equipo titular. Recuerdo a Lily Izquierdo, tan seria que la habría envidiado Buster Keaton; a Regla Bell, diestrísima a la zurda; a Ana Ibis Fernández, ama y señora de la sobriedad. No he podido olvidar a Marlenis Costa con su atlética gordura; ni a Idalmis Gato y Raisa O’Farrill, pacienzudas y atentas a la espera de una oportunidad.
Mas sobre todo pienso en Regla y Mireyita. En la capitalina esbelta y la camagüeyana diminuta. En las dueñas de la escuadra más grande que ha dado este deporte, con permiso de las Niñas Magas del Oriente. En las voleibolistas más tremendas de la historia, con perdón de Flora Hyman, Cecilia Tait, Ana Moser y Lang Ping. “Hay una mujer al principio de todas las grandes cosas”, escribió Alphonse de Lamartine. Pero a veces… a veces hay dos.
Mireya Luis medía poco más de 1.70 y podía rebasar los tres metros en el salto. Estaba hecha de esa madera con que Dios tala a los fenómenos, vivía en una burla eterna con las bloqueadoras y remataba con una fuerza inverosímil para su frágil apariencia. Figura planetaria a los 18 años, seleccionada la mejor atacadora en Copas, Campeonatos Mundiales y Grand Prix…, cada vez que enfilaba hacia el cielo tras un pase, bajaba con el punto para Cuba (René Navarro dixit).
Cuentan que el día que llegó a la EIDE, la entrenadora que hacía las captaciones la vio demasiado pequeña y, para poder quitársela de arriba, la conminó a tocar el techo de la cátedra. Ella medía 1.48 por entonces, pero alcanzó a rozarlo. “No pude verlo bien. ¿Puedes volver a hacerlo?”, le dijeron. Y Mireya, de nuevo, esta vez casi sin esfuerzo, pasó sus dedos negros por el techo blanco y alto del local. Ese día, la perpleja entrenadora tuvo la certidumbre de que las estrellas son capaces de dar brincos. Inclusive las que no crecen demasiado.
Con Regla fue otra cosa. Regla Torres medía 1.91, de manera que nadie osó poner en dudas su proyección futura. Ganó su primer oro olímpico con 17 abriles –un record no igualado todavía-, y siempre estuvo a la vanguardia de la tropa, halando en lo deportivo y en lo anímico.
Jugadora universal, era un muro en el centro de la malla, sacaba con fortaleza, sabía recibir, gritaba sus ataques con esa autoridad espléndida de las mujeres atractivas. Las cámaras iban una y otra vez en busca de sus ojos, de sus labios carnosos, de sus piernas de gacela inacabable. En no pocas ocasiones le propusieron trabajar como modelo, pero ella prefirió su vocación competitiva a la vacía opción de exhibir telas y tacones. Se retiró muy joven, lesionada y tal vez con desaliento, pero ya había sido designada la mejor del siglo XX.
MI VOTO: Mireya Luis. Si por algo me acerqué un día al voleibol fue por la admiración que me causaba disfrutarla suspendida en el aire, viendo el mundo pasar desde su altura. De una manera sobrenatural, Mireya levitaba. Poco después me percaté de que el número “23” de los Chicago Bulls hacía lo mismo.
Regla y Mireya
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18 junio, 2015 6 comentarios
Por:
Michel Contreras
Michel Contreras
¿Quién gana en mis simpatías? ¿Quién, en mi admiración o mis afectos?
Había una vez un equipo de voleibol que enamoró al planeta. Todas sus mujeres eran negras, algunas más azabachadas que las otras, pero al final de cuentas el equipo no tenía caucásicas ni chinas, por lo que a todas les servía aquella genialidad con que las bautizó un comentarista lúcido que dijo “son las Espectaculares Morenas del Caribe”, y ese mote le dio la vuelta al globo de la mano de sus hazañas venerables, y esas hazañas las pusieron en el altar de los cubanos junto a Oshún y Yemayá, y esas santas cuidaron de ellas cuando iban de un lado para otro, rematando pelotas y rivales y conquistando pueblos y trofeos.
Dos veces se impusieron en torneos universales, incluyendo una actuación perfecta como la sonrisa de Maribel Verdú, el lunar sobre el labio de Elsa Pataky o las tetas inasibles –¡oh my God!- de Scarlett Johansson. Eso fue en 1994, en un Brasil enloquecido y maniatado que las vio coronarse tras 18 sets a favor, ninguno en contra y un concierto de refinamiento y tempestad en el tablado.
Pero ahí no sacaron su ticket rumbo a la eternidad, porque solo los Juegos Olímpicos (y el arte) tienen la gracia de inmortalizar. Barcelona’92, Atlanta’96 y Sydney’00 asistieron en convites sucesivos a la puesta en escena de un grupo dirigido por el Zubin Mehta del voleibol mundial, Eugenio George. Todas eran morenas, y todas, espectaculares. Tácticamente no se parecían a sus contrarias, físicamente solo se asemejaban a ellas mismas, y sus remates mecían a Cuba por encima de la net.
Ocho de esas muchachas lograron el tricampeonato estival. O sea, más de un equipo titular. Recuerdo a Lily Izquierdo, tan seria que la habría envidiado Buster Keaton; a Regla Bell, diestrísima a la zurda; a Ana Ibis Fernández, ama y señora de la sobriedad. No he podido olvidar a Marlenis Costa con su atlética gordura; ni a Idalmis Gato y Raisa O’Farrill, pacienzudas y atentas a la espera de una oportunidad.
Mas sobre todo pienso en Regla y Mireyita. En la capitalina esbelta y la camagüeyana diminuta. En las dueñas de la escuadra más grande que ha dado este deporte, con permiso de las Niñas Magas del Oriente. En las voleibolistas más tremendas de la historia, con perdón de Flora Hyman, Cecilia Tait, Ana Moser y Lang Ping. “Hay una mujer al principio de todas las grandes cosas”, escribió Alphonse de Lamartine. Pero a veces… a veces hay dos.
Mireya Luis medía poco más de 1.70 y podía rebasar los tres metros en el salto. Estaba hecha de esa madera con que Dios tala a los fenómenos, vivía en una burla eterna con las bloqueadoras y remataba con una fuerza inverosímil para su frágil apariencia. Figura planetaria a los 18 años, seleccionada la mejor atacadora en Copas, Campeonatos Mundiales y Grand Prix…, cada vez que enfilaba hacia el cielo tras un pase, bajaba con el punto para Cuba (René Navarro dixit).
Cuentan que el día que llegó a la EIDE, la entrenadora que hacía las captaciones la vio demasiado pequeña y, para poder quitársela de arriba, la conminó a tocar el techo de la cátedra. Ella medía 1.48 por entonces, pero alcanzó a rozarlo. “No pude verlo bien. ¿Puedes volver a hacerlo?”, le dijeron. Y Mireya, de nuevo, esta vez casi sin esfuerzo, pasó sus dedos negros por el techo blanco y alto del local. Ese día, la perpleja entrenadora tuvo la certidumbre de que las estrellas son capaces de dar brincos. Inclusive las que no crecen demasiado.
Con Regla fue otra cosa. Regla Torres medía 1.91, de manera que nadie osó poner en dudas su proyección futura. Ganó su primer oro olímpico con 17 abriles –un record no igualado todavía-, y siempre estuvo a la vanguardia de la tropa, halando en lo deportivo y en lo anímico.
Jugadora universal, era un muro en el centro de la malla, sacaba con fortaleza, sabía recibir, gritaba sus ataques con esa autoridad espléndida de las mujeres atractivas. Las cámaras iban una y otra vez en busca de sus ojos, de sus labios carnosos, de sus piernas de gacela inacabable. En no pocas ocasiones le propusieron trabajar como modelo, pero ella prefirió su vocación competitiva a la vacía opción de exhibir telas y tacones. Se retiró muy joven, lesionada y tal vez con desaliento, pero ya había sido designada la mejor del siglo XX.
MI VOTO: Mireya Luis. Si por algo me acerqué un día al voleibol fue por la admiración que me causaba disfrutarla suspendida en el aire, viendo el mundo pasar desde su altura. De una manera sobrenatural, Mireya levitaba. Poco después me percaté de que el número “23” de los Chicago Bulls hacía lo mismo.

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Espectacular como las mismas morenas del Caribe, excelente escrito y de verdad que dos grandes Mireya y Regla, nunca entendí porque Regla había sido elegida la mejor del siglo XX, y es que hay una sola respuesta, el premio era para una, pero merecido para las dos.
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ese fue es y sera el dream team del voly mundial no cabe dudas
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Concuerdo 100% con tu comentario y creo que todos los entendidos en voleibol tengan la misma opinion, las dos fueron inmensamente grandes pero hasta la misma Regla Bell cuando la han entrevistado a dicho que ella no sabe por que la eligieron como la mejor del siglo XX, pero que ella no tiene la culpa, Mireya Luis por mui poco se merecia el titulo, y al respecto a dicho que cualquiera de las dos se merecia el titulo, pero que ella no esta triste por que el titulo se quedo en cuba.
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Y es triste mi gente que ya no estemos en la cuspide porque las morenas hacian gritar llorar podia parar el pais para ver un juego se les estrana
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es triste que ya cuba haya decaido en tantos deportes.
es bien entendible pero lamentable.
solo nos queda decir que lo vivimos.
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es bien entendible pero lamentable.
solo nos queda decir que lo vivimos.

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hay que darles el merito a ellas tambien de haber animado mucho aquel periodo especial del comienzo de los 90s que estaba de p.. con sus triunfos.
tengo ese recuerdo de aquellos veranos con un calor de ... y que a veces el unico incentivo era mirar a las morenas expectaculares, grandes,
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tengo ese recuerdo de aquellos veranos con un calor de ... y que a veces el unico incentivo era mirar a las morenas expectaculares, grandes,

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oye como se llamaba una que tenia tremenda cara de raton, era de volley o de basket?
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ese equipo ademas hizo historia u na vez por la tranca (piñacera) con las brasileras.
dicen que aquello fue tremendo. jajajaj
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dicen que aquello fue tremendo. jajajaj

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Esa era Imilsis Tellez era pasadora de volleyball, pero era de un poco más atrás, aunque coincidió con Mirella también
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conho alquizarenho bravo. esa.
si, es del team anterior que fue bueno tambien (con mamita perez, mercedes pomares, etc) y que tuvo buenas actuaciones en el volley. esas levantaron a cuba en ese deporte, pero las morenas fue la que conquistaron la cuspide.
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si, es del team anterior que fue bueno tambien (con mamita perez, mercedes pomares, etc) y que tuvo buenas actuaciones en el volley. esas levantaron a cuba en ese deporte, pero las morenas fue la que conquistaron la cuspide.

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la mejor sin dudas mirelya luis ,ahi si habia talento ,remataba por cualquier zona y era indetenible ,regla fue buena ,mas mireya mireya era la mejor ,en china cuando jugaba o en japon ,grigtaban ,mireya ,mirella ,que clase equipo señores ,tricampeon olimpico ,le ganaba a brasil siempre en la final ,que tiempos aquellos ,yo recuerdo que el masculino el voly tambien era uno de los mejores solo perdia con italia y hubo un año que fueron campeones la mujere mudiales y subcampeones los hombres ,fue el mejor año del voly cubano, los varones tenia a a yoel despaigne ,diago y muchos mas que tambien pusieron bien en alto el volybol cubano
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Mireya era como de otra galaxia. pero la fuerza de ese equipo no era mireya, sino el equipo completo. todas eran buenas. tenian un banco que en otro equipo eran regulares estrellas.
ahi todas la ponian. y el DT ni hablar, sabia cuando venia una y que venia a hacer, a complementar.
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ahi todas la ponian. y el DT ni hablar, sabia cuando venia una y que venia a hacer, a complementar.

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pero ahi la caballa era Marita Koch, ja ja ja ja
se acuerdan de esa?
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se acuerdan de esa?

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Saludos David como estas yo creo que los record de Marita Koch todavia se mantienen.
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aunque la talla era que todo el mundo en la rda (atletismo) estaban sonados como una cafetera, ja ja j ja
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Si eso si es verdad me acuerdo de un Jabalinista de la RDA (no recuerdo su nombre) que tuvieron que cambiarle a la javalina el centro de gravedad por que el señor ya estaba a punto de sacarla del estadio esos de la RDA se daban sus buenos toques jajaja
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y casi todas las mujeres se volvieron machos y los hombres se convertian cualquier otra cosa, ja ja ja ja
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y me acuerdo una pelea creo que con un barbaro de la RDA pero no recuerdo si fue Stevenson o Jose Gomez, uno de eso, que el aleman corria com un loco
el cubano se paso la pelea cayendole atras al tipo sin poder darle ni un pescozon.
la pelea quedo 3 a 2.
eddy y hector estaban encabronados pidiendo que descalificaran al aleman.
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el cubano se paso la pelea cayendole atras al tipo sin poder darle ni un pescozon.
la pelea quedo 3 a 2.
eddy y hector estaban encabronados pidiendo que descalificaran al aleman.

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