El comisionado Rob Manfred dijo que al menos diez equipos están explorando la posibilidad de jugar partidos de exhibición en Cuba durante la pretemporada del 2016.
El anuncio, hecho durante la reunión de gerentes generales en Boca Ratón, Florida, es un paso más hacia la restauración total de las relaciones beisboleras entre dos países separados por una estrecha franja de mar de 90 millas.
Pero, a juzgar por los recientes acontecimientos del béisbol político o la política beisbolera que se practica en la isla, todo luce a que las autoridades de allá exigirán que los equipos que vayan no lleven en sus filas a cubanos desertores.
Luego de anunciar que transmitirían en diferido los juegos de la Serie Mundial (no tenían los derechos para transmitirlos en vivo y directo), decidieron no hacerlo, obviamente, por la presencia de Yoenis Céspedes y Kendrys Morales, en los Mets de Nueva York y los Reales de Kansas City, respectivamente.
Si eso pasó con partidos a la distancia, entonces es imposible imaginar que aquellos que una vez brillaron con los Industriales, Villa Clara o Ciego de Avila, por ejemplo, puedan regresar a jugar enfundados ahora en el uniforme de una franquicia de Grandes Ligas.
Lo más seguro es que los negociadores de este lado cedan a esa demanda y sigan adelante, con tal de acceder a la inagotable fuente de talento que siempre ha sido Cuba y que hasta 1959 fue el principal emisor de peloteros extranjeros hacia las Mayores.
¿Cómo será ese acceso directo a los peloteros cubanos sin necesidad de que estos tengan que escapar durante competencias internacionales o arriesgar su vida en precarias embarcaciones?
Cuba -- y cuando digo Cuba me refiero a sus autoridades -- quiere actuar como agente de sus jugadores, como ha ocurrido cuando peloteros han sido enviados a ligas profesionales como Japón o México.
Entonces, el Estado-agente ha determinado por sí solo y el jugador simplemente ha ido a cumplir con la tarea asignada, sin poder decidir o hacer valer su propia opinión.
Eso, sin contar la comisión, que supera con creces lo que cobra un representante de jugadores en Estados Unidos y la sobreexplotación a que son sometidos los peloteros, que además de Japón, por ejemplo, tienen que participar en las Series Nacionales y en cuanto evento internacional de poca monta aparezca en el horizonte.
Si esa no es una forma moderna de esclavitud, que venga un catedrático de la lengua española y le dé un nuevo significado a eso.
Las Grandes Ligas no deben permitir que eso suceda cuando llegue el momento de negociar y en las conversaciones deben incluirse representantes del poderoso sindicato de jugadores, para que velen por los intereses de sus futuros miembros.
La manera más racional, si bien no es ideal o justa, sería establecer un sistema de posteo, como el que existe con Japón y Sudcorea.
O sea, los equipos interesados en la contratación de tal o más cual jugador deben pagar un monto determinado a las autoridades cubanas por los derechos a negociar con ese pelotero.
Pero este, a su vez, tendría el derecho y la libertad de contratar a un representante deportivo en Estados Unidos que, por el precio justo y no con una mordida leonina, le asesoraría para finiquitar su contrato con la franquicia de Grandes Ligas.
Llamémosle a ese monto del sistema de posteo una suerte de compensación por los recursos que el Estado cubano invirtió en el desarrollo de su jugador, aunque en el mundo ideal, el pelotero debería tener la completa y absoluta libertad para decidir sobre su vida y su futuro.
¿Acaso el gobierno de República Dominicana, principal país exportador de peloteros extranjeros a las Mayores, cobra una tarifa a los equipos de Grandes Ligas por los derechos de negociar con sus prospectos?
No, simplemente cada joven quisqueyano firma con quien le parezca mejor para sus intereses.
Obviamente, todavía hay obstáculos extradeportivos, que pasan por el cada vez más debilitado embargo comercial, vigente desde 1962 y que el presidente Obama ha ido agrietando paulatinamente con acciones ejecutivas.
La eliminación de todo el entramado legal que significa el embargo está en manos del congreso, que por ahora se niega a desmantelarlo mientras no haya señales de democratización en la isla.
Pero quién sabe si Obama, de un plumazo, puede hacer una nueva excepción en materia deportiva, específicamente en el caso del béisbol.
El anuncio, hecho durante la reunión de gerentes generales en Boca Ratón, Florida, es un paso más hacia la restauración total de las relaciones beisboleras entre dos países separados por una estrecha franja de mar de 90 millas.
Pero, a juzgar por los recientes acontecimientos del béisbol político o la política beisbolera que se practica en la isla, todo luce a que las autoridades de allá exigirán que los equipos que vayan no lleven en sus filas a cubanos desertores.
Luego de anunciar que transmitirían en diferido los juegos de la Serie Mundial (no tenían los derechos para transmitirlos en vivo y directo), decidieron no hacerlo, obviamente, por la presencia de Yoenis Céspedes y Kendrys Morales, en los Mets de Nueva York y los Reales de Kansas City, respectivamente.
Si eso pasó con partidos a la distancia, entonces es imposible imaginar que aquellos que una vez brillaron con los Industriales, Villa Clara o Ciego de Avila, por ejemplo, puedan regresar a jugar enfundados ahora en el uniforme de una franquicia de Grandes Ligas.
Lo más seguro es que los negociadores de este lado cedan a esa demanda y sigan adelante, con tal de acceder a la inagotable fuente de talento que siempre ha sido Cuba y que hasta 1959 fue el principal emisor de peloteros extranjeros hacia las Mayores.
¿Cómo será ese acceso directo a los peloteros cubanos sin necesidad de que estos tengan que escapar durante competencias internacionales o arriesgar su vida en precarias embarcaciones?
Cuba -- y cuando digo Cuba me refiero a sus autoridades -- quiere actuar como agente de sus jugadores, como ha ocurrido cuando peloteros han sido enviados a ligas profesionales como Japón o México.
Entonces, el Estado-agente ha determinado por sí solo y el jugador simplemente ha ido a cumplir con la tarea asignada, sin poder decidir o hacer valer su propia opinión.
Eso, sin contar la comisión, que supera con creces lo que cobra un representante de jugadores en Estados Unidos y la sobreexplotación a que son sometidos los peloteros, que además de Japón, por ejemplo, tienen que participar en las Series Nacionales y en cuanto evento internacional de poca monta aparezca en el horizonte.
Si esa no es una forma moderna de esclavitud, que venga un catedrático de la lengua española y le dé un nuevo significado a eso.
Las Grandes Ligas no deben permitir que eso suceda cuando llegue el momento de negociar y en las conversaciones deben incluirse representantes del poderoso sindicato de jugadores, para que velen por los intereses de sus futuros miembros.
La manera más racional, si bien no es ideal o justa, sería establecer un sistema de posteo, como el que existe con Japón y Sudcorea.
O sea, los equipos interesados en la contratación de tal o más cual jugador deben pagar un monto determinado a las autoridades cubanas por los derechos a negociar con ese pelotero.
Pero este, a su vez, tendría el derecho y la libertad de contratar a un representante deportivo en Estados Unidos que, por el precio justo y no con una mordida leonina, le asesoraría para finiquitar su contrato con la franquicia de Grandes Ligas.
Llamémosle a ese monto del sistema de posteo una suerte de compensación por los recursos que el Estado cubano invirtió en el desarrollo de su jugador, aunque en el mundo ideal, el pelotero debería tener la completa y absoluta libertad para decidir sobre su vida y su futuro.
¿Acaso el gobierno de República Dominicana, principal país exportador de peloteros extranjeros a las Mayores, cobra una tarifa a los equipos de Grandes Ligas por los derechos de negociar con sus prospectos?
No, simplemente cada joven quisqueyano firma con quien le parezca mejor para sus intereses.
Obviamente, todavía hay obstáculos extradeportivos, que pasan por el cada vez más debilitado embargo comercial, vigente desde 1962 y que el presidente Obama ha ido agrietando paulatinamente con acciones ejecutivas.
La eliminación de todo el entramado legal que significa el embargo está en manos del congreso, que por ahora se niega a desmantelarlo mientras no haya señales de democratización en la isla.
Pero quién sabe si Obama, de un plumazo, puede hacer una nueva excepción en materia deportiva, específicamente en el caso del béisbol.
Por favor Amigos...Alex, No ofendan, por que preguntar quien le pega por escribir ni nada de eso Edgardo, en la vida existe algo que se llama libertad de expresión y va dentro de los derechos humanos del hombre. Y Alex un consejo hermano, nunca menciones la madre de alguien al fin y en cuentas si analizas son seres amados y queridos y que quizás como la mía este ya en el cielo, y que nada tienen que ver aquí con expresiones y malos entendidos. Existen bofetadas sin manos ok .salud a todos
Debes Iniciar sesión o Regístrate!!! para votar
( click en este cuadro para cerrar )No puedes votar elementos creados por ti
( click en este cuadro para cerrar )Has agotado tus 20 votos para 24 horas
( click en este cuadro para cerrar )Debes tener +10 de Reputación para votar
( click en este cuadro para cerrar )Debes Iniciar sesión o Regístrate!!! para denunciar
( click en este cuadro para cerrar )No puedes denunciar elementos creados por ti
( click en este cuadro para cerrar )Has agotado tus 10 denuncias para 24 horas
( click en este cuadro para cerrar )Debes tener +10 de Reputación para denunciar
( click en este cuadro para cerrar )Ya denunciastes este elemento
( click en este cuadro para cerrar )Motivo de la denuncia: