Muy pocos quieren hablar de pelota en Guantánamo y el sentido común me dice que no me atreva a preguntar por qué, en parte, porque todos conocemos la respuesta a dicha interrogante.

Por un momento se pensó que este año las cosas cambiarían, los Indios del Guaso no comenzaron como era costumbre en las últimas subseries, con ese tren de victorias que luego los dejaba en el camino, empezaron como se quiere, ganando más de lo que se perdía.

Pero falló el pitcheo relevista, la productividad ofensiva de figuras claves, el bateo oportuno, las buenas estrategias, la defensa que nunca llegó a fortalecerse, en fin, todo lo que permite que un equipo como el nuestro solo sea capaz de superar a un conjunto como Sancti Spíritus, que al parecer, no logra ser el mismo sin Yulieski Gourriel, por detrás incluso hasta de Camagüey, que se ha adueñado del sótano de las campañas nacionales.

Sin embargo, ocupar el lugar 15 de los 16 planteles en competencia no es consuelo suficiente para opacar la decepción, porque el daño en esta temporada 53, ya es irreversible.

No obstante, los errores que se cometieron este año no deben guardarse en el baúl de los malos recuerdos, sino en el cofre de las soluciones inmediatas, tomando como ejemplo principal la estrategia para nada fructífera de convertir en abridor al apagafuegos por excelencia de la tribu, Alexander Rodríguez.

cierto, ante la falta en el staff de José Luis Moulin había que buscar variantes, pero recordemos que el Ciclón de Baracoa es un lanzador sin un amplio repertorio de lanzamientos, que depende fundamentalmente de su recta rápida.

Los serpentineros que realizan la función de iniciador en los partidos deben tener como condición imprescindible la variabilidad en sus envíos, todo lo contrario a los cerradores, el nuestro tiene características innatas de un bombero, no por gusto está considerado uno de los mejores del país.

Esta decisión acrecentó aun más lo que desde un principio se sabía: que el talón de Aquiles de los Indios sería el pitcheo, sin embargo, nos quedó el buen sabor de descubrir a un lanzador con calidad para asumir la responsabilidad de abrir juegos como Oriolbis Cobas, con reconocimientos también para un joven relevista, el imíense Roeldis Martínez; los demás, aunque me desagrade decirlo, dignos de amnesia.

Dejamos atrás la actuación de los lanzadores y caemos en los bateadores, la ofensiva de los Indios no abandonó los primeros puestos de la serie, otra de sus costumbres, no obstante, no resultó como se esperaba, quienes se destacaron con el madero, a pesar de muchas veces colocarse en posición anotadora, nunca llegaron a pisar el home plate, sus compañeros le negaron la oportunidad y por ahí se escaparon un gran número de victorias.

Mucho se especula entre los aficionados sobre una necesaria renovación del equipo, ideas que no comenzaron a manifestarse en esta temporada sino desde la pasada contienda. ¿Estarán en lo cierto los directores de graderías? Creo que la respuesta a esta interrogante no debemos darla con el orgullo herido.

Por el momento, habrá que conformarse con tomar partido por otras selecciones, porque la nuestra demostró nuevamente que su esperanza de clasificar a la siguiente fase era india, y según parece, se extinguió como la comunidad aborigen. El juego 46, sigue siendo un mito.