La mesa ya está servida. Al fin se completó el cuarteto de semifinalistas que pugnarán por el título de la LII Serie Nacional, con Villa Clara como último clasificado. Será un banquete a base de bistec de elefantes cienfuegueros, sopa de gallos espirituanos, piernas de cocodrilos matanceros, y un poco de jugo de naranja para «bajar» el tremendo atracón que debe darse la afición cubana en los tan esperados play off.

Recuerdo que un buen amigo y colega me dice a diario que este es el mayor espectáculo de nuestro archipiélago: «ni ballet, ni concierto en la Piragua, ¡la pelota, compadre, la pelota!».

El partido de este martes destiló emoción por cada hendija del terreno, pero solo un milagro hubiese impedido lo que pronosticaron todos los especialistas y oráculos de esquina: la barrida era prácticamente imposible, Ciego no podía limpiar ni con una aspiradora. Gústele a quien le guste y pésele a quien le pese, se quedaron fuera el campeón y el subcampeón de la pasada campaña. ¿Quién lo iba a decir?

El estadio Augusto César Sandino parecía inexpugnable para la tropa de Roger Machado, y así fue. No hubo tigre, ni hijo de tigre, ni nieto de tigre, capaz de borrar el sueño naranja.

Los números del «mago» Benigno Daquinta indicaban a la lógica como virtual vencedora, pues en los enfrentamientos particulares Villa Clara llevaba la voz cantante: 152 sonrisas y 91 fracasos, incluyendo postemporadas.

Además, a partir de 1993 —año desde el que juegan los equipos con sus actuales nombres, exceptuando a los bisoños Artemisa y Mayabeque— los antiguos azucareros han pasado 14 veces a semifinales, independientemente de la infinita cantidad de formatos y cambios vistos en este béisbol camaleónico. ¿Cosas del pasado?

Como dato adicional, les cuento que los muchachos de Ramón Moré reportan balance de 17-8 frente a Ciego en play off, y los han eliminado en cuatro oportunidades con una solitaria herida a sus espaldas.

Nada, ya saben que se las verán ante Cienfuegos, y la gente anda cuchicheando que de la pisada de los elefantes no hay quien se escape este año.

Los espirituanos deben tener un tope más equilibrado frente a los matanceros, pero esto es borrón y cuenta nueva. Ahora es cuando los nervios empiezan a cancanear.