Cuando a Rey Vicente Anglada le dieron las riendas del equipo capitalino, uno de los primeros números que marcó en su móvil fue el de Jorge Alomá, en busca de su disposición para el retorno, teniendo en cuenta que su torpedero regular, Yolber Sánchez, había abandonado el país.
Ante la negativa, en franco agradecimiento a la acogida que le dieron los artemiseños, «El rey», quizás herido en su orgullo, declaró a los medios que «con los hombres se habla una sola vez» y el capítulo quedó cerrado con combinaciones indescifrables.
Pocos pudieron predecir la tremenda temporada que tuvo después Alomá, su excelente desempeño como refuerzo con los leñadores tuneros, y mucho menos su inclusión en el equipo nacional con grandes posibilidades de hacerlo como regular para los próximos eventos de este año.
Los aficionados de la capital, sumidos en un lamento prolongado, estallaron de alegría en las redes sociales cuando lo vieron, poco tiempo después, jugar los partidos finales de la provincial con los colores de su querido Arroyo Naranjo, aportando para que su amigo y antiguo compañero de equipo, Rudy Reyes, lograra su primer campeonato como director en estas lides; y días después su nombre apareció en la preselección de los Industriales para la venidera serie nacional.
Sin embargo, a esta historia aún no se le pueden poner los créditos finales en la pantalla.
El nombre de Jorge Alomá también lo podemos encontrar en la preselección de Artemisa y según algunas fuentes, le han ofrecido un apartamento como premio a su rendimiento deportivo con esa provincia.
Para un joven que vive agregado en la capital y quiere fundar una familia, esto es un premio muy grande y una posibilidad única para ir deshojando algunos de los tantos problemas que aquejan a los cubanos de hoy.
El líder de bateo en la pasada serie está en una encrucijada, otras fuentes aseguran que el gobierno de la capital ha tomado cartas en el asunto, y dándole un toque de subasta a esta historia le buscará al pelotero un lugar donde vivir con el ánimo de cambiar su decisión.
El hombre no se ha pronunciado, espera porque sabe que tiene que aprovechar su momento de gloria.
El tiempo se va acabando y pronto su nombre tendrá que estar, inevitablemente, en una de las dos nóminas. Alomá no regresará a Industriales sin tener garantizadas sus necesidades más elementales a pesar del deseo que lo invade de vestirse de azul.
No es justo ni mucho menos inteligente si da ese paso producto de sus pasiones o movido por promesas de directivos.
Al César lo que es del César.