A este pueblo lo distingue su capacidad de resistencia y la fe en la victoria. Está probado a lo largo de la historia, pero esas cualidades se asientan en otros dos atributos esenciales: su inteligencia y una mentalidad de inconformidad, que son bases para el desarrollo.
Tal vez el deporte sea una de las esferas sociales donde más se expresan esas propiedades. Y es que la Revolución, hay que decirlo así con la anuencia de nuestro bello idioma, revolucionó el ámbito de la cultura física, para incrustar en nuestros saberes una amplia y vasta cultura deportiva.
Quizá por eso seamos muy exigentes a la hora de evaluar un resultado competitivo, porque aun cuando seamos un pequeño archipiélago, con una discreta demografía y una todavía más modesta economía, hemos desarrollado un espíritu «resultadista» en materia deportiva. Si no ganamos, no hay medias tintas, y en no pocas y encumbradas lides un segundo o tercer lugar nos ha sabido a derrota o, cuando menos, a insatisfacción.
Hay que volver una y otra vez al 24 de agosto del 2008, cuando Fidel nos dejara, cual legado para analizar cada paso que se da en este ámbito, su Reflexión Para el honor medalla de oro. Decía: «Distinguir entre lo que se hace por la salud de los ciudadanos y lo que se hace por la necesidad de competir y divulgar este instrumento de bienestar y de salud».
En el trabajo de la Comisión de Salud y Deporte, los diputados conocieron de esta voluntad que ha presidido esa Revolución en el deporte y cómo la expresamos. Hoy, con todas las dificultades económico-financieras que vive el país, es una medalla de oro, un récord mundial, que más de 6 000 jóvenes entre 13 y 15 años estén compitiendo en los Juegos Escolares, representando a sus territorios, en busca de sus primeros trofeos, esos que se han convertido después en lauros olímpicos, porque de esa fiesta ha salido el 85 % de los triunfos bajo los cinco aros de este pequeño pedazo de Caribe; que en esa célula fundamental de la estructura competitiva nacional, se realicen pruebas antidoping que, como se sabe, tienen un valor de entre 200 y 250 dólares. Sin embargo, la ética, la justicia y la salud del deportista, desde que nace en la porfía por el título, vale más que cualquier puñado de esos billetes. Porque es su formación como ser humano, más allá de la producción de un medallista.
Y es que ese ganador nace de una capacidad materna, que se encuentra en cada combinado deportivo o academia, o en las EIDE (Escuela de Iniciación Deportiva Escolar), donde están sentados los atletas que nos representarán en los Juegos Olímpicos del 2024. Por eso es tan importante que el mejor profesor esté en la EIDE, como expresara Antonio Becali Garrrido, presidente del Inder, ante los diputados. Y es vital la caracterización sicosocial de ese estudiante que se forma y la de sus profesores, tanto docentes como deportivos, y el vínculo escuela-familia.
Nadie incide más en la formación de los valores que promueve nuestra sociedad que el entrenador. Urge recuperar a ese técnico que busca el resultado, pero sin mellar la hechura de su atleta; es decir, sin el «championismo» barato, que no conduce a ningún premio, sino que atrofia la propia medalla que está formando. Hay que buscar en la masa de jóvenes profesores que hoy están frente al deportista que se inicia, a los Alcides Sagarra, Eugenio George, Ronaldo Veitía, Pedro Natilla Jiménez, porque los tenemos, solo hay que llevarles esa experiencia de la escuela cubana de entrenamiento deportivo.
No quiere decir que nos conformemos. Ayer los diputados en su calidad de representantes del pueblo llevaron el tema del trabajo en las EIDE a sus debates, justamente porque se persigue la calidad de ese proceso docente-educativo-deportivo, insistiendo en el buen estado de las instalaciones deportivas de esos centros docentes y de los que están en la población, así como las de alto rendimiento. Becali Garrido anunció la reinauguración del Complejo Baraguá para deportes acuáticos; de un gimnasio en el Estadio Panamericano; otro para los boxeadores juveniles, la residencia del Cerro Pelado y la Escuela Nacional de Velas, en Jaimanitas. Todas al más alto nivel de exigencia del deporte moderno y confort. Dijo que, en una segunda etapa, pasará lo mismo en el velódromo y en la pista de remo de La Coronela. Eso también es un jonrón con bases llenas, como el que dio Fidel al inaugurar, en 1991, 21 de esas instalaciones.
Al deporte se le va a seguir exigiendo, lo hará el mismo pueblo al que le ha crecido el orgullo con sus triunfos y en ese sentido, los diputados, según Jorge González Pérez, presidente de la comisión, llevarán a las discusiones de la próxima sesión a la pelota, porque en la Asamblea Nacional del Poder Popular está la voz de los cubanos, que quieren verla como lo que es, la reina de nuestro movimiento deportivo. Y los directivos del Inder dieron la bienvenida a ese debate «porque por ella pasa nuestra cultura, la nacionalidad cubana, porque es un símbolo», expresó Becali.
Tal vez el deporte sea una de las esferas sociales donde más se expresan esas propiedades. Y es que la Revolución, hay que decirlo así con la anuencia de nuestro bello idioma, revolucionó el ámbito de la cultura física, para incrustar en nuestros saberes una amplia y vasta cultura deportiva.
Quizá por eso seamos muy exigentes a la hora de evaluar un resultado competitivo, porque aun cuando seamos un pequeño archipiélago, con una discreta demografía y una todavía más modesta economía, hemos desarrollado un espíritu «resultadista» en materia deportiva. Si no ganamos, no hay medias tintas, y en no pocas y encumbradas lides un segundo o tercer lugar nos ha sabido a derrota o, cuando menos, a insatisfacción.
Hay que volver una y otra vez al 24 de agosto del 2008, cuando Fidel nos dejara, cual legado para analizar cada paso que se da en este ámbito, su Reflexión Para el honor medalla de oro. Decía: «Distinguir entre lo que se hace por la salud de los ciudadanos y lo que se hace por la necesidad de competir y divulgar este instrumento de bienestar y de salud».
En el trabajo de la Comisión de Salud y Deporte, los diputados conocieron de esta voluntad que ha presidido esa Revolución en el deporte y cómo la expresamos. Hoy, con todas las dificultades económico-financieras que vive el país, es una medalla de oro, un récord mundial, que más de 6 000 jóvenes entre 13 y 15 años estén compitiendo en los Juegos Escolares, representando a sus territorios, en busca de sus primeros trofeos, esos que se han convertido después en lauros olímpicos, porque de esa fiesta ha salido el 85 % de los triunfos bajo los cinco aros de este pequeño pedazo de Caribe; que en esa célula fundamental de la estructura competitiva nacional, se realicen pruebas antidoping que, como se sabe, tienen un valor de entre 200 y 250 dólares. Sin embargo, la ética, la justicia y la salud del deportista, desde que nace en la porfía por el título, vale más que cualquier puñado de esos billetes. Porque es su formación como ser humano, más allá de la producción de un medallista.
Y es que ese ganador nace de una capacidad materna, que se encuentra en cada combinado deportivo o academia, o en las EIDE (Escuela de Iniciación Deportiva Escolar), donde están sentados los atletas que nos representarán en los Juegos Olímpicos del 2024. Por eso es tan importante que el mejor profesor esté en la EIDE, como expresara Antonio Becali Garrrido, presidente del Inder, ante los diputados. Y es vital la caracterización sicosocial de ese estudiante que se forma y la de sus profesores, tanto docentes como deportivos, y el vínculo escuela-familia.
Nadie incide más en la formación de los valores que promueve nuestra sociedad que el entrenador. Urge recuperar a ese técnico que busca el resultado, pero sin mellar la hechura de su atleta; es decir, sin el «championismo» barato, que no conduce a ningún premio, sino que atrofia la propia medalla que está formando. Hay que buscar en la masa de jóvenes profesores que hoy están frente al deportista que se inicia, a los Alcides Sagarra, Eugenio George, Ronaldo Veitía, Pedro Natilla Jiménez, porque los tenemos, solo hay que llevarles esa experiencia de la escuela cubana de entrenamiento deportivo.
No quiere decir que nos conformemos. Ayer los diputados en su calidad de representantes del pueblo llevaron el tema del trabajo en las EIDE a sus debates, justamente porque se persigue la calidad de ese proceso docente-educativo-deportivo, insistiendo en el buen estado de las instalaciones deportivas de esos centros docentes y de los que están en la población, así como las de alto rendimiento. Becali Garrido anunció la reinauguración del Complejo Baraguá para deportes acuáticos; de un gimnasio en el Estadio Panamericano; otro para los boxeadores juveniles, la residencia del Cerro Pelado y la Escuela Nacional de Velas, en Jaimanitas. Todas al más alto nivel de exigencia del deporte moderno y confort. Dijo que, en una segunda etapa, pasará lo mismo en el velódromo y en la pista de remo de La Coronela. Eso también es un jonrón con bases llenas, como el que dio Fidel al inaugurar, en 1991, 21 de esas instalaciones.
Al deporte se le va a seguir exigiendo, lo hará el mismo pueblo al que le ha crecido el orgullo con sus triunfos y en ese sentido, los diputados, según Jorge González Pérez, presidente de la comisión, llevarán a las discusiones de la próxima sesión a la pelota, porque en la Asamblea Nacional del Poder Popular está la voz de los cubanos, que quieren verla como lo que es, la reina de nuestro movimiento deportivo. Y los directivos del Inder dieron la bienvenida a ese debate «porque por ella pasa nuestra cultura, la nacionalidad cubana, porque es un símbolo», expresó Becali.