Con una demacrada actuación, la selección cubana que nos representa en el torneo Premier 12, debutó este miércoles por la puerta estrecha al caer 3-0 ante el equipo de Canadá, en un choque donde otra vez salieron a flote los demonios que aquejan y desnudan a nuestro deporte nacional en el terreno de juego.

Una ofensiva ausente, pifias al campo, descontrol en los lanzadores y erratas mentales; nos siguen golpeado sin piedad una y otra vez en eventos internacionales y no aparecen las soluciones milagrosas.

Ocho bases por bolas propinadas por nuestros serpentineros durante todo el trayecto del desafío, once ponches recibidos por nuestros bateadores que no fueron capaces de sacar una bola de aire a los jardines, apenas dos sencillos conectados, dos errores que van a las hojas de anotación y otros que quizás se olviden en un par de jornadas; son demasiados puntos oscuros para poder salir victoriosos en un partido de pelota a cualquier nivel.

Carlos Juan Viera-el abridor por los antillanos-boleó a cuatro rivales y repartió siete ponches en las 5.1 entradas que se mantuvo en el box, permitiendo apenas tres indiscutibles y una anotación, remolcada por el cuarto madero norteño Michael Sanders, después que Yurisbel Gracial corrió con extrema pereza para dejar caer un elevado del tercer bate Eric Wood que se convirtió en doble.

Su sustituto Yariel Rodriguez, fue otro que mantuvo limpia su honra al enfrentar a seis contrarios y liquidar a cuatro de ellos por la vía amarga, mientras toleraba un solo hit.

Pero en el octavo, los discípulos del experimentado Ernie Whitt marcaron las del puntillazo cuando el mentor Miguel Borroto le dio la bola al zurdo Liván Moinelo y este propinó un pelotazo, aceptó un indiscutible, y tras un sacrificio de toque y un boleto intencional que repletó las almohadas, perdió el control de sus envíos y regaló un par de bases por bolas consecutivas que hizo que más de un aficionado en Cuba apagara el televisor y se fuera a dormir.

El marcador no fue al final más desproporcionado, gracias a las argollas que colgaron en la pizarra Andy y Yudiel Rodriguez con las bases llenas en los dos últimos capítulos.

Mientras tanto, el diestro Phillippe Aumont desde la trinchera opuesta (el mismo que nos lanzó un juegazo en la Liga Can-Am), volvía a amarrar a la tanda cubana a su antojo durante ocho episodios, permitiendo apenas un par de imparables y liquidando por la vía del ponche a nueve bateadores.

La despedida, fue un recital de strikes lanzados por el cerrador Scott Mathieson, quien sumó tres ponches más a las anémicas estadísticas de la artillería caribeña, para anotarse el salvamento del partido.