Hace un año los Indios de Guantánamo protagonizaron una espectacular arrancada que les permitió superar como líderes el primer tercio del calendario clasificatorio. Fueron nueve triunfos en las primeras 12 salidas, que oxigenaron las esperanzas de una afición, pero las ilusiones volaron con las hojas del almanaque, y la tropa del Guaso tuvo que conformarse con animar la cuestionada segunda división de entonces.

Esta vez, su comienzo no ha sido tan vertiginoso. Se podría decir que ascendente, con picos elevados como la barrida sobre los vigentes monarcas villaclareños o lo dos triunfos sucesivos de ahora frente a los subcampeones matanceros. De momento, han logrado imponer su ley en siete de sus últimas nueve presentaciones, después de la «pollona» encajada ante los lanzadores avileños, únicos que han sido capaces hasta el momento de entumecerles los bates.

Pues bien, los dirigidos por el debutante Rubén Prevot ganan por ahora más de lo que pierden. Y eso, en los tiempos que corren, pudiera garantizarles la subsistencia.

Si hubiese que elegir un pilar en el que se sostienen los alentadores resultados para los muchachos del Guaso, ese sería el bateo, pues hasta ahora no han tenido par en varios aspectos.

Los Indios, antes de los duelos de este jueves, exhibían orgullosos el mejor promedio ofensivo (.295), comandaban junto a Camagüey la cantidad de extrabases (30) y ninguna maquinaria se acercaba siquiera a sus 80 carreras producidas. Encabezan, además, los departamentos de hits (141), total de bases recorridas (189), carreras impulsadas (79), pero curiosamente, eran los de menos tacto, pues habían recibido 85 ponches.

Si todo eso fuera a personificarse, no pudiera faltar el nombre del jardinero Robert Luis Delgado, un hombre que ha iniciado su séptima experiencia en estas lides con números impresionantes. Batea para .453, acumula tres dobles y par de vuelacercas, y desde su puesto como quinto en el line up ha empujado 16 anotaciones y pisado 14 veces el home.

Mas no ha sido este el único «palo de ese monte». Ahí está el average de .412 en poder del torpedero Andrés de la Cruz, quien va llenando muy bien el vacío dejado por la partida de Dainer Moreira, precisamente hacia el pantano de los Cocodrilos yumurinos. O los numeritos del experimentado Georvis Douvergel (.388), autor ya de tres jonrones.

Junto a ellos marchan bien hombres de probada calidad como Vismay Santos (.326) o Yoennis Southeran (.212), cuyo jonrón de este jueves frente al abridor matancero Yoennis Yera fue a la postre definitorio.

Todo ese trabajo con el madero ha encontrado aceptables, respaldo defensivo (974, que los ubican en la mitad de ese escalafón) y desempeño de sus bullpen, donde habitaban —y tal vez lo sigan haciendo— las grandes dudas previo al lanzamiento de la primera bola.

Sin Hinojosa y Moulín en nómina, los ya establecidos Frank Navarro, Lander Moreira y Alexander Rodríguez han aceptado las mayores responsabilidades, los dos primeros iniciando cuatro juegos per cápita, y el diestro internacional par de ellos. Pero va siendo el certero manejo de la rotación lo que ha permitido un amplio reparto de las decisiones favorables, pues cinco de ellas estaban en las cuentas de los relevistas. Y eso, entre otras cosas, es una muestra elocuente de la capacidad de los Indios para «sublevarse» y remontar marcadores adversos.

¿Podrán los guantanameros sostener esta vez el paso y cruzar la frontera de la primera etapa? Esa parece ser la pregunta «del millón». Quedan dos tercios de campaña clasificatoria y habrá que esperar para ver si los brazos pueden cubrir esos tramos sin agotamiento. El antecedente más cercano abre paso a un escepticismo que solo ellos pueden convertir en esperanzas.