Algunos aficionados se me han acercado en franco desacuerdo con lo publicado en nuestras páginas sobre la Serie Nacional Sub-23 de Béisbol. Muchos de ellos consideran que las pobres concurrencias en los primeros desafíos se deben solo a que el torneo está comenzando, y aseguran que próximamente el panorama cambiará.
Otros me han dicho que no se ve tan mal, que los lanzadores han logrado estadísticas aceptables, que el bateo, como en cualquier campeonato, producirá más cuando calienten motores, y que a la defensa no se le puede pedir más por las pésimas condiciones de los terrenos.
Todos esos son argumentos válidos y razonables, pero de acuerdo con los reportes de la Comisión Nacional, muy pocos partidos han contado con más de mil seguidores en las gradas, y esto es una clara muestra de la opinión del respetable sobre el certamen para menores de 23 años.
Conocedores profundos del deporte nacional, los aficionados han preferido quedarse en casa, ahorrarse los baños de sol y, de paso, no sufrir tanto con los sinsabores de una lid llena de lagunas reflejadas en los números de los 55 choques efectuados, sin contar el sellado de este domingo entre Granma y los monarcas de Santiago de Cuba, únicos invictos.
De ellos, no se tienen detalles de siete encuentros debido a algunos problemas presentados por la página oficial de la Federación Cubana, pero de los otros 48 resaltan algunas pinceladas que, intuyo, los aficionados beisboleros conocían de antemano y por ello no han respaldado el evento con su presencia en las tribunas.
Por ejemplo, eran previsibles 25 pleitos con más de seis boletos, incluidos 11 superando la decena y uno nefasto con la increíble cantidad de 24 pasaportes gratis entre los dos equipos. El control, a todas luces, es un misterio sin resolver para los lanzadores cubanos, al punto de que solo cinco conjuntos han terminado encuentros sin transferencias.
Pero el asunto no termina ahí. En el 85.4 % de los desafíos (41) se ha producido al menos un pelotazo, en el 62.5 % (30) los pitchers han cometido wild pitch, y una semana ha bastado para ver 11 balks reflejados en las hojas de anotación.
Podemos pensar que el mal está solo en los cuerpos de serpentineros, pero también hay malas noticias en el apartado ofensivo. De los 48 box scores disponibles y revisados, en 38 de ellos (79.1 %) aparece al menos un toque de sacrificio consumado, aunque la cifra debe ser superior si pudiera extenderse la búsqueda a los intentos de esa jugada, dato que no ofrece la página estadística de nuestra Federación.
Al inicio de esta Serie Sub-23, los organizadores mencionaron la necesidad de robar muchas bases y la demanda ha sido muy bien atendida por los mentores, pues ya se ha superado con creces el centenar de intentos. Claro, adelantar a otra almohadilla por este concepto es un arte que todavía no sabemos interpretar y mucho menos poner en práctica.
En 48 partidos, 20 han acabado con más capturados que estafadores, 15 han culminado con la misma cantidad y solo en 13 los robadores han logrado terminar con números verdes. ¿La causa? No vayan muy lejos, esto no tiene nada que ver con velocidad o estado de los terrenos, tiene que ver con un aprendizaje defectuoso.
Por último, el estado de los terrenos sí puede incidir en los problemas defensivos, pero no se justifica la cantidad de 51 pleitos con errores entre los 55 efectuados hasta la fecha.
Como me decían algunos aficionados, es cierto que todavía estamos comenzando, que buena parte del público prefiere no hablar de pelota tras el fracaso del Clásico, pero no podemos engañarnos: la más cruda realidad es que los números mostrados no tienen nada que ver con el espectáculo que persigue la gente.
Otros me han dicho que no se ve tan mal, que los lanzadores han logrado estadísticas aceptables, que el bateo, como en cualquier campeonato, producirá más cuando calienten motores, y que a la defensa no se le puede pedir más por las pésimas condiciones de los terrenos.
Todos esos son argumentos válidos y razonables, pero de acuerdo con los reportes de la Comisión Nacional, muy pocos partidos han contado con más de mil seguidores en las gradas, y esto es una clara muestra de la opinión del respetable sobre el certamen para menores de 23 años.
Conocedores profundos del deporte nacional, los aficionados han preferido quedarse en casa, ahorrarse los baños de sol y, de paso, no sufrir tanto con los sinsabores de una lid llena de lagunas reflejadas en los números de los 55 choques efectuados, sin contar el sellado de este domingo entre Granma y los monarcas de Santiago de Cuba, únicos invictos.
De ellos, no se tienen detalles de siete encuentros debido a algunos problemas presentados por la página oficial de la Federación Cubana, pero de los otros 48 resaltan algunas pinceladas que, intuyo, los aficionados beisboleros conocían de antemano y por ello no han respaldado el evento con su presencia en las tribunas.
Por ejemplo, eran previsibles 25 pleitos con más de seis boletos, incluidos 11 superando la decena y uno nefasto con la increíble cantidad de 24 pasaportes gratis entre los dos equipos. El control, a todas luces, es un misterio sin resolver para los lanzadores cubanos, al punto de que solo cinco conjuntos han terminado encuentros sin transferencias.
Pero el asunto no termina ahí. En el 85.4 % de los desafíos (41) se ha producido al menos un pelotazo, en el 62.5 % (30) los pitchers han cometido wild pitch, y una semana ha bastado para ver 11 balks reflejados en las hojas de anotación.
Podemos pensar que el mal está solo en los cuerpos de serpentineros, pero también hay malas noticias en el apartado ofensivo. De los 48 box scores disponibles y revisados, en 38 de ellos (79.1 %) aparece al menos un toque de sacrificio consumado, aunque la cifra debe ser superior si pudiera extenderse la búsqueda a los intentos de esa jugada, dato que no ofrece la página estadística de nuestra Federación.
Al inicio de esta Serie Sub-23, los organizadores mencionaron la necesidad de robar muchas bases y la demanda ha sido muy bien atendida por los mentores, pues ya se ha superado con creces el centenar de intentos. Claro, adelantar a otra almohadilla por este concepto es un arte que todavía no sabemos interpretar y mucho menos poner en práctica.
En 48 partidos, 20 han acabado con más capturados que estafadores, 15 han culminado con la misma cantidad y solo en 13 los robadores han logrado terminar con números verdes. ¿La causa? No vayan muy lejos, esto no tiene nada que ver con velocidad o estado de los terrenos, tiene que ver con un aprendizaje defectuoso.
Por último, el estado de los terrenos sí puede incidir en los problemas defensivos, pero no se justifica la cantidad de 51 pleitos con errores entre los 55 efectuados hasta la fecha.
Como me decían algunos aficionados, es cierto que todavía estamos comenzando, que buena parte del público prefiere no hablar de pelota tras el fracaso del Clásico, pero no podemos engañarnos: la más cruda realidad es que los números mostrados no tienen nada que ver con el espectáculo que persigue la gente.