Alguien me dijo: “cuidado este año con los pronósticos para la fase semifinal, mira que cualquiera de los cuatro equipos tiene condiciones para ser campeón”. Y si tener cuidado significa el temor de errar en los vaticinios, les adelanto que de nuevo los daré por la sencilla razón de que no sería la primera vez en equivocarme.
Los que nos dedicamos a los análisis beisboleros de una temporada, sabemos que no es un demérito no dar finalmente “en el blanco” porque ya he dicho que en este deporte no siempre dos más dos es igual a cuatro.
La lógica de los números estadísticos, y de la historia, son elementos que ayudan en los pronósticos, como también el aspecto sicológico y la forma deportiva en que llegan los atletas a los play off.
Todos esos “poquitos” inclinan la balanza para uno u otro equipo y no pocas veces el resultado final no se corresponde con los augurios. Ya he dicho que el béisbol sería muy aburrido si asistiéramos a las competencias con el conocimiento adelantado de los ganadores.
No obstante, la LVI Serie Nacional de Béisbol ha sido una lid suigéneris en la que los resultados colectivos e individuales no deben tomarse muy en serio, entre otros detalles porque casi durante la mitad conclusiva de la segunda fase, tras prácticamente conocerse los cuatro que estarían en la final, los managers comenzaron a dosificar fuerzas en el afán de llegar en óptimas condiciones a la hora cero.
Veo más fuerte el pitcheo de Ciego de Ávila que el de Villa Clara, tras la incorporación de Erlis Casanova a Los Tigres, pues este, unido a Vladimir García, Vladimir Baños y Dachel Duquesne integran quizás el mejor cuarteto de abridores de los elencos que estarán envueltos en esta fase decisiva, como también creo que el ataque de los campeones luce más parejo que el de Los Naranjas, no obstante a que este ahora podrá depender de Alexander Ayala y Frederick Cepeda, aunque resulta una incógnita la forma deportiva de este último.
A lo anterior debe sumarse que la tropa de Roger Machado es la que mejor ha jugado las pos temporadas en los últimos cinco años. La totalidad de sus jugadores regulares saben lo que es discutir, incluso, un último partido por la corona. Esto puede pesar más que cualquier fría estadística.
En el caso del pleito entre Alazanes y Cocodrilos, ya se que una gran parte de los lectores no estarán de acuerdo, pero le doy las papeletas de ganar a los de Carlos Martí. Y aquí van los argumentos.
Pocos equipos, en la historia de nuestros clásicos beisboleros, han llegado a esta fase con tanta presión sicológica como el que dirige Víctor Mesa. Al tremendo paso, con record incluido, del calendario regular (70 éxitos y solo 20 fracasos) se une la inconsistencia en play off de los yumurinos que una y otra vez han caído en los momentos cumbres.
Los granmenses vienen de fortalecerse con Yordán Manduley en una posición tan clave como es el campo corto, a lo que se agrega que ahora, con Alfredo Despaigne, tendrán en su alineación al mejor bateador cubano del momento.
Si nos atenemos a lo que sucedió en los 90 partidos que sumaron la Clasificatoria y la Segunda Fase, Matanzas sería el lógico favorito, pero quien escribe, para una miniserie, no se atreve a otorgarle las papeletas de la victoria. Que por esta vez me disculpen la lógica y las estadísticas.
Los que nos dedicamos a los análisis beisboleros de una temporada, sabemos que no es un demérito no dar finalmente “en el blanco” porque ya he dicho que en este deporte no siempre dos más dos es igual a cuatro.
La lógica de los números estadísticos, y de la historia, son elementos que ayudan en los pronósticos, como también el aspecto sicológico y la forma deportiva en que llegan los atletas a los play off.
Todos esos “poquitos” inclinan la balanza para uno u otro equipo y no pocas veces el resultado final no se corresponde con los augurios. Ya he dicho que el béisbol sería muy aburrido si asistiéramos a las competencias con el conocimiento adelantado de los ganadores.
No obstante, la LVI Serie Nacional de Béisbol ha sido una lid suigéneris en la que los resultados colectivos e individuales no deben tomarse muy en serio, entre otros detalles porque casi durante la mitad conclusiva de la segunda fase, tras prácticamente conocerse los cuatro que estarían en la final, los managers comenzaron a dosificar fuerzas en el afán de llegar en óptimas condiciones a la hora cero.
Veo más fuerte el pitcheo de Ciego de Ávila que el de Villa Clara, tras la incorporación de Erlis Casanova a Los Tigres, pues este, unido a Vladimir García, Vladimir Baños y Dachel Duquesne integran quizás el mejor cuarteto de abridores de los elencos que estarán envueltos en esta fase decisiva, como también creo que el ataque de los campeones luce más parejo que el de Los Naranjas, no obstante a que este ahora podrá depender de Alexander Ayala y Frederick Cepeda, aunque resulta una incógnita la forma deportiva de este último.
A lo anterior debe sumarse que la tropa de Roger Machado es la que mejor ha jugado las pos temporadas en los últimos cinco años. La totalidad de sus jugadores regulares saben lo que es discutir, incluso, un último partido por la corona. Esto puede pesar más que cualquier fría estadística.
En el caso del pleito entre Alazanes y Cocodrilos, ya se que una gran parte de los lectores no estarán de acuerdo, pero le doy las papeletas de ganar a los de Carlos Martí. Y aquí van los argumentos.
Pocos equipos, en la historia de nuestros clásicos beisboleros, han llegado a esta fase con tanta presión sicológica como el que dirige Víctor Mesa. Al tremendo paso, con record incluido, del calendario regular (70 éxitos y solo 20 fracasos) se une la inconsistencia en play off de los yumurinos que una y otra vez han caído en los momentos cumbres.
Los granmenses vienen de fortalecerse con Yordán Manduley en una posición tan clave como es el campo corto, a lo que se agrega que ahora, con Alfredo Despaigne, tendrán en su alineación al mejor bateador cubano del momento.
Si nos atenemos a lo que sucedió en los 90 partidos que sumaron la Clasificatoria y la Segunda Fase, Matanzas sería el lógico favorito, pero quien escribe, para una miniserie, no se atreve a otorgarle las papeletas de la victoria. Que por esta vez me disculpen la lógica y las estadísticas.