En pleno Mundial de Fútbol mucha gente en Cuba se suele hacer la misma pregunta: ¿por qué no tenemos un equipo en la cita? Es una pregunta casi retórica. Ahora mismo yo no voy a contestarla. Podría responder con otra pregunta: ¿tendríamos que tenerlo?

Ya sé que muchos de mis compatriotas dirán que sí, que nos lo merecemos. Y puede que de verdad lo necesitemos, viendo la creciente popularidad del fútbol en el país.

Después del béisbol (y algunos incluso se preguntan hasta cuándo durará la primacía del béisbol en el gusto nacional), el fútbol atrae la mayor cantidad de aficionados en Cuba.

Solo hay que salir a la calle. Hace algunos años lo más habitual era que los niños y los no tan niños armaran un juego de pelota en cualquier esquina. Ahora también arman uno de fútbol. Y los muchachos sueñan con emular a los grandes héroes de ese deporte.

Es singular, teniendo en cuenta de que la cultura nacional ha privilegiado (ojalá siga privilegiando… esta es una opinión particular) al béisbol. Pero lo cierto es que en los últimos años, por diferentes circunstancias, hemos tenido mucho más acceso a la información sobre el mejor fútbol internacional.

De pelota solo ahora se están transmitiendo algunos juegos de ligas internacionales. Y con limitaciones, por cierto. Pero de las ligas profesionales de fútbol hace mucho que se habla en los noticieros.

Lástima que ese interés no tenga el suficiente respaldo material. Está visto: no hay terrenos, no hay pelotas, no hay planes contundentes de formación de atletas. Y esa infraestructura, obviamente, no se puede crear de un día para otro.

No voy a pecar de optimista: pasarán muchos años antes que clasifiquemos para un Mundial de Fútbol. No será para el siguiente, ni siquiera para el que venga detrás. Estoy tentado, incluso, a ir más allá. Algunos de mis colegas, especializados en el deporte, afirman incluso que teniendo en cuenta el panorama, ni en medio siglo.

A lo mejor (a lo peor) resulta que nunca clasifiquemos.

Pero lo que nadie nos quitará será el placer de disfrutar el Mundial, jugada a jugada. Y mientras aguardamos (con toda la calma del mundo) la presencia de Cuba entre los equipos, vamos apostando por otros.

Si uno revisa ahora mismo la encuesta de CubaSí, se dará cuenta de que en Cuba (casi todos los votantes son cubanos) la mayoría de la gente apuesta por Brasil. El juego contra Chile fue un rompecorazones. Hasta el punto de que la victoria en los penales provocó en mi barrio una algarabía tan grande como la del año en que ganó Industriales.

Los niños juegan fútbol cerca de mi casa y uno grita: “¡Yo soy Neymar!” Otro responde: “¡Yo soy Messi!” Y un tercero aventura: “¡Yo soy Cristiano Ronaldo!”. Los demás se ríen: “Bueno, pues puedes irte, porque Portugal perdió”.

Son los héroes de ahora mismo, a falta de héroes nacionales.

Por suerte todavía en los juegos callejeros de pelotas los referentes son nacionales. ¿Por cuánto tiempo? Esperemos que para toda la vida. Esperemos.