Liván Moinelo tiene que ganar todavía unas cuantas libras de pe­so corporal y seguir perfeccionando la mecánica de pitcheo, pero no hay dudas de que tiene lo principal para imponerse como lanzador: ecuanimidad y talento.

Su actuación en la última Serie del Caribe no deja dudas de ello: el zurdo pinareño subió tres veces al box en situaciones complicadas que siempre logró sortear, con ese gran contraste que sabe crear con su curva, y una recta que llega a las 90 millas.

Con 19 años, vivió la emoción de conquistar un campeonato nacional y de salir al terreno con la camiseta del equipo Cuba, pero asegura que todavía le quedan muchos sueños por realizar.

Oriundo de Río Feo, en el municipio de Pinar del Río, de donde salió también el estelar Pedro Luis Lazo, Moinelo se inició en el béisbol con apenas ocho años, y al finalizar la categoría 13-14 en la EIDE provincial le tocó elegir entre ser pitcher o slugger.

Aunque siempre le ha gustado batear y defender la primera base, decidió hacerle caso a los técnicos que le auguraban mejor futuro como lanzador.

Como novato al fin, el comienzo le resultó duro. En sus primeras salidas en la Serie 53 le batearon con soltura. “Todavía no sabía ubicar bien la bola, a veces me ponía nervioso, me presionaba. Cuando me daban una línea me molestaba conmigo mismo, pero Yosvani Torres me explicó que para hacerse pitcher hay que coger palos, y me insistió en que cuando alguien me bateara, después buscara la manera de dominarlo”.

—Dicen que los zurdos suelen tener problemas con el control, pero ese no es tu caso.

—Hay que hacer muchos movimientos y muchas repeticiones para tener una buena mecánica y poder dar strike. A principios de esta temporada tuve problemas con el control, entonces los entrenadores me explicaron que debía cerrar más los hombros y la cadera. Desde que empecé a hacerlo he reducido las bolas.

—¿Qué lanzamientos dominas?

—Tiro recta, curva y un sinker, que empecé a utilizar recientemente y me está dando resultados. Por ahora no pienso incorporar más lanzamientos porque los profesores di­cen que soy muy joven y me puede perjudicar el brazo.

—¿Te gusta ser relevista o aspiras a convertirte en abridor?

—La gente me dice que tengo que abrir, porque en nuestra pelota no se le da tanta importancia a los relevistas. Pero me siento bien saliendo en la parte final de los juegos, y en situaciones tensas.

—¿Fue arriesgado colocarte en el juego de apertura, y luego en el desafío final de la Serie del Caribe?

—Eso es algo muy bueno que tiene el profesor Urquiola, que les da confianza a sus jugadores.

—¿Tú decidías lo que ibas a tirar o te lo indicaban del banco?

—Decidía yo. Frank Camilo y Alarcón me ayudaron bastante. Me basé en los rompimientos, pero siempre mezclando y cambiando la zona, para que no se acostumbraran.

—¿Qué te pareció el nivel de los bateadores?

—Muy alto. Frente a esos peloteros hay que estar atento todo el tiempo. Mis entrenadores me lo habían explicado: en ese nivel uno no se puede descuidar nunca, porque una equivocación en un lanzamiento, cuesta.

—¿Diferencias con lo que sucede en la Serie Nacional?

—Los bateadores son muy difíciles de ponchar, y hay que trabajarlos en zona porque no se van con bolas malas. Por otra parte, la zona de strike es más cerrada. Aquí es mucho más abierta, lo cual resulta ventajoso para los pitchers, pero cuando van a un evento internacional los perjudica, porque tiran para las esquinas y no lo cantan. Mira lo que le pasó a Torres, que es un lanzador muy controlado y, sin embargo, dio varias bases por bolas. En ese sentido creo que hay que buscar una uniformidad.

—Ya sabes lo que es ganar un campeonato nacional y además, la Serie del Caribe. ¿Sueños de Moinelo?

—Todavía estoy sorprendido. En las categorías inferiores mi equipo nunca había logrado ganar. Estas son las dos primeras medallas que obtengo. Ha sido una experiencia muy bonita. Ahora espero seguir teniendo resultados con Pinar del Río, para poder integrar el equipo Cuba. Desde chiquito ese ha sido mi sueño.