¿Por qué no escribes sobre la alarmante proliferación del fútbol en Cuba en menoscabo del béisbol? Así, más o menos, me espetó un compañero de trabajo, muy amante de la pelota y poco “amigo” del deporte de las multitudes.
Pero no fue la primera vez que escuché esa preocupación, que obra como una controversia actual y palpitante en el deporte cubano.
Yo amo al béisbol; no me disgusta, respeto y reconozco la fuerza del balompié, por eso estimo que la respuesta a esa problemática no es restarle a lo concedido ya al fútbol- la primera disciplina deportiva de nuestro planeta- en materia de divulgación y de mayor masividad sistemática en su práctica, lo que ha conllevado a un significativo aumento en el número de fervientes seguidores en este país, particularmente de equipos españoles.
Lo que se impone en sumarle al béisbol lo perdido y eliminar carencias en atención integral, recursos posibles, agilizar las posibilidades de jugar extra fronteras a más cantidad de los mejores beisbolistas y no pedirle a Tele Rebelde, por ejemplo, menos fútbol y más béisbol, en todo caso sugerir más béisbol y más fútbol.
Se trata de situar al béisbol donde debe estar en estos tiempos, sin detrimento del fútbol. En definitiva hay espacio para los dos y más. El béisbol es parte consustancial de nuestra cultura, puede tener crisis y debilitamientos pasajeros, pero su inserción en los cubanos no está en riesgo.
Es cierto, la historia futbolística de la Mayor de las Antillas sigue en espera, se acaba de fallar en el primer paso en el camino clasificatorio hacia la Copa Mundial, mientras la pelota, a pesar de tantas desgarraduras, sigue presentando equipos de calidad, ya pocas veces campeones, pero casi siempre entre los primeros en las batallas internacionales.
Mas, esas realidades no pueden torcer el rumbo, la lucha y el propósito de recuperar el liderazgo en la pelota y disfrutar del título en un Clásico Mundial, y ver a un equipo cubano, con posibilidades de un buen desempeño, concursar en una Copa del Orbe de fútbol. Jonrones-carreras, goles, ¡victorias! nos harían felices.
Pero no fue la primera vez que escuché esa preocupación, que obra como una controversia actual y palpitante en el deporte cubano.
Yo amo al béisbol; no me disgusta, respeto y reconozco la fuerza del balompié, por eso estimo que la respuesta a esa problemática no es restarle a lo concedido ya al fútbol- la primera disciplina deportiva de nuestro planeta- en materia de divulgación y de mayor masividad sistemática en su práctica, lo que ha conllevado a un significativo aumento en el número de fervientes seguidores en este país, particularmente de equipos españoles.
Lo que se impone en sumarle al béisbol lo perdido y eliminar carencias en atención integral, recursos posibles, agilizar las posibilidades de jugar extra fronteras a más cantidad de los mejores beisbolistas y no pedirle a Tele Rebelde, por ejemplo, menos fútbol y más béisbol, en todo caso sugerir más béisbol y más fútbol.
Se trata de situar al béisbol donde debe estar en estos tiempos, sin detrimento del fútbol. En definitiva hay espacio para los dos y más. El béisbol es parte consustancial de nuestra cultura, puede tener crisis y debilitamientos pasajeros, pero su inserción en los cubanos no está en riesgo.
Es cierto, la historia futbolística de la Mayor de las Antillas sigue en espera, se acaba de fallar en el primer paso en el camino clasificatorio hacia la Copa Mundial, mientras la pelota, a pesar de tantas desgarraduras, sigue presentando equipos de calidad, ya pocas veces campeones, pero casi siempre entre los primeros en las batallas internacionales.
Mas, esas realidades no pueden torcer el rumbo, la lucha y el propósito de recuperar el liderazgo en la pelota y disfrutar del título en un Clásico Mundial, y ver a un equipo cubano, con posibilidades de un buen desempeño, concursar en una Copa del Orbe de fútbol. Jonrones-carreras, goles, ¡victorias! nos harían felices.