Cuando Yuniesky Maya llegó a los Nacionales parecía que el mundo estaba al alcance del lanzador cubano, pero en un abrir y cerrar de ojos el equipo de la capital sufrió una transformación violenta con la llegada de prospectos de primera línea como Stephen Strasburg y Bryce Harper, más la suma de otros peloteros establecidos como Gío González y Adam Laroche.
De pronto, Maya pasó de ser un potencial miembro de la rotación de los Nacionales a una especie de seguro en caso de lesión dentro de Triple A. Si con hombres como González, Strasburg, Jordan Zimmermann y Ross Detwiler formar parte del pitcheo de punta ya era difícil, la inclusión de Dan Haren en este invierno complica aún más las cosas para Maya, quien se niega a perder la esperanza.
El lanzador pinareño, quien apenas ha trabajado 52.8 entradas en dos temporadas, no pierde un día de preparación en este diciembre y se dice a sí mismo que la próxima primavera algo bueno va a pasar, ya sea con Washington o en otro lugar.
¿Cuán difícil es trabajar en las Menores y esperar por un chance que no llega?
“Bueno, no es tanto así, sin duda formar parte de la rotación de Washington es una tarea muy complicada, porque el equipo tiene muchos buenos lanzadores. Toma en cuanta que el primer abridor de hace dos años, John Lannan, está conmigo en el sistema de granja. Otro buen pitcher, Chien Ming Wang, también estuvo en las Menores. No pierdo la esperanza y no bajo los brazos, pero reconozco la situación’’.
De pronto, Washington pasó de ser el patico feo de la Liga Nacional a una potencia de respeto.
Sí, sobre todo con el pitcheo. Este es un equipo que se ha fortalecido más este invierno. El próximo año Stephen Strasburg estará toda la temporada. Mete miedo’’.
¿Crees que lo mejor para ti en estos momentos sería un cambio de ambiente?
“Estoy preparado para todo. Si viene un cambio, perfecto; si sigo con los Nacionales, a seguir luchando. Me estoy preparando para el futuro, para lo bueno y para lo malo’’.
¿Te gustaría venir a los Marlins?
“A quién no le gustaría estar cerca de los suyos, de la familia, de los compatriotas y jugar en un lugar que no por gusto se llama La Pequeña Habana. Claro que me gusta. Pero esas son decisiones que toman los gerentes, las organizaciones. Si me cambian para acá voy a estar feliz. Sé que ahora mismo el equipo ha realizado canjes importantes y está como comenzando de cero. Vamos a ver qué sucede’’.
¿Cómo ves a Cuba para el Clásico Mundial?
“Trato de ni mirar, porque me da sentimiento, una cosita en el estómago. Hablo con los peloteros del equipo, por ejemplo, ahora cuando estuvieron de gira por Asia, y ayudo a los que puedo ayudar’’.
¿Qué es lo que más extrañas de Cuba?
“La familia. Allá me quedan mi niño, mi mamá, mi hermano. A veces la gente piensa que tenemos todo resuelto, pero esos problemas del alma son difíciles de solucionar. Sólo el trabajo y la entrega me ayudan a sobreponerme y mirar adelante. Más allá de eso, me siento bien acá, he tenido cosas que nunca imaginé. Nada es perfecto en la vida, aunque no pierdo la esperanza de tener a todos los míos cerca, algún día’’.
¿Qué ha cambiado de aquel lanzador de Pinar del Río a este de Washington en la parte puramente deportiva?
“Muchas cosas. Desde la forma de pensar hasta la de actuar. Desde que me levanto lo hago con la mente puesta en el juego. Trato de mejorar, de aprender, de cuidarme hoy para durar mañana’’.
¿Y en lo humano?
“Este es un país lindo y maravilloso, pero hay que tener la cabeza bien puesta para caminar por una senda recta y no apartarse de ella. Hay que darle gracias a Dios’’.
De pronto, Maya pasó de ser un potencial miembro de la rotación de los Nacionales a una especie de seguro en caso de lesión dentro de Triple A. Si con hombres como González, Strasburg, Jordan Zimmermann y Ross Detwiler formar parte del pitcheo de punta ya era difícil, la inclusión de Dan Haren en este invierno complica aún más las cosas para Maya, quien se niega a perder la esperanza.
El lanzador pinareño, quien apenas ha trabajado 52.8 entradas en dos temporadas, no pierde un día de preparación en este diciembre y se dice a sí mismo que la próxima primavera algo bueno va a pasar, ya sea con Washington o en otro lugar.
¿Cuán difícil es trabajar en las Menores y esperar por un chance que no llega?
“Bueno, no es tanto así, sin duda formar parte de la rotación de Washington es una tarea muy complicada, porque el equipo tiene muchos buenos lanzadores. Toma en cuanta que el primer abridor de hace dos años, John Lannan, está conmigo en el sistema de granja. Otro buen pitcher, Chien Ming Wang, también estuvo en las Menores. No pierdo la esperanza y no bajo los brazos, pero reconozco la situación’’.
De pronto, Washington pasó de ser el patico feo de la Liga Nacional a una potencia de respeto.
Sí, sobre todo con el pitcheo. Este es un equipo que se ha fortalecido más este invierno. El próximo año Stephen Strasburg estará toda la temporada. Mete miedo’’.
¿Crees que lo mejor para ti en estos momentos sería un cambio de ambiente?
“Estoy preparado para todo. Si viene un cambio, perfecto; si sigo con los Nacionales, a seguir luchando. Me estoy preparando para el futuro, para lo bueno y para lo malo’’.
¿Te gustaría venir a los Marlins?
“A quién no le gustaría estar cerca de los suyos, de la familia, de los compatriotas y jugar en un lugar que no por gusto se llama La Pequeña Habana. Claro que me gusta. Pero esas son decisiones que toman los gerentes, las organizaciones. Si me cambian para acá voy a estar feliz. Sé que ahora mismo el equipo ha realizado canjes importantes y está como comenzando de cero. Vamos a ver qué sucede’’.
¿Cómo ves a Cuba para el Clásico Mundial?
“Trato de ni mirar, porque me da sentimiento, una cosita en el estómago. Hablo con los peloteros del equipo, por ejemplo, ahora cuando estuvieron de gira por Asia, y ayudo a los que puedo ayudar’’.
¿Qué es lo que más extrañas de Cuba?
“La familia. Allá me quedan mi niño, mi mamá, mi hermano. A veces la gente piensa que tenemos todo resuelto, pero esos problemas del alma son difíciles de solucionar. Sólo el trabajo y la entrega me ayudan a sobreponerme y mirar adelante. Más allá de eso, me siento bien acá, he tenido cosas que nunca imaginé. Nada es perfecto en la vida, aunque no pierdo la esperanza de tener a todos los míos cerca, algún día’’.
¿Qué ha cambiado de aquel lanzador de Pinar del Río a este de Washington en la parte puramente deportiva?
“Muchas cosas. Desde la forma de pensar hasta la de actuar. Desde que me levanto lo hago con la mente puesta en el juego. Trato de mejorar, de aprender, de cuidarme hoy para durar mañana’’.
¿Y en lo humano?
“Este es un país lindo y maravilloso, pero hay que tener la cabeza bien puesta para caminar por una senda recta y no apartarse de ella. Hay que darle gracias a Dios’’.