Yadel Martí sonríe cuando se le pregunta como se ha sentido en Venezuela, vistiendo el uniforme de Caribes. Su respuesta llega de inmediato.
“Gracias a Dios no tengo quejas, se han portado muy bien conmigo, me han dado la oportunidad de lanzar y me han tenido paciencia, pues yo no llegue 100% listo para lanzar”, suelta de entrada el derecho.
El pitcher cubano, que hace poco más de un lustro era considerado el numero uno de su país, luego de su destacadísima actuación en el Clásico Mundial de Beisbol 2006, está gratamente sorprendido por el nivel de la liga venezolana.
“Generalmente en ligas de invierno se maneja que la de República Dominicana es la más fuerte, pero lo que he visto acá me hace pensar que ésta es tan dura o más que aquella. Solo que en Quisqueya los pitchers son más rápidos”, añade el antillano, que exhibe foja de 0-1 y efectividad de 3.91 con 11 ponches y cuatro boletos.
Si bien Martí no conocía nuestro país, sí a muchos de sus peloteros. Los enfrentó en un partido de segunda ronda del Clásico, en 2006, donde se llevó el triunfo 7-2. En ese evento Martí terminó como líder en efectividad (0.00) en 12.2 innings, con 11 ponches.
Pero del año 2007, guarda otra anécdota interesante y la comenta. Ocurrió en la Copa Mundial de Beisbol, en Taipei, también frente a un equipo criollo. “Estaba lanzando un juego perfecto y vino el último bateador de Venezuela, Lino Connell y me dio el hit, una línea por encima de la primera base. Le tiré una curva en cuenta de 1-2 y me dio el batazo”.
Minutos antes de la entrevista, Martí compartió en el terreno del Universitario con Connell, quien ahora es coach de bateo de los Tiburones.
“Quise conversar con él y se acuerda de todo lo que pasó. Hablamos y nos reímos. Pero si me hubiese gustado lanzar el juego perfecto”, soltó Martí.
Connell no se quedó atrás.
“Nos estaba lanzando un buen juego y era el pitcher numero uno de Cuba, en ese entonces. Yo había fallado con par de rollings a primera y le dije al manager Henry Campos que no me iba a quedar así, le voy a dar un doble. Así que con dos strikes me salí de la caja de bateo, para tratar de desconcentrarlo y vino con un pitcheo que se le quedó en el medio y le quite el juego perfecto”.
Martí, quien ahora tiene 33 años, vino a Venezuela con la mentalidad de ayudar a Caribes y dejar buenos números que le permitan conseguir un contrato en China o Japón. Formado como pelotero en el equipo Industriales de La Habana, partió de isla en 2008, luego que fuese separado de la pelota cubana al ser atrapado junto a otras personas tratando de abandonar su país.
“Estoy orgulloso de ser cubano. Aprendí mucho jugando beisbol en mi país, pero no salí por problemas políticos. Ellos nos juzgan como traidores y si salimos es en gran parte por las injusticias que se cometen con muchos de nosotros. Yo tenía 27 años y era considerado una persona vieja para jugar beisbol”.
“Lo más difícil no es salir de Cuba, sino regresar. Uno deja allá familia, amistades, a todos nos gusta retornar a nuestro país cuando sales de viaje, pero no podemos hacerlo”.
“Gracias a Dios no tengo quejas, se han portado muy bien conmigo, me han dado la oportunidad de lanzar y me han tenido paciencia, pues yo no llegue 100% listo para lanzar”, suelta de entrada el derecho.
El pitcher cubano, que hace poco más de un lustro era considerado el numero uno de su país, luego de su destacadísima actuación en el Clásico Mundial de Beisbol 2006, está gratamente sorprendido por el nivel de la liga venezolana.
“Generalmente en ligas de invierno se maneja que la de República Dominicana es la más fuerte, pero lo que he visto acá me hace pensar que ésta es tan dura o más que aquella. Solo que en Quisqueya los pitchers son más rápidos”, añade el antillano, que exhibe foja de 0-1 y efectividad de 3.91 con 11 ponches y cuatro boletos.
Si bien Martí no conocía nuestro país, sí a muchos de sus peloteros. Los enfrentó en un partido de segunda ronda del Clásico, en 2006, donde se llevó el triunfo 7-2. En ese evento Martí terminó como líder en efectividad (0.00) en 12.2 innings, con 11 ponches.
Pero del año 2007, guarda otra anécdota interesante y la comenta. Ocurrió en la Copa Mundial de Beisbol, en Taipei, también frente a un equipo criollo. “Estaba lanzando un juego perfecto y vino el último bateador de Venezuela, Lino Connell y me dio el hit, una línea por encima de la primera base. Le tiré una curva en cuenta de 1-2 y me dio el batazo”.
Minutos antes de la entrevista, Martí compartió en el terreno del Universitario con Connell, quien ahora es coach de bateo de los Tiburones.
“Quise conversar con él y se acuerda de todo lo que pasó. Hablamos y nos reímos. Pero si me hubiese gustado lanzar el juego perfecto”, soltó Martí.
Connell no se quedó atrás.
“Nos estaba lanzando un buen juego y era el pitcher numero uno de Cuba, en ese entonces. Yo había fallado con par de rollings a primera y le dije al manager Henry Campos que no me iba a quedar así, le voy a dar un doble. Así que con dos strikes me salí de la caja de bateo, para tratar de desconcentrarlo y vino con un pitcheo que se le quedó en el medio y le quite el juego perfecto”.
Martí, quien ahora tiene 33 años, vino a Venezuela con la mentalidad de ayudar a Caribes y dejar buenos números que le permitan conseguir un contrato en China o Japón. Formado como pelotero en el equipo Industriales de La Habana, partió de isla en 2008, luego que fuese separado de la pelota cubana al ser atrapado junto a otras personas tratando de abandonar su país.
“Estoy orgulloso de ser cubano. Aprendí mucho jugando beisbol en mi país, pero no salí por problemas políticos. Ellos nos juzgan como traidores y si salimos es en gran parte por las injusticias que se cometen con muchos de nosotros. Yo tenía 27 años y era considerado una persona vieja para jugar beisbol”.
“Lo más difícil no es salir de Cuba, sino regresar. Uno deja allá familia, amistades, a todos nos gusta retornar a nuestro país cuando sales de viaje, pero no podemos hacerlo”.