La Serie Nómada de Béisbol, que así es como debería denominarse a la Especial que por estos días pernocta en varias provincias cubanas, continúa con su desgaste humano, económico y su proyección anti-espectáculo.
No había incluso que esperar que se llegara a tirar la primera bola para confirmar la tesis que muchos suscribieron desde su anuncio. Con lo que le cuesta a la mismísima Serie Nacional llenar estadios, era previsible que estos permanecieran vacíos ante una propuesta que desde su objetivo único: fortalecer la preparación de cara a los Juegos Centroamericanos y del Caribe de Barranquilla 2018, se devela con una perspectiva individual donde la lucha es por un puesto en un equipo que, por demás, ya tiene varios asientos ocupados, como los de algunos contratados o como Frederich Cepeda, líder en casi todos los departamentos hasta este viernes con 10 carreras anotadas, hits (13), jonrones (6), slugging (1 143) e impulsadas (16); también en porcentaje de embasado más slugging con 1 688 , además de ser segundo en bateo: 464.
¿Tendremos el valor de renovar a partir de lo que brinde esta serie y cambiar los equipos que han ido a los eventos más importantes de este año? Habrá que ver.
Ya se dijo que no es el espectáculo el propósito esencial. Cuando no existe esa camiseta por la cual luchar, ya sea de provincia o de franquicia, falta la entrega y la pasión; también la competencia y por tanto la motivación de actores y espectadores en ese por qué jugar. Súmele que, además, los números individuales no irán a ningún currículo. Eso en Cuba funciona de esa manera, por más que queramos copiar modelos externos.
Ello explica por qué hasta la Serie Sub-23 que mal convive con la Especial, por pocos aficionados que atraiga, logra tener cuatro gatos más que esta propuesta. Digo más, cualquier partido de la recién finalizada Serie Provincial en Sancti Spíritus logró atraer más público, aunque le faltasen las “estrellas” de la pelota grande. Es lo que ha sucedido hasta ahora como regla y se confirmó en el “José Antonio Huelga”, sede de la última parada, por más que las estadísticas hablen de unas 2 400 personas por partido.
Entonces, si el objetivo de poner a viajar más de un centenar de personas por toda Cuba era también, en palabras de Yovani Aragón, comisionado nacional de béisbol, “para que el pueblo pueda ver jugar a sus peloteros” y ello no ha sucedido; cada vez entiendo menos este desgaste innecesario en lo humano y lo económico.
Desde que los equipos se hospedan en Guantánamo para jugar en Santiago y regresar allí, o trasladarse desde Holguín hasta Bayamo o desde Morón y Santa Clara hasta Sancti Spíritus, al pelotero se somete a un estrés viajero que debe repercutir en su fatiga mental y muscular al tener que recorrer en la semana varios kilómetros, cuando no estamos ni a la mitad del camino.
Entrenamiento es entrenamiento y juego, juego; eso lo saben, más que yo, los entendidos. ¿Será cosa de nuestro gran bateo que el pitcheo ande por los 5.18 PCL cuando está convocado lo más selecto del box? ¿Serán cosas de malos terrenos o de falta de engranaje entre tantas combinaciones que la defensa está por los 950, casi lo mismo que los niños de la categoría 15-16? ¿Se estará logrando “el mejor estado óptimo tanto físico, técnico-táctico, psicológico y médico de los beisbolistas” que anunció Leonardo Goire, decisor técnico de la Comisión?
Aunque se quiere romper con la fórmula de los años 80-90 —cuando, por cierto, Cuba ganaba casi siempre—, ¿por qué no concentrar a 75 hombres en un solo lugar e incluso jugar en estadios cercanos o en el mismo donde se entrena? Quizás la Comisión Nacional se lo responda antes del 3 de junio, fecha en que debe concluir esta campaña errante.
Lo del gasto económico se lo dejo a usted con el auxilio de expertos que le ayuden a despejar la ecuación: gastos de combustible, hospedaje (sin todas las condiciones), alimentación… ¿Podremos darnos ese lujo cuando falta lo elemental como bates y pelotas buenas en la base y otras necesidades; cuando equipos como el de Sancti Spíritus no han cobrado aún el dinero que devengaron en la pasada Serie Nacional, concluida hace varios meses?
Quizás ganemos los Juegos de Barranquilla, lo cual deseo y espero. Entonces vamos a querer validar esta fórmula y ahí está el peligro. A Cuba le hace falta una que eleve su techo beisbolero cualitativo. Es verdad que no se quiere extender la cantidad de partidos de la primera fase de la Serie Nacional y se sigue optando por tener a más de la mitad de los peloteros cubanos inactivos casi un año, pero no será por este diseño de serie nómada que logremos ese salto.
No había incluso que esperar que se llegara a tirar la primera bola para confirmar la tesis que muchos suscribieron desde su anuncio. Con lo que le cuesta a la mismísima Serie Nacional llenar estadios, era previsible que estos permanecieran vacíos ante una propuesta que desde su objetivo único: fortalecer la preparación de cara a los Juegos Centroamericanos y del Caribe de Barranquilla 2018, se devela con una perspectiva individual donde la lucha es por un puesto en un equipo que, por demás, ya tiene varios asientos ocupados, como los de algunos contratados o como Frederich Cepeda, líder en casi todos los departamentos hasta este viernes con 10 carreras anotadas, hits (13), jonrones (6), slugging (1 143) e impulsadas (16); también en porcentaje de embasado más slugging con 1 688 , además de ser segundo en bateo: 464.
¿Tendremos el valor de renovar a partir de lo que brinde esta serie y cambiar los equipos que han ido a los eventos más importantes de este año? Habrá que ver.
Ya se dijo que no es el espectáculo el propósito esencial. Cuando no existe esa camiseta por la cual luchar, ya sea de provincia o de franquicia, falta la entrega y la pasión; también la competencia y por tanto la motivación de actores y espectadores en ese por qué jugar. Súmele que, además, los números individuales no irán a ningún currículo. Eso en Cuba funciona de esa manera, por más que queramos copiar modelos externos.
Ello explica por qué hasta la Serie Sub-23 que mal convive con la Especial, por pocos aficionados que atraiga, logra tener cuatro gatos más que esta propuesta. Digo más, cualquier partido de la recién finalizada Serie Provincial en Sancti Spíritus logró atraer más público, aunque le faltasen las “estrellas” de la pelota grande. Es lo que ha sucedido hasta ahora como regla y se confirmó en el “José Antonio Huelga”, sede de la última parada, por más que las estadísticas hablen de unas 2 400 personas por partido.
Entonces, si el objetivo de poner a viajar más de un centenar de personas por toda Cuba era también, en palabras de Yovani Aragón, comisionado nacional de béisbol, “para que el pueblo pueda ver jugar a sus peloteros” y ello no ha sucedido; cada vez entiendo menos este desgaste innecesario en lo humano y lo económico.
Desde que los equipos se hospedan en Guantánamo para jugar en Santiago y regresar allí, o trasladarse desde Holguín hasta Bayamo o desde Morón y Santa Clara hasta Sancti Spíritus, al pelotero se somete a un estrés viajero que debe repercutir en su fatiga mental y muscular al tener que recorrer en la semana varios kilómetros, cuando no estamos ni a la mitad del camino.
Entrenamiento es entrenamiento y juego, juego; eso lo saben, más que yo, los entendidos. ¿Será cosa de nuestro gran bateo que el pitcheo ande por los 5.18 PCL cuando está convocado lo más selecto del box? ¿Serán cosas de malos terrenos o de falta de engranaje entre tantas combinaciones que la defensa está por los 950, casi lo mismo que los niños de la categoría 15-16? ¿Se estará logrando “el mejor estado óptimo tanto físico, técnico-táctico, psicológico y médico de los beisbolistas” que anunció Leonardo Goire, decisor técnico de la Comisión?
Aunque se quiere romper con la fórmula de los años 80-90 —cuando, por cierto, Cuba ganaba casi siempre—, ¿por qué no concentrar a 75 hombres en un solo lugar e incluso jugar en estadios cercanos o en el mismo donde se entrena? Quizás la Comisión Nacional se lo responda antes del 3 de junio, fecha en que debe concluir esta campaña errante.
Lo del gasto económico se lo dejo a usted con el auxilio de expertos que le ayuden a despejar la ecuación: gastos de combustible, hospedaje (sin todas las condiciones), alimentación… ¿Podremos darnos ese lujo cuando falta lo elemental como bates y pelotas buenas en la base y otras necesidades; cuando equipos como el de Sancti Spíritus no han cobrado aún el dinero que devengaron en la pasada Serie Nacional, concluida hace varios meses?
Quizás ganemos los Juegos de Barranquilla, lo cual deseo y espero. Entonces vamos a querer validar esta fórmula y ahí está el peligro. A Cuba le hace falta una que eleve su techo beisbolero cualitativo. Es verdad que no se quiere extender la cantidad de partidos de la primera fase de la Serie Nacional y se sigue optando por tener a más de la mitad de los peloteros cubanos inactivos casi un año, pero no será por este diseño de serie nómada que logremos ese salto.
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