Si al comienzo de la temporada fueron los Medias Blancas de Chicago quienes acapararon el “show cubano” en las Ligas Mayores, ahora el testigo lo tomaron los Dodgers de Los Ángeles, donde milita una de los talentos más descomunales de toda la pelota.
El famoso club californiano se precia de tener en sus filas a esa gema que se llama Yasiel Puig, una especie de Víctor Mesa con la tez más oscura y el cuerpo más atlético. Le dicen Caballo Loco, va de un desplante en otro, pero metido en un terreno de pelota le ajustan de maravillas los cinco caracteres de la palabra “crack”.
Cerca estuvo en 2013 de quedarse con el premio al Novato del Año, que finalmente mereció su paisano José Fernández. Sin embargo, con todo y sus portentosas cualidades, se suponía que la campaña de transición le afectara el rendimiento.
Para sorpresa de muchos, no ha ocurrido, y Puig anda sin frenos, corriendo a todo dar en busca de los principales lideratos del juego, incluyendo los de jonrones, slugging, average, impulsadas, OBP y OPS. ¿Cómo ha podido echar por tierra previsiones que se cumplen con la inmensa mayoría de los peloteros?
Un grupo de estadísticas publicadas por Associated Press da cuenta de la mejoría del moreno de Cienfuegos en algunas cuestiones vinculadas con el uso del madero. Por ejemplo, su paciencia en home plate se ha multiplicado, hasta el punto de reducir en diez por ciento los intentos de conectar con bolas fuera de la zona de strike.
Así, poco a poco va aprendiendo a obligar a los pitchers a lanzar sobre la goma. Como ha dicho su manager Don Mattingly, “el año pasado estaba más ansioso en situaciones importantes, sobre todo a la hora de remolcar carrera. Ahora está más calmado y los rivales le tienen que tirar strikes. Una vez que puede hacer eso, carece de límites en lo ofensivo”.
Por fortuna, Puig es consciente de que para lidiar con leones hay que esforzarse a tope. El soberano éxito de su arrancada se lo achaca a que tiene más turnos al bate acumulados, pero también a andar “con (el primera base) Adrián González, (el coach de bateo Mark) McGwire, (Juan) Uribe y Hanley (Ramírez). Con ellos siempre se pegan cosas buenas”.
El sensacional rightfielder apunta además a que “con los entrenamientos de todos los días he aprendido que no tengo que apurarme en los platos y tratar de hacer swing sobre buenos lanzamientos”.
De ese modo se expresa una de las estrellas del equipo con la nómina más cara del béisbol (235 millones). Al parecer, Caballo Loco alberga, cuando menos, un viso de cordura.
El famoso club californiano se precia de tener en sus filas a esa gema que se llama Yasiel Puig, una especie de Víctor Mesa con la tez más oscura y el cuerpo más atlético. Le dicen Caballo Loco, va de un desplante en otro, pero metido en un terreno de pelota le ajustan de maravillas los cinco caracteres de la palabra “crack”.
Cerca estuvo en 2013 de quedarse con el premio al Novato del Año, que finalmente mereció su paisano José Fernández. Sin embargo, con todo y sus portentosas cualidades, se suponía que la campaña de transición le afectara el rendimiento.
Para sorpresa de muchos, no ha ocurrido, y Puig anda sin frenos, corriendo a todo dar en busca de los principales lideratos del juego, incluyendo los de jonrones, slugging, average, impulsadas, OBP y OPS. ¿Cómo ha podido echar por tierra previsiones que se cumplen con la inmensa mayoría de los peloteros?
Un grupo de estadísticas publicadas por Associated Press da cuenta de la mejoría del moreno de Cienfuegos en algunas cuestiones vinculadas con el uso del madero. Por ejemplo, su paciencia en home plate se ha multiplicado, hasta el punto de reducir en diez por ciento los intentos de conectar con bolas fuera de la zona de strike.
Así, poco a poco va aprendiendo a obligar a los pitchers a lanzar sobre la goma. Como ha dicho su manager Don Mattingly, “el año pasado estaba más ansioso en situaciones importantes, sobre todo a la hora de remolcar carrera. Ahora está más calmado y los rivales le tienen que tirar strikes. Una vez que puede hacer eso, carece de límites en lo ofensivo”.
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Sin lugar a dudas podemos decir que ha llegado para triunfar.
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