A kilómetros de distancia se podía advertir el morbo. Desde que los Gourrieles decidieron vestirse de azul todas las tensiones apostaban a un instante: el debut de Yulieksi Gourriel en la que por doce años fuera su valla.
Por días y semanas la comidilla ha minado no solo los contornos espirituanos. Cada quien construyó su noticia “a imagen y semejanza” de la especulación y el chismorreo. De boca en boca crecían las preguntas: ¿Qué le gritarán? ¿Cómo lo recibirán?. Hasta se corrió “el chisme” de que no vendría con el equipo y en algunos sitios se armaban provocadores y agresivos carteles, algunos de los cuales fueron “decomisados” en el escenario de los hechos.
Muy pocos han podido abstraerse de este contagio y mantenerse al margen. Muy pocos llegaron hasta el “Huelga” la noche de este martes, pendientes del pizarrón o movidos por el halo que siempre implica enfrentar a Industriales, mucho menos por la mala racha que atraviesa hoy la tropa de los Gallos.
Una mezcla de sensaciones extrañas invadía el graderío que a las siete y quince de la noche enseñaba escasos espacios vacíos. Y pasó lo que pasó….
Desde la amplificación local, se anunciaba la alineación de los azules: “Yulieki Gourriel, tercera base!”. El nombre retumbó raro en el estadio. Tímida primero, más cerrada después, la ovación se hizo escuchar e hizo la diferencia del resto de los azules.
Quedaba por venir el otro instante. El de empuñar con casaca de contrario a Noelvis Hernández, el pitcher que un día defendió. Y entonces las expectativas, al menos las de muchos, se tradujeron en un aplauso más perceptible de una afición que, en mayoría, optó por hacer pactos con la ética ¿o la reconciliación?
Y el morbo llegó a su punto clímax. Yulieski falló por la vía del ponche y el “Huelga” estalló de delirio, tal vez porque sintió “vengado” su orgullo.
A minutos de las ocho, al “Huelga no le cabía un alma en un lleno que no había conocido en esta Serie y sus arterias aledañas conducían más espectadores. Entonces la noticia no necesitó amuletos para resaltar. La noche echó a andar su arcoiris de pasiones y fue cambiando de tonos cada vez que “El Yuli”, como también le corearon, se paraba en el cajón de bateo o defendía el cojín de tercera. Lo mismo un strike que un foul, un rollign fallido que un hit, una atrapada o un boleto. Todo cuanto hizo arrancó expresiones diversas y echó andar la polémica sobre las gradas.
El “Huelga” se dividió en dos. Sería cuestión de transfusión sentimental o de rencores desbordados. Mas, una banda, la de primera, se tiñó de “azul”, sumó nuevos “industrialistas” en tierra de Gallos y aupó cada acción del nuevo capitalino. Otra banda, la de tercera, aceptó por rachas el reto y echó mano a los coros ofensivos que no parecieron inmutarle, quizás, porque le sonaron familiares en esta propia valla.
Hacia el quinto capítulo, ya los aplausos habían ahogado a los chiflidos. Con un partido 5-0 a favor de los azules, Yulieski consumía su cuarto turno al bate. Entonces, un coro gigante de “se va, se va, se fue” selló el armisticio de la jornada y el “vitoreado” respondió con hit. .
Con tal desaliño y con Yulieski fuera del encuentro, hacia el séptimo capítulo ya el Huelga se había desinflado y con él, el espectáculo, la noticia. Con el 8-0, los Gallos rubricaban otra derrota, la novena en su casilla de descalabros.
Mas a esa alturas, muchos ni repararon demasiado en el fracaso.
Unos echaron de menos las dos impulsadas de Yulieski esta noche. Otros remarcaron sus rencores ¿o dolores? hacia el nuevo león y ansían otro chance para lavar la afrenta.
No es cuestión de novelas mediáticas. Un estadio repleto a la espera de un instante dice más que mil palabras.
Por días y semanas la comidilla ha minado no solo los contornos espirituanos. Cada quien construyó su noticia “a imagen y semejanza” de la especulación y el chismorreo. De boca en boca crecían las preguntas: ¿Qué le gritarán? ¿Cómo lo recibirán?. Hasta se corrió “el chisme” de que no vendría con el equipo y en algunos sitios se armaban provocadores y agresivos carteles, algunos de los cuales fueron “decomisados” en el escenario de los hechos.
Muy pocos han podido abstraerse de este contagio y mantenerse al margen. Muy pocos llegaron hasta el “Huelga” la noche de este martes, pendientes del pizarrón o movidos por el halo que siempre implica enfrentar a Industriales, mucho menos por la mala racha que atraviesa hoy la tropa de los Gallos.
Una mezcla de sensaciones extrañas invadía el graderío que a las siete y quince de la noche enseñaba escasos espacios vacíos. Y pasó lo que pasó….
Desde la amplificación local, se anunciaba la alineación de los azules: “Yulieki Gourriel, tercera base!”. El nombre retumbó raro en el estadio. Tímida primero, más cerrada después, la ovación se hizo escuchar e hizo la diferencia del resto de los azules.
Quedaba por venir el otro instante. El de empuñar con casaca de contrario a Noelvis Hernández, el pitcher que un día defendió. Y entonces las expectativas, al menos las de muchos, se tradujeron en un aplauso más perceptible de una afición que, en mayoría, optó por hacer pactos con la ética ¿o la reconciliación?
Y el morbo llegó a su punto clímax. Yulieski falló por la vía del ponche y el “Huelga” estalló de delirio, tal vez porque sintió “vengado” su orgullo.
A minutos de las ocho, al “Huelga no le cabía un alma en un lleno que no había conocido en esta Serie y sus arterias aledañas conducían más espectadores. Entonces la noticia no necesitó amuletos para resaltar. La noche echó a andar su arcoiris de pasiones y fue cambiando de tonos cada vez que “El Yuli”, como también le corearon, se paraba en el cajón de bateo o defendía el cojín de tercera. Lo mismo un strike que un foul, un rollign fallido que un hit, una atrapada o un boleto. Todo cuanto hizo arrancó expresiones diversas y echó andar la polémica sobre las gradas.
El “Huelga” se dividió en dos. Sería cuestión de transfusión sentimental o de rencores desbordados. Mas, una banda, la de primera, se tiñó de “azul”, sumó nuevos “industrialistas” en tierra de Gallos y aupó cada acción del nuevo capitalino. Otra banda, la de tercera, aceptó por rachas el reto y echó mano a los coros ofensivos que no parecieron inmutarle, quizás, porque le sonaron familiares en esta propia valla.
Hacia el quinto capítulo, ya los aplausos habían ahogado a los chiflidos. Con un partido 5-0 a favor de los azules, Yulieski consumía su cuarto turno al bate. Entonces, un coro gigante de “se va, se va, se fue” selló el armisticio de la jornada y el “vitoreado” respondió con hit. .
Con tal desaliño y con Yulieski fuera del encuentro, hacia el séptimo capítulo ya el Huelga se había desinflado y con él, el espectáculo, la noticia. Con el 8-0, los Gallos rubricaban otra derrota, la novena en su casilla de descalabros.
Mas a esa alturas, muchos ni repararon demasiado en el fracaso.
Unos echaron de menos las dos impulsadas de Yulieski esta noche. Otros remarcaron sus rencores ¿o dolores? hacia el nuevo león y ansían otro chance para lavar la afrenta.
No es cuestión de novelas mediáticas. Un estadio repleto a la espera de un instante dice más que mil palabras.