La pelota tiene verdades incuestionables, certezas ante las que no cabe discutir.
Así, si no se hacen carreras es casi inevitable que en algún momento se deberá sufrirlas, el primer hombre al bate no puede tener otro objetivo que embasarse, y después del error siempre viene el hit. La misma filosofía recoge una máxima que nos viene como anillo al dedo: "el jonrón con bases llenas no se lo dan al lanzador, sino a la dirección".
Digo esto sin ánimo de apartar las brasas de Lisander Hernández, nuestro abridor en el segundo desafío de hoy, en buena medida responsable de esa derrota definitoria de la subserie particular ante Granma. No por gusto en las hojas de anotaciones la fecha marcará su actuación con el sello de la derrota, aunque en 4.2 permitió solo par de imparables.
Para más detalles, ambos hits tuvieron el mismo autor: Lázaro Cedeño, que disparó tubey y cuadrangular, este último con la casa repleta en el cuarto capítulo. De ahí en adelante no hubo mucho más que decir, Lisander cedió su puesto a Yosimar Cousin, y el marcador se mantuvo sin alteraciones hasta el final del partido (0-5, a favor de los Alazanes).
Para resumir lo ocurrido en el primer encuentro diré que Dariel Góngora volvió a sufrir a causa de su mala estrella y explotó en el sexto, tras sufrir tres carreras tan sucias que hasta los propios narradores de Radio Bayamo las anotaron entre signos de duda. Los villanos: Osmel Águila y Henry Quintero en el primero y el sexto, respectivamente, aunque Dary Bartolomé estuvo a punto de aportar lo suyo con una pifia en el quinto inning.
Eso por lo episódico, ahora entro en detalles. Primero lo obvio, Camagüey sigue con la mejor actitud posible para... perder. Con una defensa que hace aguas a la hora buena, sin conexiones oportunas para definir los epílogos y un pitcheo de relevo tan inestable que no cabe en los marcos del análisis racional es bien difícil apostar por los Toros, incluso ante equipos que no debíamos considerar invencibles, como era el caso.
Sin embargo, la nave que conduce el manager Esteban Lombillo sigue zozobrando por esas deficiencias de larga data y –justo también es decirlo– por los errores de su propia dirección.
Aquí retorno al tema del comienzo. Sí, porque el error está en el juego, como también puede decirse de la falta de impulsadores o de una combinación que salga mal durante el corrido de las bases. Lo que no debe suceder es que se repitan decisiones que en el pasado reciente estuvieron a punto de costar partidos (Rolando Rodríguez en el noveno, como cuando Villa Clara y con el mismo resultado: jonrón), o se deje a un lanzador enredarse en su propia madeja hasta que sea demasiado tarde y el vuelacercas venga para acabar de sepultarlo (hoy Lisander Hernández; hace varias semanas Arbelio Quiroz, contra Ciego de Ávila).
Respeto el difícil oficio de conducir un equipo, pero en días como el de hoy cuesta trabajo aceptar decisiones tan cuestionables, que terminaron reportándonos dos derrotas inmerecidas (lo digo con todo el sentido de pertenencia del mundo).
Ni Granma es medidor real de adónde puede llegar Camagüey, ni con este estilo de juego se puede aspirar a más que lo visto este domingo. Lástima que nos tome tanto para entenderlo.
Así, si no se hacen carreras es casi inevitable que en algún momento se deberá sufrirlas, el primer hombre al bate no puede tener otro objetivo que embasarse, y después del error siempre viene el hit. La misma filosofía recoge una máxima que nos viene como anillo al dedo: "el jonrón con bases llenas no se lo dan al lanzador, sino a la dirección".
Digo esto sin ánimo de apartar las brasas de Lisander Hernández, nuestro abridor en el segundo desafío de hoy, en buena medida responsable de esa derrota definitoria de la subserie particular ante Granma. No por gusto en las hojas de anotaciones la fecha marcará su actuación con el sello de la derrota, aunque en 4.2 permitió solo par de imparables.
Para más detalles, ambos hits tuvieron el mismo autor: Lázaro Cedeño, que disparó tubey y cuadrangular, este último con la casa repleta en el cuarto capítulo. De ahí en adelante no hubo mucho más que decir, Lisander cedió su puesto a Yosimar Cousin, y el marcador se mantuvo sin alteraciones hasta el final del partido (0-5, a favor de los Alazanes).
Para resumir lo ocurrido en el primer encuentro diré que Dariel Góngora volvió a sufrir a causa de su mala estrella y explotó en el sexto, tras sufrir tres carreras tan sucias que hasta los propios narradores de Radio Bayamo las anotaron entre signos de duda. Los villanos: Osmel Águila y Henry Quintero en el primero y el sexto, respectivamente, aunque Dary Bartolomé estuvo a punto de aportar lo suyo con una pifia en el quinto inning.
Eso por lo episódico, ahora entro en detalles. Primero lo obvio, Camagüey sigue con la mejor actitud posible para... perder. Con una defensa que hace aguas a la hora buena, sin conexiones oportunas para definir los epílogos y un pitcheo de relevo tan inestable que no cabe en los marcos del análisis racional es bien difícil apostar por los Toros, incluso ante equipos que no debíamos considerar invencibles, como era el caso.
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