Si usted examina la tabla de posiciones de la presente Serie Nacional de Béisbol, podrá percatarse de que cinco equipos exhiben más derrotas que victorias cuando juegan lejos de sus predios, con algunos casos críticos como Isla de la Juventud, Pinar del Río, Artemisa y Holguín, los dos primeros todavía con remotas opciones de clasificación, pero los Cazadores y los Cachorros ya eliminados de toda lucha por entrar en la postemporada.
El tambaleante desempeño fuera de casa nos motivó a indagar con los protagonistas del clásico de las bolas y los strikes sobre las causas de tantos fracasos, tendencia manifiesta no solo en la actual contienda, sino que nos persigue desde hace varias temporadas.
¿Acaso tener el público en contra influye de manera determinante? ¿Afecta en exceso a los jugadores estar tanto tiempo alejados de su tierra y su familia? ¿Pesan demasiado los constantes y largos viajes por todo el país? ¿Están en igualdad de condiciones el home club y el visitador?
Estas fueron algunas de las interrogantes que surgieron, despejadas por los mentores envueltos en la segunda fase del campeonato, así como por federativos de la Dirección Nacional de Béisbol (DNB), encargados de la organización del torneo doméstico.
¿¡40 VS. 25!?
Para Roger Machado, timonel de los Tigres avileños, el principal problema cuando salen a valla ajena es de índole psicológico. “Pueden influir muchas cosas, pero a mi juicio eso es lo determinante, además de que el local conoce mejor el terreno y cuenta con el apoyo mayoritario de la afición”.
Sin embargo, en el intercambio con otros directores afloró el dilema de que solo pueden viajar con 25 peloteros, mientras el anfitrión tiene la posibilidad de oxigenar su nómina cada día con los 40 inscritos, ya sea por perder algún lesionado, un serpentinero por la cantidad de lanzamientos, o simplemente si el mánager aprecia que necesita a otro hombre.
“La mayor limitante es que solo permiten llevar a 25 hombres, y por mucho que reduzcas la cantidad de jugadores de campo, alcanza para colocar diez pitchers, de ellos cuatro abridores. Es decir, te quedas con seis relevistas para afrontar giras de 12 partidos en ocasiones”, explicó a Granma el guía de Industriales, Lázaro Vargas.
“Las reglas deben ser justas y parejas para todos. No debe haber ventajas por ser local o visitador. La cantidad de peloteros a que tiene derecho un equipo, sea cual sea, tiene que ser la misma”, sustentó Carlos Martí, veterano estratega al frente de los Alazanes granmenses.
“Con una estancia larga de home club, puedo echar mano a 40 atletas, una ventaja considerable respecto al contrario. La nómina oficial es de 25, pero todos los días tengo la potestad de renovarla, mientras el visitante está atado a la cifra fijada”, añadió el mánager oriental.
Desde el punto de vista psicológico la afectación existe y hace mella en cualquier conjunto, incluso en los más fuertes. “Por ponerte un ejemplo, yo tengo 25 hombres en el dogout y el contrario más de 30 y hasta 40. A simple vista ellos apoyan, gritan, salen a saludarse en masa, y nosotros somos un grupito pequeño”, reflexionó José Luis Rodríguez, mentor de Isla de la Juventud.
Sobre la discordia, Tony Castillo, quien se encuentra al frente de la Serie, aseguró a nuestro diario que la DNB considera suficientes los 25 peloteros, pues ya en la segunda fase las giras no son tan largas ni todos los equipos deben salir por tres subseries o más.
Aún así, la realidad demuestra todo lo contrario, pues no son pocos los partidos de abundante ofensiva, sin obviar los extrainnings, en los cuales se utilizan más serpentineros de lo normal.
“Muchas veces tienes que dejar en el box a un hombre que le están bateando, pero no es porque no quieras cambiarlo o no desees ganar, se trata de que no tienes más lanzadores disponibles. Por eso vemos con frecuencia esos partidos tan abiertos, con relevistas que permiten muchas carreras y son aguantados”, recalcó Vargas.
No es difícil entonces reconocer la ventaja del local por cambiar jugadores de un día para otro, aunque dicha normativa “los directores la estudiaron antes del certamen, y después aprobaron el reglamento en el Congresillo Técnico”, según aclaró Tony Castillo.
KILÓMETROS VAN Y VIENEN
No es menos cierto que nuestros peloteros devoran una enorme cantidad de kilómetros temporada por temporada, mucho más con calendarios veleidosos como los programados en los últimos años, con los cuales varias novenas se han visto muy perjudicadas.
“Si me preguntas el porqué de los resultados negativos como visitador, creo que los viajes son determinantes, es una tendencia mundial, sobre todo en las ligas que tienen desplazamientos largos. El hecho de trasladarse influye, eso no lo ponemos en duda”, explicó Castillo.
“Estamos en la punta del país y tenemos que recorrer muchos kilómetros, algo agotador. Nuestro equipo si está en buen momento, puede jugar lo mismo de visitador que de home club, pero el inconveniente del kilometraje perjudica en sentido general”, consideró Alfonso Urquiola, mentor pinareño, uno de los conjuntos más afectados por lo disperso del organigrama.
Por su parte, José Luis Rodríguez, timonel de los Piratas pineros, señaló que sus discípulos normalmente deben hacer dos viajes, de la Isla de la Juventud a Batabanó, y luego hasta el otro destino, que puede ser cercano o muy lejos.
“Un viaje de esta magnitud, cuando vas al Oriente, puede tomarte más de 20 horas, con la agravante de que en algunas provincias el visitador se hospeda en los hoteles más lejanos, como en Ciego de Ávila, donde nos quedamos en Morón”, afirmó Rodríguez.
MEDIDAS ¿DESESPERADAS?
Es cierto que las largas travesías pueden tener un impacto importante en el desempeño de los visitadores, pero es prácticamente coincidente el criterio del déficit de peloteros cuando se sale a la carretera, lo cual ha provocado medidas de diversa índole para contrarrestar la desventaja.
“Algunos equipos llevan más jugadores, los entran clandestinos en los hoteles o dejan en casa parte de su equipo técnico o médico”, develó el mentor holguinero, Irochis Bartutis, sustentado por Carlos Martí.
Sobre el asunto, Tony Castillo comentó que la DNB lucha porque cada escuadra tenga la cantidad de personas reglamentadas en los hoteles, y que no lleven más de 25 peloteros.
Pero esta no es la única opción que manejan los directores, también se cambian jugadores no aptos para salir al ruedo por lesión o exceso de lanzamientos, pero esto siempre se produce con los recursos del equipo o la provincia en cuestión, pues no hay mecanismos creados desde la DNB para facilitar el asunto.
“Debería permitirse viajar con más. Trabajamos para el pueblo y con la tarea de brindar un buen espectáculo. A nosotros nos tocaron cuatro subseries fuera, sin posibilidades de ir a casa. En estos casos, si el movimiento es entre provincias cercanas hay que buscar cambios de atletas, por nuestros medios, con el único apoyo de las autoridades provinciales”, espetó el artemiseño Danny Valdespino.
En este sentido, se ensancha la brecha respecto a los pineros, quienes tienen la peculiaridad de encontrarse separados por mar de la isla grande y, por ende, no disponen de las mismas “facilidades” que otros equipos.
“Es mucho más sencillo para las autoridades de Matanzas o La Habana, por citar dos ejemplos, poner un carro que traslade a los jugadores no aptos, pero no se encuentra tan fácil un barco o un avión para reponer a los hombres desde Isla de la Juventud”, añadió José Luis Rodríguez.
¿CONSECUENCIAS? ¿SOLUCIONES?
La realidad es evidente: nuestra Serie Nacional y el béisbol están sufriendo, entre otras cosas, por las dificultades que afrontan los equipos en la carretera, reflejadas en que cada vez son más los partidos deslucidos.
Hablamos de concentrar la calidad, pero vamos justo en la dirección opuesta al permitir la disponibilidad de 40 peloteros a cada home club, cifra demasiado alta si verdaderamente aspiramos a un espectáculo real. Además, con solo 25 peloteros del visitador, se están matando sus opciones de estrategias, sin obviar que se limita la especialización del pitcheo, porque al no dar abasto en una gira muchos deben desdoblarse como abridores y relevistas.
Las soluciones que las provincias han encontrado para no entrar en franca desventaja son, en primer orden, costosas, porque el traslado de un lugar a otro y las sustituciones en medio de las subseries reportan gastos a las autoridades de los territorios.
Además, la variante de sustituir personal médico por atletas, instaurada como una práctica común por la mayoría de los conjuntos, es un riesgo en potencia, porque un fisioterapeuta, un doctor o un psicólogo son trascendentales en cualquier colectivo, ya sea para atender lesiones o un aspecto tan importante como la concentración y el enfoque.
Aumentar al menos en tres el número de efectivos cuando se hacen las maletas es un reclamo de jugadores y mánagers, y no puede comprometer tan radicalmente los presupuestos, más si se equiparan las cifras de peloteros para ambos equipos, otra máxima a aplicarse cuanto antes en beneficio absoluto del deporte.
“Dicen que es para ahorrar, pero con el atleta no se puede ahorrar, eso hay que hacerlo por otro lado, porque el atleta siempre hace falta, y además, son ellos los principales actores del espectáculo”, sostuvo el avezado Alfonso Urquiola.
Amén de todas estas deficiencias, que se deben discutir con mucha seriedad de cara a la próxima campaña cuando cada mánager tenga la oportunidad, jugar en la carretera debe afrontarse como una ocasión para consolidar alianzas internas, siempre con planificación detallada, aspecto que les permitirá a todos crecer mentalmente.
El tambaleante desempeño fuera de casa nos motivó a indagar con los protagonistas del clásico de las bolas y los strikes sobre las causas de tantos fracasos, tendencia manifiesta no solo en la actual contienda, sino que nos persigue desde hace varias temporadas.
¿Acaso tener el público en contra influye de manera determinante? ¿Afecta en exceso a los jugadores estar tanto tiempo alejados de su tierra y su familia? ¿Pesan demasiado los constantes y largos viajes por todo el país? ¿Están en igualdad de condiciones el home club y el visitador?
Estas fueron algunas de las interrogantes que surgieron, despejadas por los mentores envueltos en la segunda fase del campeonato, así como por federativos de la Dirección Nacional de Béisbol (DNB), encargados de la organización del torneo doméstico.
¿¡40 VS. 25!?
Para Roger Machado, timonel de los Tigres avileños, el principal problema cuando salen a valla ajena es de índole psicológico. “Pueden influir muchas cosas, pero a mi juicio eso es lo determinante, además de que el local conoce mejor el terreno y cuenta con el apoyo mayoritario de la afición”.
Sin embargo, en el intercambio con otros directores afloró el dilema de que solo pueden viajar con 25 peloteros, mientras el anfitrión tiene la posibilidad de oxigenar su nómina cada día con los 40 inscritos, ya sea por perder algún lesionado, un serpentinero por la cantidad de lanzamientos, o simplemente si el mánager aprecia que necesita a otro hombre.
“La mayor limitante es que solo permiten llevar a 25 hombres, y por mucho que reduzcas la cantidad de jugadores de campo, alcanza para colocar diez pitchers, de ellos cuatro abridores. Es decir, te quedas con seis relevistas para afrontar giras de 12 partidos en ocasiones”, explicó a Granma el guía de Industriales, Lázaro Vargas.
“Las reglas deben ser justas y parejas para todos. No debe haber ventajas por ser local o visitador. La cantidad de peloteros a que tiene derecho un equipo, sea cual sea, tiene que ser la misma”, sustentó Carlos Martí, veterano estratega al frente de los Alazanes granmenses.
“Con una estancia larga de home club, puedo echar mano a 40 atletas, una ventaja considerable respecto al contrario. La nómina oficial es de 25, pero todos los días tengo la potestad de renovarla, mientras el visitante está atado a la cifra fijada”, añadió el mánager oriental.
Desde el punto de vista psicológico la afectación existe y hace mella en cualquier conjunto, incluso en los más fuertes. “Por ponerte un ejemplo, yo tengo 25 hombres en el dogout y el contrario más de 30 y hasta 40. A simple vista ellos apoyan, gritan, salen a saludarse en masa, y nosotros somos un grupito pequeño”, reflexionó José Luis Rodríguez, mentor de Isla de la Juventud.
Sobre la discordia, Tony Castillo, quien se encuentra al frente de la Serie, aseguró a nuestro diario que la DNB considera suficientes los 25 peloteros, pues ya en la segunda fase las giras no son tan largas ni todos los equipos deben salir por tres subseries o más.
Aún así, la realidad demuestra todo lo contrario, pues no son pocos los partidos de abundante ofensiva, sin obviar los extrainnings, en los cuales se utilizan más serpentineros de lo normal.
“Muchas veces tienes que dejar en el box a un hombre que le están bateando, pero no es porque no quieras cambiarlo o no desees ganar, se trata de que no tienes más lanzadores disponibles. Por eso vemos con frecuencia esos partidos tan abiertos, con relevistas que permiten muchas carreras y son aguantados”, recalcó Vargas.
No es difícil entonces reconocer la ventaja del local por cambiar jugadores de un día para otro, aunque dicha normativa “los directores la estudiaron antes del certamen, y después aprobaron el reglamento en el Congresillo Técnico”, según aclaró Tony Castillo.
KILÓMETROS VAN Y VIENEN
No es menos cierto que nuestros peloteros devoran una enorme cantidad de kilómetros temporada por temporada, mucho más con calendarios veleidosos como los programados en los últimos años, con los cuales varias novenas se han visto muy perjudicadas.
“Si me preguntas el porqué de los resultados negativos como visitador, creo que los viajes son determinantes, es una tendencia mundial, sobre todo en las ligas que tienen desplazamientos largos. El hecho de trasladarse influye, eso no lo ponemos en duda”, explicó Castillo.
“Estamos en la punta del país y tenemos que recorrer muchos kilómetros, algo agotador. Nuestro equipo si está en buen momento, puede jugar lo mismo de visitador que de home club, pero el inconveniente del kilometraje perjudica en sentido general”, consideró Alfonso Urquiola, mentor pinareño, uno de los conjuntos más afectados por lo disperso del organigrama.
Por su parte, José Luis Rodríguez, timonel de los Piratas pineros, señaló que sus discípulos normalmente deben hacer dos viajes, de la Isla de la Juventud a Batabanó, y luego hasta el otro destino, que puede ser cercano o muy lejos.
“Un viaje de esta magnitud, cuando vas al Oriente, puede tomarte más de 20 horas, con la agravante de que en algunas provincias el visitador se hospeda en los hoteles más lejanos, como en Ciego de Ávila, donde nos quedamos en Morón”, afirmó Rodríguez.
MEDIDAS ¿DESESPERADAS?
Es cierto que las largas travesías pueden tener un impacto importante en el desempeño de los visitadores, pero es prácticamente coincidente el criterio del déficit de peloteros cuando se sale a la carretera, lo cual ha provocado medidas de diversa índole para contrarrestar la desventaja.
“Algunos equipos llevan más jugadores, los entran clandestinos en los hoteles o dejan en casa parte de su equipo técnico o médico”, develó el mentor holguinero, Irochis Bartutis, sustentado por Carlos Martí.
Sobre el asunto, Tony Castillo comentó que la DNB lucha porque cada escuadra tenga la cantidad de personas reglamentadas en los hoteles, y que no lleven más de 25 peloteros.
Pero esta no es la única opción que manejan los directores, también se cambian jugadores no aptos para salir al ruedo por lesión o exceso de lanzamientos, pero esto siempre se produce con los recursos del equipo o la provincia en cuestión, pues no hay mecanismos creados desde la DNB para facilitar el asunto.
“Debería permitirse viajar con más. Trabajamos para el pueblo y con la tarea de brindar un buen espectáculo. A nosotros nos tocaron cuatro subseries fuera, sin posibilidades de ir a casa. En estos casos, si el movimiento es entre provincias cercanas hay que buscar cambios de atletas, por nuestros medios, con el único apoyo de las autoridades provinciales”, espetó el artemiseño Danny Valdespino.
En este sentido, se ensancha la brecha respecto a los pineros, quienes tienen la peculiaridad de encontrarse separados por mar de la isla grande y, por ende, no disponen de las mismas “facilidades” que otros equipos.
“Es mucho más sencillo para las autoridades de Matanzas o La Habana, por citar dos ejemplos, poner un carro que traslade a los jugadores no aptos, pero no se encuentra tan fácil un barco o un avión para reponer a los hombres desde Isla de la Juventud”, añadió José Luis Rodríguez.
¿CONSECUENCIAS? ¿SOLUCIONES?
La realidad es evidente: nuestra Serie Nacional y el béisbol están sufriendo, entre otras cosas, por las dificultades que afrontan los equipos en la carretera, reflejadas en que cada vez son más los partidos deslucidos.
Hablamos de concentrar la calidad, pero vamos justo en la dirección opuesta al permitir la disponibilidad de 40 peloteros a cada home club, cifra demasiado alta si verdaderamente aspiramos a un espectáculo real. Además, con solo 25 peloteros del visitador, se están matando sus opciones de estrategias, sin obviar que se limita la especialización del pitcheo, porque al no dar abasto en una gira muchos deben desdoblarse como abridores y relevistas.
Las soluciones que las provincias han encontrado para no entrar en franca desventaja son, en primer orden, costosas, porque el traslado de un lugar a otro y las sustituciones en medio de las subseries reportan gastos a las autoridades de los territorios.
Además, la variante de sustituir personal médico por atletas, instaurada como una práctica común por la mayoría de los conjuntos, es un riesgo en potencia, porque un fisioterapeuta, un doctor o un psicólogo son trascendentales en cualquier colectivo, ya sea para atender lesiones o un aspecto tan importante como la concentración y el enfoque.
Aumentar al menos en tres el número de efectivos cuando se hacen las maletas es un reclamo de jugadores y mánagers, y no puede comprometer tan radicalmente los presupuestos, más si se equiparan las cifras de peloteros para ambos equipos, otra máxima a aplicarse cuanto antes en beneficio absoluto del deporte.
“Dicen que es para ahorrar, pero con el atleta no se puede ahorrar, eso hay que hacerlo por otro lado, porque el atleta siempre hace falta, y además, son ellos los principales actores del espectáculo”, sostuvo el avezado Alfonso Urquiola.
Amén de todas estas deficiencias, que se deben discutir con mucha seriedad de cara a la próxima campaña cuando cada mánager tenga la oportunidad, jugar en la carretera debe afrontarse como una ocasión para consolidar alianzas internas, siempre con planificación detallada, aspecto que les permitirá a todos crecer mentalmente.
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