La ciudad está como hechizada y el encantamiento ha caído en cada centímetro de la humanidad de sus peloteros, en un Cristóbal Labra cual cueva sin salida para los equipos que los desafían. Matanzas está metida en esa gruta y no parece divisar la luz que le dé la posibilidad de hallar una solución en esta semifinal de la 54 Serie Nacional de Béisbol. Por tercera vez consecutiva, la segunda de ellas aquí, los Cocodrilos de Víctor Mesa se van sin morder a los Piratas pineros, ganadores ahora por 8-5.
La historia en siete capítulos hubiera sido otra si Leonelkis Escalante, en el jardín central, y Jefferson Delgado, en tercera base, no hubieran cometido dos errores responsables de cuatro carreras, que fueron a las estadísticas de los lanzadores y del partido, como inmerecidas, y que dejaban el choque a solo seis outs. Sin embargo, la ofensiva yumurina atacó nuevamente frente al eficaz Dany Aguilera y le empató a cinco el juego. Pero una vez más la defensa, empezando por el lanzador Yasmani Socarrás y, para no cambiar el libreto, cerrando por el receptor Ariel Martínez, cercenaron cualquier aspiración matancera en el octavo inning.
Por cierto, en las tres derrotas los máscaras matanceros han cargado con una buena cuota de responsabilidad, aunque no son los únicos. Si bien este equipo fue el segundo que más bateó en la lid, ahora hombres clave en esa producción están en deuda: en lo que va de playoff, Ariel Sánchez (15-2), Yasiel Santota (13-1) y Yurisbel Gracial (16-4)
Dos jits seguidos, incluyendo el doble de Leandro Urgelles, le dieron dos más a los de casa para que la cueva de los piratas terminara por sepultar a sus rojos visitantes, con un Dany Aguilera en la lomita pinera, que si bien no estaba en tarde acostumbrada, se llevó su decimosegundo éxito de la campaña, sin la sombra de un revés.
Lo cierto es que como van las cosas, el mejor conjunto de la temporada puede quedar fuera de la final por el título más ansiado del deporte cubano. Nadie es adivino, pero hoy esa posibilidad, sea en esta ciudad o en el Palacio de los Cocodrilos, es cada vez mayor. Sin embargo, ante cualquier desenlace creo oportuno consignar que Matanzas e Isla de la Juventud han llevado su semifinal más allá de las fronteras, han hecho vivir a la geografía nacional tres días de intensos sentimientos, aunque a decir verdad, no podemos decir que han dado una buena demostración de béisbol ni perdedores ni ganadores.
Este último juego, con siete errores entre los dos elencos y jugadas como la del robo de tercera de Luis Felipe Rivera en el séptimo, con un pitcher que se estrenaba en el juego y con Rigoberto Gómez en la caja de bateo, son de las escenas que atentaron contra la calidad.
Otras de la sentencias que nos va dejando este playoff es la combatividad del equipo pinero. Lo vi por última vez en Matanzas, de donde salieron con 3-0, antes de viajar a Granma. Muchos escribieron entonces el panegírico de los insulares, mas ellos lo borraron cayéndole a batazos al dueño de los bates más feroces del torneo, incluyendo un supernocao. Creo que fue allí cuando comenzó esta historia, la cual están a punto de coronar con un final feliz.
Y como todas las historias, la del cuarto juego del cotejo Piratas-Cocodrilos no fue solo de verdugos: Yadiel Hernández prendió su madero, como siempre, vencedor, listo parta estas batallas. Compiló de tres-tres, con tres empujadas. Los abridores zurdos Ramón Licor y Ulfrido García, caen en este capítulo de reconocimientos, porque arriba de la tabla de lanzar fueron dueños de sus adversarios. Y cierro el apartado de elogios con el que más se hizo sentir, aunque no pegó de jit. Cuando Michel Enriquez entró en el juego en la sexta entrada, el equipo cambió por completo y creo que hizo también cambiar al rival. Su conexión con bases llenas, fácil para liquidar en home la amenaza pinera, se convirtió en explosión. Ya los dijimos ayer, el líder, pesa aunque esté disminuido, como él con una muñeca seriamente lesionada.
El béisbol es un libro que se escribe diariamente, es pecado darlo por terminado cuando aún quede una página en blanco. Esa es la lección que ha de sacar la Isla para sellar el cuaderno de la semifinal e incluirse por primera vez en la disputa del cetro beisbolero de la Mayor de las Antillas. A los yumurinos les queda mucho más por escribir y por supuesto, a esta altura son cuartillas bien complejas de leer. No me he cansado de decir que Matanzas, con la venia de sus aguerridos jugadores, es su director, pero no creo que en esa función de timonel, el 32 mayor haya tenido un reto tan grande como este que se le viene encima a partir de este domingo.
La historia en siete capítulos hubiera sido otra si Leonelkis Escalante, en el jardín central, y Jefferson Delgado, en tercera base, no hubieran cometido dos errores responsables de cuatro carreras, que fueron a las estadísticas de los lanzadores y del partido, como inmerecidas, y que dejaban el choque a solo seis outs. Sin embargo, la ofensiva yumurina atacó nuevamente frente al eficaz Dany Aguilera y le empató a cinco el juego. Pero una vez más la defensa, empezando por el lanzador Yasmani Socarrás y, para no cambiar el libreto, cerrando por el receptor Ariel Martínez, cercenaron cualquier aspiración matancera en el octavo inning.
Por cierto, en las tres derrotas los máscaras matanceros han cargado con una buena cuota de responsabilidad, aunque no son los únicos. Si bien este equipo fue el segundo que más bateó en la lid, ahora hombres clave en esa producción están en deuda: en lo que va de playoff, Ariel Sánchez (15-2), Yasiel Santota (13-1) y Yurisbel Gracial (16-4)
Dos jits seguidos, incluyendo el doble de Leandro Urgelles, le dieron dos más a los de casa para que la cueva de los piratas terminara por sepultar a sus rojos visitantes, con un Dany Aguilera en la lomita pinera, que si bien no estaba en tarde acostumbrada, se llevó su decimosegundo éxito de la campaña, sin la sombra de un revés.
Lo cierto es que como van las cosas, el mejor conjunto de la temporada puede quedar fuera de la final por el título más ansiado del deporte cubano. Nadie es adivino, pero hoy esa posibilidad, sea en esta ciudad o en el Palacio de los Cocodrilos, es cada vez mayor. Sin embargo, ante cualquier desenlace creo oportuno consignar que Matanzas e Isla de la Juventud han llevado su semifinal más allá de las fronteras, han hecho vivir a la geografía nacional tres días de intensos sentimientos, aunque a decir verdad, no podemos decir que han dado una buena demostración de béisbol ni perdedores ni ganadores.
Este último juego, con siete errores entre los dos elencos y jugadas como la del robo de tercera de Luis Felipe Rivera en el séptimo, con un pitcher que se estrenaba en el juego y con Rigoberto Gómez en la caja de bateo, son de las escenas que atentaron contra la calidad.
Otras de la sentencias que nos va dejando este playoff es la combatividad del equipo pinero. Lo vi por última vez en Matanzas, de donde salieron con 3-0, antes de viajar a Granma. Muchos escribieron entonces el panegírico de los insulares, mas ellos lo borraron cayéndole a batazos al dueño de los bates más feroces del torneo, incluyendo un supernocao. Creo que fue allí cuando comenzó esta historia, la cual están a punto de coronar con un final feliz.
Y como todas las historias, la del cuarto juego del cotejo Piratas-Cocodrilos no fue solo de verdugos: Yadiel Hernández prendió su madero, como siempre, vencedor, listo parta estas batallas. Compiló de tres-tres, con tres empujadas. Los abridores zurdos Ramón Licor y Ulfrido García, caen en este capítulo de reconocimientos, porque arriba de la tabla de lanzar fueron dueños de sus adversarios. Y cierro el apartado de elogios con el que más se hizo sentir, aunque no pegó de jit. Cuando Michel Enriquez entró en el juego en la sexta entrada, el equipo cambió por completo y creo que hizo también cambiar al rival. Su conexión con bases llenas, fácil para liquidar en home la amenaza pinera, se convirtió en explosión. Ya los dijimos ayer, el líder, pesa aunque esté disminuido, como él con una muñeca seriamente lesionada.
El béisbol es un libro que se escribe diariamente, es pecado darlo por terminado cuando aún quede una página en blanco. Esa es la lección que ha de sacar la Isla para sellar el cuaderno de la semifinal e incluirse por primera vez en la disputa del cetro beisbolero de la Mayor de las Antillas. A los yumurinos les queda mucho más por escribir y por supuesto, a esta altura son cuartillas bien complejas de leer. No me he cansado de decir que Matanzas, con la venia de sus aguerridos jugadores, es su director, pero no creo que en esa función de timonel, el 32 mayor haya tenido un reto tan grande como este que se le viene encima a partir de este domingo.