No acontecía así décadas atrás. Lo normal era que un lanzador abridor —si se comportaba con efectividad en el montículo—, completaba las nueve entradas sin necesidad de ayuda. Sí, se empleaban los relevos, pero solo cuando el hombre en el box comenzaba a ser bateado libremente. De lo contrario permanecía en su puesto.
Eso ha cambiado radicalmente, en especial después del comienzo del presente siglo. Ahora lo sorprendente es ver a un serpentinero mantenerse todo el juego, como hizo recientemente Vicyohandry Odelín en la recién finalizada 56 edición de la Serie del Caribe, llegando a la cifra de 132 envíos, algo que no acontecía en ese evento hace años.
Valdría la pena analizar esto. ¿Por qué un lanzador veterano como el camagüeyano tuvo que mantenerse estoicamente en la lomita ante la escuadra de Puerto Rico? La respuesta es una: no acabamos de comprender la necesidad de los relevistas y cerradores en este béisbol de hoy. Por esa razón, entre otras, nuestro pitcheo fue el peor en la Serie del Caribe, por encima de las seis carreras limpias permitidas.
¿Cuál es la razón por la que ahora los equipos de béisbol en el mundo sustituyen a su abridor en el quinto o sexto episodio para darles paso a relevistas y cerradores?
Tiempo atrás, en el pasado siglo, los monticulistas parecían estar dotados de brazos de hierro. Un ejemplo: Denton "Cy" Young, el hombre que más juegos ha ganado en la historia, 511, en cinco ocasiones sobrepasó las 400 entradas en una temporada y en otras 11 superó las 300. Completó 749 partidos. Indudablemente, era otro béisbol, muy distinto al de hoy.
En nuestras Series Nacionales también se han dado casos de pitchers que han sobrepasado una gran cantidad de lanzamientos en un partido. En una ocasión, durante un choque frente a Industriales en el Latinoamericano, Pedro Luis Lazo realizó más de 160 envíos, cuando todavía la utilización de los relevos no tenía el auge actual.
DIVERSAS SON LAS CAUSAS
No hay una sola explicación para este tema del empleo de los llamados apagafuegos. Una de ellas es la explosión ofensiva. Los últimos 15 años han sido los de mayor bateo en la historia. Las alineaciones están repletas de hombres con poder. Si a esto se le suman que los estadios tienen menores dimensiones, que los bates se confeccionan con superior tecnología y las pelotas rebotan más, el resultado no puede ser otro que el aumento en espiral de la ofensiva.
Para muchos, el notable cambio se ha operado en la especialización de los relevistas y los cerradores. Décadas atrás los cuerpos de lanzadores tenían a lo sumo ocho o nueve hombres. Ahora se elevan a 13, la mayoría para sustituir al abridor antes del séptimo episodio.
Existe también una contradicción. Si usted se fija atentamente en las distintas áreas del béisbol (receptores, jugadores de cuadro, jardineros y lanzadores) se dará cuenta de que los pitchers son los de más alto promedio de estatura y peso. Los serpentineros de hoy poseen mayor talla, son fornidos y veloces, por lo que se supone que puedan trabajar una considerable cantidad de entradas en cada salida. Pero sucede todo lo contrario. En ocasiones un abridor es reemplazado después de cinco episodios y no más de 90 envíos tirados hacia el plato.
¿Serán los 100 lanzamientos una especie de barrera psicológica que frena a los serpentineros y les impide un mayor esfuerzo? Hay diversidad de opiniones al respecto. Algo sí es rigurosamente cierto: la especialización en el pitcheo llegó para quedarse, no hay marcha atrás. Y nuestro béisbol debe tener esto muy en cuenta.
Eso ha cambiado radicalmente, en especial después del comienzo del presente siglo. Ahora lo sorprendente es ver a un serpentinero mantenerse todo el juego, como hizo recientemente Vicyohandry Odelín en la recién finalizada 56 edición de la Serie del Caribe, llegando a la cifra de 132 envíos, algo que no acontecía en ese evento hace años.
Valdría la pena analizar esto. ¿Por qué un lanzador veterano como el camagüeyano tuvo que mantenerse estoicamente en la lomita ante la escuadra de Puerto Rico? La respuesta es una: no acabamos de comprender la necesidad de los relevistas y cerradores en este béisbol de hoy. Por esa razón, entre otras, nuestro pitcheo fue el peor en la Serie del Caribe, por encima de las seis carreras limpias permitidas.
¿Cuál es la razón por la que ahora los equipos de béisbol en el mundo sustituyen a su abridor en el quinto o sexto episodio para darles paso a relevistas y cerradores?
Tiempo atrás, en el pasado siglo, los monticulistas parecían estar dotados de brazos de hierro. Un ejemplo: Denton "Cy" Young, el hombre que más juegos ha ganado en la historia, 511, en cinco ocasiones sobrepasó las 400 entradas en una temporada y en otras 11 superó las 300. Completó 749 partidos. Indudablemente, era otro béisbol, muy distinto al de hoy.
En nuestras Series Nacionales también se han dado casos de pitchers que han sobrepasado una gran cantidad de lanzamientos en un partido. En una ocasión, durante un choque frente a Industriales en el Latinoamericano, Pedro Luis Lazo realizó más de 160 envíos, cuando todavía la utilización de los relevos no tenía el auge actual.
DIVERSAS SON LAS CAUSAS
No hay una sola explicación para este tema del empleo de los llamados apagafuegos. Una de ellas es la explosión ofensiva. Los últimos 15 años han sido los de mayor bateo en la historia. Las alineaciones están repletas de hombres con poder. Si a esto se le suman que los estadios tienen menores dimensiones, que los bates se confeccionan con superior tecnología y las pelotas rebotan más, el resultado no puede ser otro que el aumento en espiral de la ofensiva.
Para muchos, el notable cambio se ha operado en la especialización de los relevistas y los cerradores. Décadas atrás los cuerpos de lanzadores tenían a lo sumo ocho o nueve hombres. Ahora se elevan a 13, la mayoría para sustituir al abridor antes del séptimo episodio.
Existe también una contradicción. Si usted se fija atentamente en las distintas áreas del béisbol (receptores, jugadores de cuadro, jardineros y lanzadores) se dará cuenta de que los pitchers son los de más alto promedio de estatura y peso. Los serpentineros de hoy poseen mayor talla, son fornidos y veloces, por lo que se supone que puedan trabajar una considerable cantidad de entradas en cada salida. Pero sucede todo lo contrario. En ocasiones un abridor es reemplazado después de cinco episodios y no más de 90 envíos tirados hacia el plato.
¿Serán los 100 lanzamientos una especie de barrera psicológica que frena a los serpentineros y les impide un mayor esfuerzo? Hay diversidad de opiniones al respecto. Algo sí es rigurosamente cierto: la especialización en el pitcheo llegó para quedarse, no hay marcha atrás. Y nuestro béisbol debe tener esto muy en cuenta.