A veces la memoria traiciona a los aficionados y estos incluyen a Yoelvis Fiss como uno de los que prendieron la chispa del beisbol en la central provincia de Ciego de Ávila, allá por la serie 37.

Otros pueden asociarlo con aquella generación que conquistó la corona en el nacional juvenil de 1996, o con el sonado "jonrón de la palmita", lapsus permisibles cuando se trata de un pelotero que ha rendido un mundo para la causa de los felinos y se le adjudican más temporadas que las 14 que realmente tiene.

Fiss llegó el domingo 5 de octubre al club de los 200 vuelacercas. Lo celebró junto al graderío del estadio José Ramón Cepero al despacharle a Jonder Martínez una línea por encima de los 325 del jardín izquierdo.

Sin embargo, no es este el toletazo que más valora en su carrera deportiva: "nunca olvido mi primer jonrón en series nacionales, el 17 de noviembre del 2000 frente a Daniel Pérez, un pitcher camagüeyano al que le decidí el partido con un batazo".

Aunque ya no conecte la misma cantidad que en anteriores contiendas, la afición siempre espera que Fiss le regale un batazo de vuelta completa. En más de una ocasión he escuchado a alguien decir: "se ponchó, pero si la coge la hace llorar".

El cuarto bate de la manada confiesa que su intención no es mandarla al otro lado de la cerca cada vez que se para en el cajón de bateo, sino que se vuelva inatrapable, dentro o fuera del diamante:

"Si me dan a escoger entre un hit que empuje dos carreras y un jonrón por los 400 pies sin nadie en base, preferiría sin pensarlo dos veces lo que más bien le hace al equipo".

Fiss ostenta el record de más bambinazos en la historia de los conjuntos avileños. Lo logró en la serie XLVIII cuando la mandó 22 veces pa´ la calle.