Los ojos del niño reflejan la alegría de un día de cumpleaños. A su lado un grande del béisbol cubano de todos los tiempos. Transcurridos más de 52 años de tal momento, el prestigioso excamarero sostiene en sus manos la foto testigo de ese instante junto al pequeño amigo, guardada con celo al considerarla entre sus más valiosos recuerdos. Aí es Félix Isasi Mestre.
Constituye esta una de las virtudes de este pelotero de Pueblo Nuevo, donde naciera en 1947. Gustaba, y todavía disfruta, compartir con todos, desde el más pequeño hasta los ancianos, sin distinción alguna. Esto le valió ganar un sinnúmero de amistades que lo respetan y aprecian, no solo en Matanzas, sino allende sus fronteras, y hasta fuera de Cuba.
Ese barrio fue testigo de la algarabía de este muchacho para quien guante, madero y pelota era lo más importante. Lanzaba y bateaba a la derecha. Hombre de tacto, conectaba con oportunidad, además de dirigir la bola por detrás del corredor. Conocía a la perfección las intimidades del fildeo y el pivot en la intermedia. Veloz corredor, fue, además, magnífico estafador de bases.
Llegó a la III Serie Nacional a los 17 años, para enfrentar en su primer juego al cobrero Manuel Alarcón, conectándole dos hits en cuatro veces al home.
Formó parte de los famosos Tres Mosqueteros de la pelota nacional, junto a Wilfredo Sánchez y Rigoberto Rosique, quienes en el año 1970 hicieron historia con el seleccionado Henequeneros, campeón de la Serie de los 10 Millones, en la que causaron asombro.
AMOR Y ENTREGA
Cuentan que “Pucha”, como acostumbraban llamar todos a su progenitora, le compró un guante con mucho sacrificio, convirtiéndose éste en su más preciado tesoro, y casi muere de dolor y tristeza cuando en una ocasión, sus amigos le escondieron aquel regalo.
Intranquilo, pero cortés y educado, se le vio jugar incansablemente hasta que un vecino ya fallecido, Rafael Junco, se enamora de su talento deportivo y lo encaminó hacia la cúspide.
Leal admirador de Tony Taylor, suele sonreír cuando rememora aquél encuentro en República Dominicana. Jugaban Cuba y Estados Unidos. La novena antillana perdía 3-2, y Félix, habilidoso, escondió la bola y tocó al corredor cuando este adelantó en la base. Lo declararon out, y esto propició en parte la posterior victoria de los cubanos
“La protesta de los norteamericanos fue grande, pero el árbitro mantuvo su decisión, no se dejó amilanar”, recuerda quien desde entonces adquirió el mote de “el hombre de la bola escondida”.
Muy pocas veces salió ileso de la yerba, pues al entregarse en cuerpo y alma, colocaba en riesgo su cuerpo, y salió lastimado no pocas veces.
Modesto, enseñó cuanto sabía del beisbol. Ostenta orgulloso en la puerta de su casa el título de Gloria Deportiva. No olvida este amable hombre el día en que lo homenajearan en el Museo Palacio de Junco. “Fue tanta la emoción que me hicieron llorar como un niño”.
No pasa un día sin que Isasi aborde el tema del béisbol: “siento gran orgullo de que Matanzas retome el lugar de años atrás, me hace feliz como deportista y como matancero”. A sus 67 abriles de vida, se le vio recientemente en la Gala de Premiaciones, entre los cuales estaban los matanceros Yadiel Hernández, José Miguel Fernández, Víctor Víctor Mesa y Yoanni Yera.
“Si volviera a nacer, sería, de nuevo, pelotero, de Matanzas, y de Cuba”, manifestó este exatleta de talla extra en calidad y rendimiento histórico.
En 18 Series Nacionales, 3 mil 902 veces al bate, anotó 571 carreras, con mil 142 hits, 181 dobles, 17 triples, y 45 batazos espectaculares. Estafó 231 bases y lo sorprendieron en 85 ocasiones. Su average fue de 293.
Constituye esta una de las virtudes de este pelotero de Pueblo Nuevo, donde naciera en 1947. Gustaba, y todavía disfruta, compartir con todos, desde el más pequeño hasta los ancianos, sin distinción alguna. Esto le valió ganar un sinnúmero de amistades que lo respetan y aprecian, no solo en Matanzas, sino allende sus fronteras, y hasta fuera de Cuba.
Ese barrio fue testigo de la algarabía de este muchacho para quien guante, madero y pelota era lo más importante. Lanzaba y bateaba a la derecha. Hombre de tacto, conectaba con oportunidad, además de dirigir la bola por detrás del corredor. Conocía a la perfección las intimidades del fildeo y el pivot en la intermedia. Veloz corredor, fue, además, magnífico estafador de bases.
Llegó a la III Serie Nacional a los 17 años, para enfrentar en su primer juego al cobrero Manuel Alarcón, conectándole dos hits en cuatro veces al home.
Formó parte de los famosos Tres Mosqueteros de la pelota nacional, junto a Wilfredo Sánchez y Rigoberto Rosique, quienes en el año 1970 hicieron historia con el seleccionado Henequeneros, campeón de la Serie de los 10 Millones, en la que causaron asombro.
AMOR Y ENTREGA
Cuentan que “Pucha”, como acostumbraban llamar todos a su progenitora, le compró un guante con mucho sacrificio, convirtiéndose éste en su más preciado tesoro, y casi muere de dolor y tristeza cuando en una ocasión, sus amigos le escondieron aquel regalo.
Intranquilo, pero cortés y educado, se le vio jugar incansablemente hasta que un vecino ya fallecido, Rafael Junco, se enamora de su talento deportivo y lo encaminó hacia la cúspide.
Leal admirador de Tony Taylor, suele sonreír cuando rememora aquél encuentro en República Dominicana. Jugaban Cuba y Estados Unidos. La novena antillana perdía 3-2, y Félix, habilidoso, escondió la bola y tocó al corredor cuando este adelantó en la base. Lo declararon out, y esto propició en parte la posterior victoria de los cubanos
“La protesta de los norteamericanos fue grande, pero el árbitro mantuvo su decisión, no se dejó amilanar”, recuerda quien desde entonces adquirió el mote de “el hombre de la bola escondida”.
Muy pocas veces salió ileso de la yerba, pues al entregarse en cuerpo y alma, colocaba en riesgo su cuerpo, y salió lastimado no pocas veces.
Modesto, enseñó cuanto sabía del beisbol. Ostenta orgulloso en la puerta de su casa el título de Gloria Deportiva. No olvida este amable hombre el día en que lo homenajearan en el Museo Palacio de Junco. “Fue tanta la emoción que me hicieron llorar como un niño”.
No pasa un día sin que Isasi aborde el tema del béisbol: “siento gran orgullo de que Matanzas retome el lugar de años atrás, me hace feliz como deportista y como matancero”. A sus 67 abriles de vida, se le vio recientemente en la Gala de Premiaciones, entre los cuales estaban los matanceros Yadiel Hernández, José Miguel Fernández, Víctor Víctor Mesa y Yoanni Yera.
“Si volviera a nacer, sería, de nuevo, pelotero, de Matanzas, y de Cuba”, manifestó este exatleta de talla extra en calidad y rendimiento histórico.
En 18 Series Nacionales, 3 mil 902 veces al bate, anotó 571 carreras, con mil 142 hits, 181 dobles, 17 triples, y 45 batazos espectaculares. Estafó 231 bases y lo sorprendieron en 85 ocasiones. Su average fue de 293.