Dicen que batear es lo más complicado en el béisbol, sin embargo, el camarero artemiseño Dayán García se burló de esa máxima y disparó tres cuadrangulares en el choque de este martes frente a Santiago de Cuba en el parque 26 de Julio, según los entendidos, uno de los estadios más difíciles del campeonato para conectar vuelacercas.
El corpulento intermedista de San Antonio de los Baños le botó la pelota dos veces al abridor indómito Danny Betancourt, en la segunda y tercera entradas, este último con un compañero a bordo. Después, en el sexto, repitió la dosis contra las ofertas del relevista Alberto Soto, uno de los refuerzos de las Avispas que no ha logrado un rendimiento positivo.
Con sus tres batazos de largas dimensiones, todos por el bosque izquierdo, Dayán remolcó cuatro anotaciones y contribuyó de manera decisiva al triunfo de los Cazadores sobre Santiago de Cuba, resultado que hunde más a la escuadra oriental en el sótano y mantiene a los dirigidos por Danny Valdespino bien cerca del último boleto a la postemporada.
Válido destacar que Dayán García se une a un amplio grupo de más de 30 toleteros que han conectado tres cuadrangulares en un pleito, entre ellos las luminarias Antonio Muñoz y Orestes Kindelán, quienes firmaron la hazaña en cuatro oportunidades cada uno. El primero que despachó tres pelotas más allá de los límites en nuestros campeonatos fue el capitalino Raúl Reyes en 1968, durante la VII Serie, cuando la escuadra de Azucareros sufrió sus embistes en un desafío en el que, también, remolcó 11 anotaciones, pues dos de esos vuelacercas fueron con la casa llena.
Hablando de múltiples jonrones en un mismo choque por un solo jugador, no podemos obviar al agramontino Leonel Moa, el matancero Alberto Díaz y el estelar pinareño Omar Linares, quienes conectaron nada me-nos que cuatro bambinazos en un solo pleito.
EL BÉISBOL ES IMPREDECIBLE
El béisbol, complejo desde su nacimiento hace más de un siglo, se burla una y otra vez de todos los augurios y nos sorprende con resultados inesperados, a veces bordeando los límites de lo increíble, en contra de una lógica que no parece ser una virtud de este deporte en el cual todo puede suceder.
Entre el sábado y el lunes pasado ocurrió lo inesperado en Santiago de Cuba. El Guillermón Moncada fue testigo de la barrida propinada por el sotanero elenco de casa a uno de los conjuntos que andan metidos en la zona de clasificación, de cara a las semifinales de la presente temporada, Industriales.
Según el estadístico Yirsandy Rodríguez hacía 13 años que un equipo indómito no derrotaba tres veces consecutivas a los Azules en el Guillermón. Ocurrió entre el 17 y el 18 de marzo del 2001, con marcadores de 12-10, 6-2 y 6-5, cuando se efectuaban programas dobles.
La alineación de los santiagueros era una de las más poderosas en la historia de nuestras Series Nacionales, con Manuel Benavides, Rey Isaac, Pedro Poll, Orestes Kindelán, Antonio Pacheco, Gabriel Pierre, Fausto Álvarez, el desaparecido Frank Tamayo y Reutilio Hurtado. En el banco estaban Rolando Meriño, Luis Miguel Navas y Ariel Cutiño, con Norge Luis Vera de lanzador en el primer partido, Danny Betancourt, por aquel entonces novato, y Ormari Romero como monticulistas estelares.
Pudiera pensarse que no era una sorpresa la barrida, dada la calidad de la escuadra santiaguera. Pero la de Industriales también tenía estelares como Lázaro Vargas, Antonio Scull y Javier Méndez, entre otros, y un cuerpo de pitcheo en el cual sobresalían Lázaro de la Torre, Luis Alberto González, Amaury Sanit y Francisley Bueno.
¿Era predecible una barrida? Por supuesto que no, un 2-1 a favor de cualquiera de los dos contendientes hubiera sido lo más lógico. Dos de los marcadores fueron cerrados, decididos por una y dos carreras, pero de todas formas la balanza se inclinó del lado de los anfitriones, quienes serían campeones ese año, bajo la dirección de Higinio Vélez.
Al terminar la etapa clasificatoria de la actual 53 Serie, Industriales finalizó en la cima de la tabla de posiciones, empatado con Matanzas. Ahora están en cuarto lugar, después de una reacción en los últimos encuentros. Ejemplos sobran de conjuntos que se han levantado luego de una mala racha y han conquistado el título. El propio elenco azul en la 49 Serie clasificó en el penúltimo día. Y ganó. El Villa Clara de la 52 edición estuvo a punto de quedarse fuera. Y también triunfó. El béisbol es impredecible. Lo ha sido siempre. Y lo seguirá siendo.
El corpulento intermedista de San Antonio de los Baños le botó la pelota dos veces al abridor indómito Danny Betancourt, en la segunda y tercera entradas, este último con un compañero a bordo. Después, en el sexto, repitió la dosis contra las ofertas del relevista Alberto Soto, uno de los refuerzos de las Avispas que no ha logrado un rendimiento positivo.
Con sus tres batazos de largas dimensiones, todos por el bosque izquierdo, Dayán remolcó cuatro anotaciones y contribuyó de manera decisiva al triunfo de los Cazadores sobre Santiago de Cuba, resultado que hunde más a la escuadra oriental en el sótano y mantiene a los dirigidos por Danny Valdespino bien cerca del último boleto a la postemporada.
Válido destacar que Dayán García se une a un amplio grupo de más de 30 toleteros que han conectado tres cuadrangulares en un pleito, entre ellos las luminarias Antonio Muñoz y Orestes Kindelán, quienes firmaron la hazaña en cuatro oportunidades cada uno. El primero que despachó tres pelotas más allá de los límites en nuestros campeonatos fue el capitalino Raúl Reyes en 1968, durante la VII Serie, cuando la escuadra de Azucareros sufrió sus embistes en un desafío en el que, también, remolcó 11 anotaciones, pues dos de esos vuelacercas fueron con la casa llena.
Hablando de múltiples jonrones en un mismo choque por un solo jugador, no podemos obviar al agramontino Leonel Moa, el matancero Alberto Díaz y el estelar pinareño Omar Linares, quienes conectaron nada me-nos que cuatro bambinazos en un solo pleito.
EL BÉISBOL ES IMPREDECIBLE
El béisbol, complejo desde su nacimiento hace más de un siglo, se burla una y otra vez de todos los augurios y nos sorprende con resultados inesperados, a veces bordeando los límites de lo increíble, en contra de una lógica que no parece ser una virtud de este deporte en el cual todo puede suceder.
Entre el sábado y el lunes pasado ocurrió lo inesperado en Santiago de Cuba. El Guillermón Moncada fue testigo de la barrida propinada por el sotanero elenco de casa a uno de los conjuntos que andan metidos en la zona de clasificación, de cara a las semifinales de la presente temporada, Industriales.
Según el estadístico Yirsandy Rodríguez hacía 13 años que un equipo indómito no derrotaba tres veces consecutivas a los Azules en el Guillermón. Ocurrió entre el 17 y el 18 de marzo del 2001, con marcadores de 12-10, 6-2 y 6-5, cuando se efectuaban programas dobles.
La alineación de los santiagueros era una de las más poderosas en la historia de nuestras Series Nacionales, con Manuel Benavides, Rey Isaac, Pedro Poll, Orestes Kindelán, Antonio Pacheco, Gabriel Pierre, Fausto Álvarez, el desaparecido Frank Tamayo y Reutilio Hurtado. En el banco estaban Rolando Meriño, Luis Miguel Navas y Ariel Cutiño, con Norge Luis Vera de lanzador en el primer partido, Danny Betancourt, por aquel entonces novato, y Ormari Romero como monticulistas estelares.
Pudiera pensarse que no era una sorpresa la barrida, dada la calidad de la escuadra santiaguera. Pero la de Industriales también tenía estelares como Lázaro Vargas, Antonio Scull y Javier Méndez, entre otros, y un cuerpo de pitcheo en el cual sobresalían Lázaro de la Torre, Luis Alberto González, Amaury Sanit y Francisley Bueno.
¿Era predecible una barrida? Por supuesto que no, un 2-1 a favor de cualquiera de los dos contendientes hubiera sido lo más lógico. Dos de los marcadores fueron cerrados, decididos por una y dos carreras, pero de todas formas la balanza se inclinó del lado de los anfitriones, quienes serían campeones ese año, bajo la dirección de Higinio Vélez.
Al terminar la etapa clasificatoria de la actual 53 Serie, Industriales finalizó en la cima de la tabla de posiciones, empatado con Matanzas. Ahora están en cuarto lugar, después de una reacción en los últimos encuentros. Ejemplos sobran de conjuntos que se han levantado luego de una mala racha y han conquistado el título. El propio elenco azul en la 49 Serie clasificó en el penúltimo día. Y ganó. El Villa Clara de la 52 edición estuvo a punto de quedarse fuera. Y también triunfó. El béisbol es impredecible. Lo ha sido siempre. Y lo seguirá siendo.
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