Hay quienes creen ciegamente en la suerte, y otros —como yo— piensan que a esta, muchas veces, hay que ayudarla para disfrutar de sus beneficios. Pobre de aquellos que en el béisbol confíen sus destinos a la fortuna y no hagan lo necesario para merecerla.

Ahí está Mayabeque, uno de los equipos «eléctricos» en este inicio de campaña y con los numeritos más dichosos en una especie de «Tabla de la Fortuna» que nos ha compilado el siempre curioso estadístico Benigno Daquinta. En ella, a través de una complejísima fórmula —ideada en el béisbol estadounidense— que incluye los promedios de carreras anotadas y permitidas, así como la cantidad de juegos jugados, se establece un porciento de los partidos ganados y perdidos que debería tener cada equipo. Su comparación con los resultados reales establece el llamado «factor suerte» para cada elenco.

Pues bien, antes de iniciarse las presentes subseries, no eran los Huracanes el elenco que más veces habían protagonizado un partido definido por la mínima diferencia, pero sí los que más habían ganado —cuatro ocasiones— con esa ventaja. ¿Cuestión de suerte? No creo. Simplemente habían hecho lo necesario, en el momento oportuno, para inclinar la balanza a su favor.

Este miércoles tuvieron los mayabequenses la oportunidad de aumentar sus cifras ganadoras en esas circunstancias, pero estropearon la buenaventura con par de errores defensivos que, a la postre, le costaron el juego.

Fue un bonito duelo de lanzadores el que protagonizaron José Norbelis Betancourt y el tunero Yoelkis Cruz en el estadio de Quivicán, del cual desconozco sus condiciones y la posibilidad de que ellas hayan influido en el desenlace.

En el inicio del octavo capítulo el torpedero Yoel Mestre pifió en un lance y el alto mando local decidió sustituir a Betancourt. En su rescate vino Elián Leyva, cuyo error defensivo propició que los tuneros colocaran par de hombres en circulación. De sentenciar se encargaron Andrés Quiala, con un sacrificio, y Yosvani Alarcón con fly impulsor después que Danel Castro fuera boleado intencionalmente para llenar las almohadillas.

Remontar después se hizo una odisea para los anfitriones, quienes no pueden darse estos «lujos» si quieren que el impulso inicial les alcance para llegar hasta el segundo tramo del torneo.

Quienes sí estuvieron a punto de darle un vuelco al marcador fueron los matanceros, pero finalmente su ímpetu no fue suficiente para rematar a los Indios de Guantánamo en extrainnings. El esfuerzo hecho por los Cocodrilos para forzar el alargue quedó estéril cuando Ariel Benavides despachó un triple con bases llenas que rompió el abrazo. Un error del ex guantanamero Moreira propició una anotación más, cuando ya la suerte estaba echada.