Desde tiempos inmemoriales el béisbol ha distinguido con ribetes de excelencia a los hombres que mayor average compilan. No importa que hayan aparecido nuevas estadísticas —algunas sumamente reveladoras—, el líder de bateo en cualquier latitud del mundo donde se juegue a la pelota adquiere una connotación especial.
En nuestra Serie Nacional sucede lo mismo. Desde el matancero Edwin Walters, campeón en el primero de los torneos después de la abolición del profesionalismo, hasta el cienfueguero José Dariel Abreu, titular en la pasada contienda y en estos momentos al frente de todos los bateadores.
Interrogante planteada por más de un lector: ¿cómo es posible que un slugger termine con mejor average que los llamados “chocadores de bola”, hombres que prácticamente batean “en el aire”, sin halar lanzamientos, tratando solo de hacer contacto con la pelota, sin swines grandes?
Una mirada con la Guía de Béisbol en la mano, nos demuestra que los llamados sluggers suelen tener también tacto. El primer jonronero reconocido que se llevó un título de bateo fue el pinareño Omar Linares, quien hizo historia en la XXIV Serie (1985) convirtiéndose en el primero en compilar por encima de los 400, hazaña que repitió un año más tarde. El máximo jonronero de la pelota cubana, Orestes Kindelán, también fue campeón de bateo en una oportunidad.
En la 49 Serie el ganador fue Alfredo Despaigne (404) y el pasado año José Dariel se llevó las palmas, compilando un astronómico 453. Ambos han ido mejorando su tacto, discriminando mejor los lanzamientos, ya no les hacen swing a envíos muy afuera de la zona y tratan de no abrir las caderas antes de tiempo, de tal forma que ninguno de los dos, a pesar de encabezar el casillero de jonrones, aparecen entre los primeros en ponches. El pasado año, el cienfueguero recibió solo 32 estrucados en 212 veces al bate y el granmense 42 en 261.
Se trata, por supuesto, de dos peloteros extraclase. Entre los 15 primeros de mejor promedio al bate en la presente contienda, solo ellos dos y el santiaguero Héctor Olivera acumulan más de nueve cuadrangulares. Combinar tacto y poder es cosa de grandes.
Aún falta camino por recorrer, más de 30 juegos en el caso de varios equipos. Pero no sería descabellado ver de nuevo a un slugger liderando los bateadores.
En nuestra Serie Nacional sucede lo mismo. Desde el matancero Edwin Walters, campeón en el primero de los torneos después de la abolición del profesionalismo, hasta el cienfueguero José Dariel Abreu, titular en la pasada contienda y en estos momentos al frente de todos los bateadores.
Interrogante planteada por más de un lector: ¿cómo es posible que un slugger termine con mejor average que los llamados “chocadores de bola”, hombres que prácticamente batean “en el aire”, sin halar lanzamientos, tratando solo de hacer contacto con la pelota, sin swines grandes?
Una mirada con la Guía de Béisbol en la mano, nos demuestra que los llamados sluggers suelen tener también tacto. El primer jonronero reconocido que se llevó un título de bateo fue el pinareño Omar Linares, quien hizo historia en la XXIV Serie (1985) convirtiéndose en el primero en compilar por encima de los 400, hazaña que repitió un año más tarde. El máximo jonronero de la pelota cubana, Orestes Kindelán, también fue campeón de bateo en una oportunidad.
En la 49 Serie el ganador fue Alfredo Despaigne (404) y el pasado año José Dariel se llevó las palmas, compilando un astronómico 453. Ambos han ido mejorando su tacto, discriminando mejor los lanzamientos, ya no les hacen swing a envíos muy afuera de la zona y tratan de no abrir las caderas antes de tiempo, de tal forma que ninguno de los dos, a pesar de encabezar el casillero de jonrones, aparecen entre los primeros en ponches. El pasado año, el cienfueguero recibió solo 32 estrucados en 212 veces al bate y el granmense 42 en 261.
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