Por Carlos González

Alexis Hernández Milián, en materia beisbolera, fue el clásico trotamundos que jugó en diez países, incluyendo su natal Cuba con la extinta novena de La Habana. Todo un coloso por su somatotipo impresionante, fue un jugador versátil que mayormente ocupó la receptoría. Conocido en la Isla como el Titán, por su virtud de decidir encuentros a la hora de la verdad y por aquella bala recibida en el estómago sin llegar a los 20 años, que estuvo a punto de despedirlo de la pelota.

Se desenvolvió durante seis Series Nacionales (AVE 281 Y HR 26) hasta que un día de mayo de 1999 se cansó de algunas injusticias que le cometieron, además de sentirse agobiado por las pocas oportunidades ofrecidas en los equipos nacionales, y se marchó de Cuba en medio de una tormenta inolvidable junto a otros cuatro compañeros de las series domésticas. Es un cuarentón que destila cubanía casi siempre, recuerda con aprecio a sus formadores y colegas de los distintos conjuntos que integró y lo más importante: puede parecer en ocasiones arrogante por el exceso de sinceridad y transparencia con que dice las cosas, pero Alexis Hernández bien dista de ello.

Es un tipo sin pelos en la lengua, que pone rápidamente los puntos sobre las íes, no teme en hablar, dice nombres y apellidos ante preguntas espinosas. Es un hombre con el que se establece en un abrir y cerrar de ojos un nivel de complicidad sorprendente. Eso se lo agradezco, la amistad solidificada durante y después de la entrevista. Hoy vive en Nicaragua con su esposa e hija y ocupa funciones de entrenador en ese país que le gusta tanto como Cuba y más que Miami. Alardea sobre el potencial que aún conserva su brazo y dedicó varios días para regalarles a Deportistas Cubanos por el Mundo fragmentos de su vida.

Es cierto que tuviste una niñez bien difícil

“Nací en el municipio de Boyeros porque allí existía el único hospital cerca de Bejucal, de donde soy. Mi infancia en Bejucal fue un poco difícil, pues mi madre estaba separada de mi papá y ella trabajaba mucho para mantenernos a mi hermanita y a mí. A mi padre al principio lo veía poco porque estaba en la guerra de Angola.

Debido a problemas personales, con apenas 8 años y mi hermanita solo con dos, anduvimos por las calles a ver dónde dormíamos hasta que una amiga de mi mamá nos dio albergue en su casa, ella se llamaba Barbarita, que en paz descanse. Dormí en el piso por varios días hasta que a mi madre le dieron una casita bien chiquita y vieja en la calle 22. De ahí fuimos pasando por varias casas hasta donde vive actualmente mi mamá.

Tu llegada al beisbol se impuso ante las carestías

“Mi aparición en el beisbol fue por casualidad, o mejor dicho, DIOS me abrió esa puerta. Yo veía jugar a mis primos Andrés, Ariel y Alfredo en la calle y un día me puse a jugar con ellos. Tenía diez años y Andrés era el cuarto bate de la PRE-EIDE que dirigía Mario Pedroso y Mayito Trujillo. Pero mi primer entrenador fue el Pipe, que ni terreno tenía, y yo jugaba en short, sin zapatos, ni camisa y así me presenté y al otro día fui a jugar al poblado de la Salud, cerca de Bejucal.

Lo hice de maravilla, bateando y tirando, porque siempre tuve un fusil en el brazo desde niño y me pusieron en el jardín derecho y ganamos el juego con un tiro a home que hice. De ahí me fui a probar a la PRE-EIDE y ese mismo año fui uno de los mejores de la provincia, válido para ir la Serie Nacional infantil y quedamos campeón.
Después me bequé en la EIDE y la ESPA e hice todas las categorías. Siempre tuve muy buenos promedios en las nacionales infantiles, pero cuando aquello no hacían equipos Cuba. Siendo casi mi primer año en el 15-16, hice la Nacional juvenil con peloteros de la talla de Oscar Macías, José Ibar, Alexis Cabrejas.

Ellos eran último año y yo más joven, era un orgullo para mi estar ahí. Aunque casi ni jugué, me sentí feliz. Al otro año, siendo mi segundo en el 15-16, bateé 489 y fui el líder en hit con 29, en 14 juegos, implantando un record y me llamaron para la preselección juvenil. Estuve muy bien, pero me dejaron fuera porque era muy joven, fue la excusa que me dijeron”.

¿Y después qué vino?

“Lloré como niño y cuando llegué a mi casa me habían mandado el uniforme del equipo Habana porque me pusieron en la reserva. Después fui al Mundial juvenil en Canadá, en lo que constituyó mi primer equipo Cuba. Bateé 486 de average y perdimos el oro contra Estados Unidos por trampas. El ampalla de segunda base les estaba dando las señas a los estadounidenses y cuando nos dimos cuenta ya era tarde. Pero el juego más difícil fue el del día antes y a mí no me pusieron a jugar porque hice algo feo.

Me robé una camiseta en una tienda, yo era un niño inmaduro y solo nos dieron 34 dólares para comprar. Imagínate en un país tan grande que vas hacer con 34 dólares y nos llevaban a las tiendas más caras. En una de ellas había una camiseta que valía 29 dólares, entonces me la robé y llegaron dos policías y se las di y pedí disculpas. Ellos entendieron y me dejaron ir sin ningún problema y me dijeron que no lo hiciera más.

Nosotros vimos como nuestros jefes compraban televisores, ropas, grabadoras; y nosotros nada. Entonces el jefe de la delegación me dijo que eso que hice era en contra de la revolución, y que tenían que suspenderme. Hace poco me enteré que esa persona se fue del país, que irónico verdad.

En la semifinal no abrí el juego por lo antes mencionado. En el inning 13 perdíamos 2-1 ante Taipéi de China, y teníamos hombre en primera con dos outs. Venía a batear Rey Ordoñez y le dije a mi compañero Ariel Tápanes que le diría a Chávez que me diera un chance al bate. Chávez dijo que me pondría a batear porque era yo el único que podía decidir el juego. Ese chino estaba encendido y me puso rápidamente en conteo de dos strikes y dos bolas. Pido tiempo y miro hacia el banco y todos mis compañeros estaban con la cabeza gacha y algunos llorando. Le di un palo tremendo al lanzador por todo el center field, la bola dio contra las cercas y empate el juego. Después el granmense Guevara Ramos dio un hit y anoté, los dejamos al campo.

Al otro día por el oro fui el más valioso por Cuba, conecté jonrón y doble, pero perdimos. Lo triste fue que bajándome del avión en Cuba me dijeron que estaba suspendido por dos años y me quedaba uno juvenil. El mundial de esa temporada fue en nuestro país, yo era el cuarto bate, como sufrí todo por un pulóver”.

En medio de esa suspensión, te incorporas al Servicio Militar y se puede decir que Pineda deviene salvador de tu carrera deportiva. Sin embargo, después recibes un disparo y de nuevo, de un hilo colgaba tu futuro…

“En 1990 me agarra el Servicio Militar por estar suspendido, pero José Miguel Pineda me iba a buscar al servicio para que fuera a la preselección del equipo Habana. Una vez dijo en una entrevista que yo iba a hacer el segundo Omar Linares de la Isla, pero en unas Charangas de Bejucal por desapartar una bronca, me dieron un tiro en el estómago. Y de nuevo mi carrera la vi truncada, gracias a DIOS que me salvó la vida. La gente daba por terminada mi carrera cuando me veían caminar y demasiado flaco, perdí muchas libras con ese tiro.

Pero Jesús Jufré, uno de mis mejores entrenadores, me dijo un día: “mañana te quiero ver temprano en el terreno y lleva los spikes. Yo dije: “este está loco”. Eso fue en el 91 y me puso a caminar con spikes por el terreno, después a trotar, a batear y fui ganando fuerza porque también Gustavito Martínez me entrenó en el gimnasio.

Ese año jugué la provincial y hago el equipo Habana con asombro de todos. La pelota cubana en aquel tiempo era de mucha calidad, recuerdo que había gente en la reserva de los equipos, que actualmente son team Cuba. Te digo más, las provinciales que nosotros jugábamos eran más fuertes que estas Series Nacionales.

Había peloteros que no iban ni a la preselección y si fuera hoy hacían equipo Cuba. Solo por citar un nombre y creo que todavía juega con casi 50 años, y batea, William Hernández, de San Antonio de los Baños. Ese nunca hizo equipo Habana y daba muchos palos”.

Compartiste con recios bateadores de aquella tanda imborrable del Habana
“Compartir novena con Romelio, Millán, Pedro Luis, Macías, Manolito Morales, Miranda, Nacho, Cuesta, Luis Crespo, Pablo Hernández, Mario Véliz, Javier Gálvez, Pedroso, Collazo, Machado, El indio, Ángel Hoyos, Arozarena, Andy, Neylán, Nataniel, Luis Javier, Navajita, Juan Miguel Almeida, Ibar, Torriente y sé que me faltan algunos, fue una de mis mejores experiencias .

Imagínate, crecí oyendo el nombre de Romelio Martínez y un día somos tercer y cuarto bate en provinciales, es algo lindo.
Un recuerdo que tengo es que en el año 1997 fui el que más jonrones dio de mi equipo por encima de Romelio, Millán y Macías. Eso fue algo grande para mí. Rememoro un día en Miami, compartiendo con el Toro Millán, Macías, Andy, Neylán y otros, que el Toro me dijo: yo me sentí muy orgulloso porque tu fueras el que me sustituyeras porque bateabas mucho también.

Sé que no fuiste afortunado con los equipos Cubas, pero cuántos integraste

“Bueno, equipos Cuba que hice están el Mundial juvenil en Canadá 1989. El equipo nacional menores de 23 años en 1993, en El Salvador en una Copa por la Paz. Luego otra Copa por la Paz en 1995 en Venezuela. También integré el Cuba B en 1997 a Colombia”.

¿Se sintió a gusto completamente Alexis Hernández en su paso por el béisbol cubano?

“Considero que fueron injustos conmigo en varias ocasiones, pero te voy a mencionar dos.

La primera cuando me suspendieron por lo del pullover y no pude participar en el Mundial juvenil de Cuba en el 90, y la otra en 1997 cuando batee 370, di 18 jonrones, a uno de Kindelán, y no me llevaron a la preselección. Recuerdo que llevaron a Pestano que no había rendido nada y a mí me dijeron que no, porque no tenía posición, cuando yo las jugaba casi todas. Me sentí muy mal y al otro año me fue mal, hasta me suspendieron también.

Sin dudas, mi mejor momento en las Series Nacionales fue en el 97. Desbaraté la pelota y era mi primer año como regular, porque Pedro Luis Rodríguez se había ido o lo habían retirado. Todos los equipos Cuba significaron algo para mí y tuve la dicha que en todos batee más de 400, pero sin dudas, los más impactantes fueron el Mundial juvenil y en Colombia, que hice el equipo con peloteros de la talla de Javier Méndez, Julio Germán, Scull, Ibar, Oscar Machado, Carlos Yanes, Juan Padilla, El Pipuri Cárdenas, Andy Morales, Tisert, Campillo, Pablo Civil, Benavides, Ariel Cutiño, Rubén Rodríguez, el Pincho Echavarría, Santiesteban, Carmona como manager y otro de Bejucal que fue conmigo como coach, Mayito Trujillo”.

Me arriesgo a decir que el director con el que te quedas es José Miguel Pineda, ¿me equivoco?

“Tuve varios directores, pero el que más me marco fue José Miguel Pineda. El Conde, que en paz descanse, era un hombre muy respetado por nosotros y era muy inteligente, buen amigo”.

¿A quién le debes tu versatilidad?

“Si fui versátil se lo agradezco a DIOS, por el gran brazo que me dio y todavía lo tengo sonríe-. Los muchachos que entreno me lo dicen.

¿Qué opinas del celebérrimo retiro masivo a muchos peloteros de clase a fines de los noventa?

“Para mí el retiro masivo a esos peloteros fue una locura. Los retiraban en plenitud de facultades. La mayoría aceptaba por la gran crisis económica que había y un viaje representaba mucho en ese tiempo. Pero para mí estuvo muy mal eso”.

En mayo de 1999 te vas de Cuba ilegalmente

“Me fui en el 99 porque la verdad que ya no tenía oportunidad, no me sentía a gusto con todo lo que me habían hecho.

Tengo entendido que fueron horas dignas de olvidar

“Imagínate, en el mar, por muy grande que sea el barco, con una tormenta y las olas pasaban por encima de uno y de noche recuerdo que había de todo en esa embarcación: cervezas, comida, etc. y nadie comió ni tomó. Yo creo que fui el único que comió, tomó y no vomitó, para mi que era hambre vieja-sonríe- .Duramos 33 horas en el mar, exhaustos, no se lo recomiendo a nadie”.

¿Y luego?

“Llegamos a República Dominicana y de ahí para Costa Rica. De allí me voy a jugar a Canadá con un compañero a una Liga Independiente, porque los Yankees nos querían ver jugar en una liga fuerte para firmarnos y duré como una semana para jugar porque se demoraba el permiso y había mucha expectativa, pues veníamos con un poco de fama de Cuba. Yo nunca imaginé que me conocían tanto, repasaban reportajes míos cuando jugué el Mundial juvenil allí, noticias mía jugando en Colombia contra los profesionales e imágenes de Cuba yo dando jonrones.

Por fin llegó el primer día de jugar. Mi primer turno al bate, y al primer lanzamiento de un pitcher zurdo, le doy jonrón.

Ese estadio se cayó abajo, batee ese juego de tres uno, pero ese batazo bastó para convertirme en el jugador de la noche. Imagínate, tanta propaganda conmigo y al primer pitcheo doy jonrón, me gané esa ciudad por completo.

Cuando se acaba la temporada los Yankees me llaman y me felicitan y me dicen que me quieren ver jugar en México, en la Liga del Pacífico, la más fuerte. Allí batee para 333.

Llegó el momento en que los Yankees firmaron a Andy Morales y a ti. ¿Te sentiste complacido?

Vamos por pasos. Los Yankees nos hicieron la prueba a Andy Morales y a mí en privado. Nos firman a los dos. A Andy por cuatro millones, y no por menospreciar a Andy que es mi hermano y él mismo me lo dijo, ese día yo lucí como nunca, venía más entrenado que él porque yo estaba jugando en México y él no. Yo di de 15 batazos, 9 jonrones y me pusieron a tirar de todas las bases, se enamoraron de mi brazo y yo solo firmé por mucho menos que él, que se lo ganó porque jugó contra los Orioles y dio un cuadrangular importante.

Tu llegada a Estados Unidos fue un tanto similar a la infancia vivida en Bejucal

“Cuando llego a Estados Unidos no tenía a nadie. Unos primos lejanos que me dijeron que no podía quedarme en su casa porque no cabía más nadie. Llamé a una amiga de mi papá que ni conocía y en dos minutos me recogió en el aeropuerto. Solo tenía un cuarto. Yo dormía en el sofá, pero con unas ganas tremendas. Rosario Padrón muchas gracias por ayudarme.

Después me encontré con una muchacha que había conocido en Costa Rica y me casé con ella y tuvimos un hijo. Posteriormente me separé de ella y mi hijo hoy tiene 12 años y juega al futbol americano.

Estuvo un tiempo entrenando en la academia de Contreras, pero le dieron un programa para jugar este deporte y es lo que le gusta”.

En tu carrera fuiste una especie de trotamundos, pues jugaste en varias naciones

“Jugué en muchas ligas: Canadá, Estados Unidos, Puerto Rico, Venezuela, México, Taiwán, Dominicana, Korea y terminé en Nicaragua, ya con los últimos cartuchos”.

¿Qué te ocurrió con Nik Jhonson en la sucursal AAA de los Yankees?

“Cuando llegué a los Yankees pasé una pena muy grande en en el bus de AAA, ya que íbamos a jugar un partido de exhibición contra Toronto creo y me monté de primero para coger el mejor asiento. Nik Jhonson me bajó y me dijo que los novatos subían de último.

Pero Alfonso Soriano me dijo: Cuba, siéntate en el mío y demuéstrales con el bate. Ese día batee de 4-3 y di un jonrón, además de empujar cinco.

Nik Jhonson me preguntó de qué planeta había salido yo, porque también sorprendí dos corredores en primera que casi él se traga la pelota y cogí a dos robando.

Te retiraste sin llegar a Grandes Ligas. Las lesiones te mellaron tu continuidad en la pelota

“Después me cambiaron y me daban baja por lesiones hasta que llego a Arizona y soy el jugador más valioso y Kansas me quería para jugar en Grandes Ligas y en un juego se me explotó la rodilla, tenía 34 años. Después jugué algunas ligas independientes pero sin sueños y vine a jugar a Nicaragua por 5 años. En ese país todavía tengo un record vigente: el de un extranjero que más juegos ha decidido.

Me retiro en el 2011 porque en las ligas menores mantuve un record de batear trescientos por diez años. En el 2011 recuerdo que comencé muy bien pero me pusieron a catchear en Texas y se me jodió la otra rodilla y una doctora me dice que ya tengo que retirarme porque es una lesión crónica”.

En Nicaragua: primero jugador y hoy entrenador
Ya llevo varios años en Nicaragua como entrenador y los equipos me buscan. He estado también en academias, por ejemplo en la del exbigleaguer Vicente Padilla y en equipos de la profesional con León y Chinandega y de primera división como Jinotega, Estelí y Toros de Chontales”.
Cuba

“Estuve 14 años sin ir a Cuba. En el 2013 fui tres veces y lo que más quiero y extraño de ella es volver a jugar aunque sea un inning allá. Extraño a mis amigos y a mi familia y a las Charangas de Bejucal”.

El Titán de Bejucal, según el sitio Baseball-Reference.com, acumuló desde el 2000 hasta el 2010 en disímiles ligas un promedio de 305, con 62 vuelacercas, 94 tubeyes, 516 inatrapables, 306 impulsadas y 243 anotadas.