A juzgar por los números, no fue de los lanzadores con más juegos ganados en las series nacionales de la pelota cubana. Sin embargo, su sabiduría en esa posición lo ha convertido desde hace varias temporadas en uno de los mejores entrenadores de pitcheo del pasatiempo nacional en la Isla.
Manuel de Jesús Álvarez Lorente, actualmente al frente de los pitchers de Ciego de Ávila, confiesa sentirse bien con esos resultados como atleta, pues no tuvo todas las posibilidades, que sí disfrutaron otros, de demostrar cuánto podía hacer con su recta de más de 90 millas.
Recuerda Manuel que la posición de lanzador llegó por casualidad cuando en 1968 lo captaron para estudiar en la Escuela de Iniciación Deportiva de Camagüey, y en las pruebas lo mandaron a tirar desde los jardines y puso la pelota por encima de la malla.
Este hombre carismático y de elevada estatura, vistió el uniforme de Granjeros durante 14 campeonatos a nivel de país y participó en 10 series selectivas cuando se unían los peloteros de Ciego de Ávila y Camagüey.
"Durante mi vida como atleta, desde 1973 hasta 1986, gané 68 partidos y perdí 100, con promedio de carreras limpias de 2,71."
Comenta que le satisface haber jugado en la época de oro del béisbol cubano y lanzarle a peloteros de la talla de Pedro Jova, Víctor Olivera, Lázaro Junco, Lázaro Contreras, Luis Giraldo Casanova, Alfonso Urquiola y Fermín Lafita, entre otros.
"Todos eran muy buenos al bate, yo trataba de dominarlos, pero fueron superiores a mí, aunque tengo el honor de saber que para otro grande como lo es Antonio Muñoz, siempre fui su verdugo desde la lomita, jamás pudo conectarme", dice Manuel.
Pero no todo fue malo para este avileño, pues en 1985 logró ser el mejor pitcher con 1,17, récord en carreras limpias, insuperable en la provincia hasta el momento; y en 1986, repitió con 1,92.
Ya retirado del deporte activo, Manuel lleva varios años como integrante de la dirección de los Tigres avileños, oportunidad que aprovecha para crear una escuela y transmitir sus conocimientos de pitcheo.
"Tengo escrito un libro, aún sin publicar, que se titula Para lanzar. En él están todas mis vivencias como jugador, convertidas en manual de fundamentos técnicos y metodológicos, por el que me guío para impartir las clases en los entrenamientos."
Aquí los números sí están a su favor, porque desde hace cuatro temporadas Ciego de Ávila se ubica entre los primeros puestos en cuanto a pitcheo y ese mérito es de Manuel, hijo ilustre del municipio avileño, máster en Ciencias del Deporte y merecedor de la medalla Mártires de Barbados.
"Cuando me llamaron para asumir el reto no vacilé, sabía que podía aportar mucho al equipo y creo haberlo logrado, me veo multiplicado en esos muchachos", reafirma Manuel, quien responde por el apodo de Camión.
"Que me llamen así, complace, porque ese calificativo lo creó el desaparecido narrador deportivo Bobby Salamanca, al enterarse de que era hijo de Gilberto Álvarez, jugador de la Liga Azucarera, quien un buen día conectó doblete y quiso convertirlo en triple, mas solo consiguió ser out.
"Alguien comentó que mi papá parecía un camión al querer remontar carreras, y fue suficiente para identificarlo así de por vida."
A Manuel le satisface, por herencia familiar, el mote del Camión de Ciego de Ávila, y al público avileño le agrada que este hombre haya sabido convertir a un staff de lanzadores en uno de los mejores de Cuba.
Manuel de Jesús Álvarez Lorente, actualmente al frente de los pitchers de Ciego de Ávila, confiesa sentirse bien con esos resultados como atleta, pues no tuvo todas las posibilidades, que sí disfrutaron otros, de demostrar cuánto podía hacer con su recta de más de 90 millas.
Recuerda Manuel que la posición de lanzador llegó por casualidad cuando en 1968 lo captaron para estudiar en la Escuela de Iniciación Deportiva de Camagüey, y en las pruebas lo mandaron a tirar desde los jardines y puso la pelota por encima de la malla.
Este hombre carismático y de elevada estatura, vistió el uniforme de Granjeros durante 14 campeonatos a nivel de país y participó en 10 series selectivas cuando se unían los peloteros de Ciego de Ávila y Camagüey.
"Durante mi vida como atleta, desde 1973 hasta 1986, gané 68 partidos y perdí 100, con promedio de carreras limpias de 2,71."
Comenta que le satisface haber jugado en la época de oro del béisbol cubano y lanzarle a peloteros de la talla de Pedro Jova, Víctor Olivera, Lázaro Junco, Lázaro Contreras, Luis Giraldo Casanova, Alfonso Urquiola y Fermín Lafita, entre otros.
"Todos eran muy buenos al bate, yo trataba de dominarlos, pero fueron superiores a mí, aunque tengo el honor de saber que para otro grande como lo es Antonio Muñoz, siempre fui su verdugo desde la lomita, jamás pudo conectarme", dice Manuel.
Pero no todo fue malo para este avileño, pues en 1985 logró ser el mejor pitcher con 1,17, récord en carreras limpias, insuperable en la provincia hasta el momento; y en 1986, repitió con 1,92.
Ya retirado del deporte activo, Manuel lleva varios años como integrante de la dirección de los Tigres avileños, oportunidad que aprovecha para crear una escuela y transmitir sus conocimientos de pitcheo.
"Tengo escrito un libro, aún sin publicar, que se titula Para lanzar. En él están todas mis vivencias como jugador, convertidas en manual de fundamentos técnicos y metodológicos, por el que me guío para impartir las clases en los entrenamientos."
Aquí los números sí están a su favor, porque desde hace cuatro temporadas Ciego de Ávila se ubica entre los primeros puestos en cuanto a pitcheo y ese mérito es de Manuel, hijo ilustre del municipio avileño, máster en Ciencias del Deporte y merecedor de la medalla Mártires de Barbados.
"Cuando me llamaron para asumir el reto no vacilé, sabía que podía aportar mucho al equipo y creo haberlo logrado, me veo multiplicado en esos muchachos", reafirma Manuel, quien responde por el apodo de Camión.
"Que me llamen así, complace, porque ese calificativo lo creó el desaparecido narrador deportivo Bobby Salamanca, al enterarse de que era hijo de Gilberto Álvarez, jugador de la Liga Azucarera, quien un buen día conectó doblete y quiso convertirlo en triple, mas solo consiguió ser out.
"Alguien comentó que mi papá parecía un camión al querer remontar carreras, y fue suficiente para identificarlo así de por vida."
A Manuel le satisface, por herencia familiar, el mote del Camión de Ciego de Ávila, y al público avileño le agrada que este hombre haya sabido convertir a un staff de lanzadores en uno de los mejores de Cuba.
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