Granma comanda 3-0 ante Ciego de Ávila la finalísima del béisbol cubano y pretende hoy, en el cuarto partido de la serie, consumar una quimera: coronarse por primera vez en todos los tiempos.
Pues todo hace indicar que sí. Granma será campeón aunque todavía deberá ganar otro partido ante los monarcas defensores, una encomienda compleja pero no imposible, incluso, bastante asequible.
La moral de los Alazanes está por las nubes tras ganar la víspera con un contundente 10-1 en sus predios del parque Mártires de Barbados de esta ciudad, inundado de pueblo dentro y fuera de sus instalaciones.
Ese partido valía doble, porque los pondríamos contra la pared y estaríamos a un triunfo del título, recalcó a la prensa el derecho Lázaro Blanco, ganador de ese duelo, su tercera victoria en la postemporada y la número 17 en toda la temporada.
Las maneras exhibidas por los granmenses no dejan lugar a dudas que el cartel de favorito de Ciego de Ávila es un tiempo pasado. Su defensa, pitcheo y bateo oportuno, además de la elocuente dirección de Carlos Martí, son muestra fiel de un equipo campeón.
El equipo está muy arriba. Aunque nadie nos daba de favoritos, estamos a las puertas de ganar el campeonato. Decir que no pensamos en la celebración por el título sería una mentira muy grande, sentenció Martí, quien dirige a Granma por vigésimo octava temporada.
Sin embargo, Martí, cuyo mejor resultado en series nacionales es un tercer lugar en 1989, fue muy cauto al recalcar: 'Tenemos muchas opciones de coronarnos, pero tenemos los pies en la tierra y sabemos que aún debemos derrotar hoy a los avileños'.
Granma perdió nueve de los 12 partidos disputados contra los avileños en la campaña regular, pero ganó los tres primeros de la gran final con marcadores 4-3, 3-2 y 10-1, una sorpresa mayúscula que pocas personas fueron capaces de vaticinar el 7 de agosto, día de apertura de la temporada 2016-2017.
La perfecta cohesión en todos los órdenes de juego es obra del núcleo del conjunto, pero también de los refuerzos seleccionados a lo largo de la contienda, sobre todo para potenciar posiciones clave como la receptoría, el campo corto, y la tercera base, además de abridores de buen nivel y un cerrador de bola de fuego como Miguel Lahera.
Este equipo es una familia. Juegan todos para uno, sin egos superlativos, incluso Despaigne, que es una superestrella (en Cuba y en el béisbol profesional japonés), se acopla como uno más, sin creerse cosas, destacó Lahera, quien ganó el primer partido de la gran final y salvó el segundo.
A todas luces, todo está listo para la asunción de Granma como el ocupante número 18 del trono del béisbol cubano.
Solo un milagro inédito propiciaría la coronación de Ciego de Ávila, precisamente el monarca 17 de la historia.
Además, los avileños ven cada vez más lejana la posibilidad de conquistar su tercer título consecutivo, algo que solo consiguieron Industriales (1963, 1964, 1965, 1966), Villa Clara (1993, 1994, 1995) y Santiago de Cuba (1999, 2000, 2001), tres de los cuatro grandes del béisbol cubano.
Lo que sí es seguro es que el campeón representará a Cuba en la Serie del Caribe de Culiacán, México, del 1 al 7 de febrero próximo.
Aunque muchas personas ya festejen el título por anticipado en la bella ciudad de Bayamo, ¿Granma o Ciego de Ávila, Alazanes o Tigres?, Esa es la incógnita.
Pues todo hace indicar que sí. Granma será campeón aunque todavía deberá ganar otro partido ante los monarcas defensores, una encomienda compleja pero no imposible, incluso, bastante asequible.
La moral de los Alazanes está por las nubes tras ganar la víspera con un contundente 10-1 en sus predios del parque Mártires de Barbados de esta ciudad, inundado de pueblo dentro y fuera de sus instalaciones.
Ese partido valía doble, porque los pondríamos contra la pared y estaríamos a un triunfo del título, recalcó a la prensa el derecho Lázaro Blanco, ganador de ese duelo, su tercera victoria en la postemporada y la número 17 en toda la temporada.
Las maneras exhibidas por los granmenses no dejan lugar a dudas que el cartel de favorito de Ciego de Ávila es un tiempo pasado. Su defensa, pitcheo y bateo oportuno, además de la elocuente dirección de Carlos Martí, son muestra fiel de un equipo campeón.
El equipo está muy arriba. Aunque nadie nos daba de favoritos, estamos a las puertas de ganar el campeonato. Decir que no pensamos en la celebración por el título sería una mentira muy grande, sentenció Martí, quien dirige a Granma por vigésimo octava temporada.
Sin embargo, Martí, cuyo mejor resultado en series nacionales es un tercer lugar en 1989, fue muy cauto al recalcar: 'Tenemos muchas opciones de coronarnos, pero tenemos los pies en la tierra y sabemos que aún debemos derrotar hoy a los avileños'.
Granma perdió nueve de los 12 partidos disputados contra los avileños en la campaña regular, pero ganó los tres primeros de la gran final con marcadores 4-3, 3-2 y 10-1, una sorpresa mayúscula que pocas personas fueron capaces de vaticinar el 7 de agosto, día de apertura de la temporada 2016-2017.
La perfecta cohesión en todos los órdenes de juego es obra del núcleo del conjunto, pero también de los refuerzos seleccionados a lo largo de la contienda, sobre todo para potenciar posiciones clave como la receptoría, el campo corto, y la tercera base, además de abridores de buen nivel y un cerrador de bola de fuego como Miguel Lahera.
Este equipo es una familia. Juegan todos para uno, sin egos superlativos, incluso Despaigne, que es una superestrella (en Cuba y en el béisbol profesional japonés), se acopla como uno más, sin creerse cosas, destacó Lahera, quien ganó el primer partido de la gran final y salvó el segundo.
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