Aunque los Cocodrilos parecen marchar viento en popa, el retorno del recio bateador a la nómina regular podría ser una garantía nada despreciable, cuando se aproxima la llamada hora de la verdad.
El slugger yumurino, por su experiencia en el béisbol nipón, sería de mucha utilidad en un equipo que, aunque juega con absoluta armonía, todavía le queda por delante la etapa más difícil.
Gracial expresó su deseo de incorporarse con los Rojos de Matanzas en los play off, y algunos no descartan que lo haga un poco antes. Con toda seguridad, puede ser un aporte importante, algo así como una chispa de esperanza en las aspiraciones de los Cocodrilos, conjunto con el cual ha acariciado el título en más de una oportunidad.
Luego de unas semanas de descanso tras un año de incansable actividad, apenas sin tregua, por estos días se le ha visto entrenar en el estadio Victoria de Girón, sobre todo en horas de la mañana.
«Me siento bien física y mentalmente, y comencé a hacer algo de preparación para buscar poco a poco el nivel conveniente antes del regreso», sostuvo.
En su segundo año en Japón con Los Halcones de SoftBank se mostró en su apogeo, debido, según él, a «un poco más de experiencia y mayor concentración».
Una tremenda temporada que hacía vislumbrar, no sin razón, un buen desempeño en la segunda edición del Premier 12, donde primero se decidiría la suerte de Cuba de cara a los Juegos Olímpicos de Tokio 2020.
–¿Cuál fue la razón de tan bajo rendimiento en el Premier 12?
–Llegamos con el deseo de hacer el máximo esfuerzo para contribuir a la victoria, pero las cosas no salieron. No había presión, pero así es la pelota.
–Por esos días circularon opiniones de que ustedes no se encontraban en forma, que quizá habían festejado en exceso el triunfo de su equipo. ¿Cuánto hay de cierto en eso?
–La gente comenta lo que no es. En realidad, no pasó nada, la fiesta para celebrar la victoria fue una cena. Los japoneses no festejan como los cubanos, lo hacen a su manera, más tranquilo.Luego tratamos de no perder el nivel competitivo e hicimos preparación casi todos los días. Esa es la única verdad.
–A los aficionados les resulta curioso ese ritual en el que al llegar al dugout, luego de conectar cuadrangular, lo disfrutas con un jugador japonés en lo más parecido a un sparring real. ¿De quién se trata?
–Es el receptor Hiroaki Takaya, el número 12. Hay cierta afinidad entre nosotros, por eso cuando yo doy jonrón él se sitúa al final de la fila y simulamos un intercambio de golpes; es una ceremonia que se repite de forma invariable y a la gente le gusta.
–¿Cuál es tu mayor aspiración ahora mismo?
–Como siempre digo, salir a dar el ciento por ciento en el terreno, esta vez por mi equipo, por mi provincia.