Comoquiera que la 53 Serie Nacional acaba de empezar y muchos aficionados nos han solicitado interpretaciones de los problemas más recurrentes en nuestro béisbol, hemos escogido uno que año tras año ha ido descendiendo por múltiples razones: el robo de bases, una jugada para la que se necesita velocidad, pero sobre todo mucha inteligencia, picardía y oficio.

Otra vez pedimos una ayuda estadística al amigo Benigno Daquinta sobre los 15 peloteros cubanos con mejor promedio de bases robadas en más de 120 intentos, atendiendo a que si bien es importante el número total de estafadas, mucho más integral y eficiente es quien presente un promedio más alto, es decir, al que menos veces lo capturen por cada intento.

Es bueno aclarar algunos datos históricos que aparecen en la recopilación. Solo tres jugadores han llegado más de 400 veces quieto a las almohadillas siguientes por este tipo de acción: Enrique Díaz, Víctor Mesa y Eduardo Paret. Por cierto, Víctor fue el primero en sobrepasar las 500 y es el de mejor promedio por temporadas: 31, superior a las 27 del capitalino y a las 22 del otro torpedero villaclareño, aunque el metropolitano-industrialista tiene el récord para una campaña con 55 (1993).

Dentro de lo más destacado del análisis es que hombres como Yulieski Gourriel, Alexei Bell o Ermidelio Urrutia se reafirman entre los peloteros más útiles, habilidosos, integrales e imprescindibles en un equipo, sin embargo, nunca figuraron entre los líderes de este departamento, como sí lo hicieron los tres mencionados y Antonio Jiménez, Félix Isasi, Rey Vicente Anglada y José Estrada.

Es bueno significar que otros cinco nombres han sobrepasado la barrera de las 300 bases robadas, pero tres no entraron entre los 15 primeros en promedios. Son ellos Luis Ulacia (355), Wilfredo Sánchez (339) y Germán Mesa (335), habituales monarcas de ese casillero en campañas regulares.

Para los que gustan de adelantarse en conclusiones les comento que este aspecto de juego, según especialistas, actores y técnicos, es una virtud natural que puede desarrollarse con el tiempo, con mucho estudio de los movimientos y la velocidad de los lanzadores, del estilo de cada receptor y hasta de los terrenos donde se juega, en tanto no pocos coinciden en que ser veloz es apenas un 40 % del éxito en ese empeño.

La llamada de atención sobreviene en estos momentos por la escasez de robadores y el promedio de intentos tan bajo de casi todos los equipos en las últimas temporadas. En la Serie 51 apenas se estafaron 343 bases en 658 salidas, es decir solo 1,71 veces por partido se mandó esa jugada por los mentores, mientras que en la pasada edición disminuyó a 322 en 606 para un índice de 1,68 por cada nueve entradas.

La actual versión ha comenzado más animada con un promedio de dos intentos por juego, lo cual veremos si es apenas un guiño inicial a una jugada imposible de subestimar en el béisbol moderno, por más que bateadores potentes y lanzadores capaces usted tenga en sus filas.