Lo confieso, los pronósticos beisboleros no son mi fuerte, y no porque acumule demasiados chascos en el currículo. La verdad es que prefiero la mesura y no el atrevimiento.

Aún respaldados por números, historiales y experiencias, los augurios no pueden dar cuenta de todos los “poquitos” que hacen un resultado, ni de los imprevistos o el valor de la combatividad.

Por eso ahora, al adentrarnos en la segunda mitad de la 60 Serie Nacional, no caeré en la “trampa” de señalar los probables protagonistas de la postemporada.

No obstante, me aventuraré a dos profecías relacionadas con el desempeño individual de los atletas… Una, no creo que sea superada la varilla de los 30 jonrones; dos, confío en que uno o varios bateadores terminen con promedio superior a los 400.

A Industriales, la escuadra de Lisbán Correa, actual líder de los bambinazos con 16, le restan 35 choques. Siendo así, el inicialista tendría que lograr una frecuencia mejor a la actual: un jonrón cada 8,9 veces al bate.

Si alguien pensara que lo anterior no resulta muy difícil, solo recuerden que Romelio Martínez, uno de los mejores sluggers cubanos de todos los tiempos, disparó un cuadrangular cada 12,84 veces al bate.

En cuanto a la posibilidad de superar los 400, la veo realizable a pesar que ahora mismo solo dos bateadores lo consiguen: Humberto Bravo (412) y Pavel Quesada (402).

Lo digo porque otros atletas aparecen por encima de 380 y en condiciones de mejorar. Me refiero a César Prieto (399), Geyser Cepeda (388), Yordanis Samón (388), Jeison Martínez (381) y Raico Santos (381), entre otros.

En la historia de nuestras campañas beisboleras, según señala el joven estadístico Bienvenido Quintana, solo 48 bateadores han logrado tal rendimiento. Sin embargo, la media de bateo en esta lid anda por los 300, lo que evidencia lo posible de mi apreciación.

Hasta aquí las profecías, pero sumo una afirmación categórica: la final de la Serie estará caliente y con muchas historias por contar.