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Nueve partidos y siete derrotas después, no cabe dudas de que a Las Tunas no le va el trote de los Alazanes de Carlos Martí, como a los jinetes inexpertos, incapaces de acompasar la cabalgata y mantenerse sobre la montura cuando el corcel inicia ese andar incómodo que no llega a galope.
No se trata, obviamente, de ausencia de calidad colectiva o individual, ni de forma deportiva o de carencias técnicas. Quizás sea cuestión de estilos: los Leñadores van de pesos pesados por el cuadrilátero de la Serie Nacional, habituados a emplear su pegada en caso de emergencia, pero cuando otro mastodonte ha puesto a prueba su mentón se han quedado confundidos, sujetos a las cuerdas tratando de descifrar la trayectoria de los puños del rival.
No se trata, obviamente, de ausencia de calidad colectiva o individual, ni de forma deportiva o de carencias técnicas. Quizás sea cuestión de estilos: los Leñadores van de pesos pesados por el cuadrilátero de la Serie Nacional, habituados a emplear su pegada en caso de emergencia, pero cuando otro mastodonte ha puesto a prueba su mentón se han quedado confundidos, sujetos a las cuerdas tratando de descifrar la trayectoria de los puños del rival.
Este domingo, los Alazanes bombardearon al pitcheo tunero con tres jonrones y 24 jits en total. Unos días antes, incordiaron hasta la exasperación a los Leñadores en Bayamo, con un amago de remontada increíble o con jugadas espectaculares, como la que le quitó un jonrón decisivo a Yosvani Alarcón en el noveno inning de un choque que Las Tunas acabó perdiendo.
Y más allá de los resultados, lo extraño es que los granmenses han hecho aflorar lo peor del equipo tunero, casi los únicos lunares enseñados por el conjunto verdirrojo a lo largo de esta campaña histórica. Si en el estadio Mártires de Barbados ofrecieron una imagen lamentable con aquellas demoras innecesarias a la hora de lanzar, que casi les cuesta la derrota, en el parque Julio Antonio Mella sufrieron ayer dos expulsiones por protestas en los conteos y su afición terminó castigando la pésima actuación del árbitro de home con ofensas que deberían estar penadas por la Dirección Nacional de Béisbol.
Sin embargo, hay en Las Tunas mucha confianza en los asaltos finales de esta pelea. Porque los de Carlos Martí probablemente la hayan asegurado ya por la vía de los puntos, después de imponerse en las tres subseries efectuadas hasta el momento y abrir la última con triunfo dominical de 14x9, pero los muchachos que entrena Pablo Civil siguen en busca de un derechazo único y fulminante, y otean los play off por si la fortuna los sitúa frente a frente con el vigente campeón nacional y les da la oportunidad de ganar por fuera de combate en el último round.
A fin de cuentas, esta especie de Fiebre de Caballos que padecen los Leñadores, como toda calentura, tiene en algún momento que comenzar a ceder. La novela homónima, escrita por Leonardo Padura, describe el tránsito traumático de un joven hacia a la edad adulta. Quizás, el elenco de Pablo Civil, el mismo que ha conseguido verdaderos hitos en la historia del béisbol tunero, esté solo comenzando a crecer: un equipo adolescente que necesita probarse de una vez ante el campeón para alcanzar por fin la mayoría de edad.
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