Es un primer bate inusual, pero efectivo. Pasa por encima del consabido “librito”, pues en más de una ocasión olvida meterse en conteo y le va al primer lanzamiento casi por puro instinto, aunque el envío no esté en zona de strike.
“Lo mío es llegar quieto a primera base”, esa es la máxima de Dainer Moreira, hábil jugador y rápido como un gamo.
Su inconfundible manera de situarse en el cajón de bateo, con el pantalón por encima de las pantorrillas, el madero bien corto y arqueado más de lo aconsejable, le permite hacer un swing menos abierto que el de los sluggers y de ese modo empujar la bola hacia cualquier banda del terreno.
Se hace un bateador difícil de dominar porque, además de su excelente tacto, no tiene una zona de strike bien definida, algo que al parecer le ofrece ventaja ante los lanzadores. Así, sin mucha elegancia y de forma poco ortodoxa, ha conectado 100 o más indiscutibles por temporada en siete de sus ocho Series Nacionales, y se encuentra muy cerca de alcanzar la cifra de mil inatrapables, lo cual lograría en solo nueve campañas, además de promediar siempre por encima de los 300.
En la presente contienda el hombre proa del equipo de Matanzas va camino de su mejor temporada, con 80 cohetes apenas cumplida la mitad del calendario, con 45 anotadas, 28 remolques y solo 11 ponches en 268 comparecencias al plato.
—¿A qué se debe tu estabilidad ofensiva?
—La razón principal es el riguroso trabajo en la preparación de mi equipo, basada en un entrenamiento exigente, abarcador. Los profesores reclaman que todo salga a la perfección. Quizá influye también mi experiencia acumulada. Lo cierto es que me encuentro en una excelente forma.
—¿Muchos se alegraron de tu inclusión en el equipo Cuba a los Centroamericanos de Veracruz?
—Fue algo muy grande, me siento muy contento. Defender los colores de mi bandera en un evento internacional era mi mayor sueño, es la máxima aspiración de todo deportista cubano.
—¿Por qué siendo tan veloz, no eres un mejor robador de bases?
—Debo insistir en mejorar mi frecuencia de robo de bases, perfeccionar algunos aspectos que influyen en ser mejor en ese tipo de jugada. El propio Enriquito Díaz me ha comentado sobre esos detalles y me sugirió pulir la arrancada y ganarle más tiempo al lanzador, y hasta ahora he llegado quieto en cinco de mis diez intentos.
—¿Cómo puedes pegarle a la bola con esa forma tan poco clásica de pararte en el cajón de bateo?
—Desde que debuté en Series Nacionales adopté esa manera de batear y me ayuda a ser un chocador de bolas, que es todo a cuanto aspiro para llegar quieto a primera base. No pienso renunciar a ese estilo.
Dainer Moreira es oriundo de Guajacal, pequeño asentamiento del municipio guantanamero de Imías. En su infancia practicó atletismo, pero no tardó en darse cuenta que lo suyo era la pelota. “Esa fue siempre mi pasión, aunque empecé a practicarla de forma organizada un poco tarde”, explica el torpedero de los Cocodrilos.
El pimentoso jugador dijo sentirse a gusto en Matanzas, gracias al respaldo de los aficionados y la buena acogida entre los atletas, aunque no se queja de su suerte como atleta en la provincia de Guantánamo.
“En mi caso, no primó ninguna ambición personal, fue muy difícil tomar esa decisión. Tengo muy buenos recuerdos de mi gente y de mi tierra natal. Nunca olvidaré los pitenes infantiles allá en Guajacal, donde realmente supe que iba a ser pelotero, aún sin ponerme el primer traje”, confiesa.
—¿Sabes que ponerte el pantalón por encima de la rodilla suscita curiosidad entre los aficionados?
—Hace bastante tiempo que lo uso de esa forma y me siento cómodo así. Al principio la gente no lo notaba como ahora, y eso es algo que no molesta, todo lo contrario, me alegra que llame la atención aunque no sea nada importante.
“Lo mío es llegar quieto a primera base”, esa es la máxima de Dainer Moreira, hábil jugador y rápido como un gamo.
Su inconfundible manera de situarse en el cajón de bateo, con el pantalón por encima de las pantorrillas, el madero bien corto y arqueado más de lo aconsejable, le permite hacer un swing menos abierto que el de los sluggers y de ese modo empujar la bola hacia cualquier banda del terreno.
Se hace un bateador difícil de dominar porque, además de su excelente tacto, no tiene una zona de strike bien definida, algo que al parecer le ofrece ventaja ante los lanzadores. Así, sin mucha elegancia y de forma poco ortodoxa, ha conectado 100 o más indiscutibles por temporada en siete de sus ocho Series Nacionales, y se encuentra muy cerca de alcanzar la cifra de mil inatrapables, lo cual lograría en solo nueve campañas, además de promediar siempre por encima de los 300.
En la presente contienda el hombre proa del equipo de Matanzas va camino de su mejor temporada, con 80 cohetes apenas cumplida la mitad del calendario, con 45 anotadas, 28 remolques y solo 11 ponches en 268 comparecencias al plato.
—¿A qué se debe tu estabilidad ofensiva?
—La razón principal es el riguroso trabajo en la preparación de mi equipo, basada en un entrenamiento exigente, abarcador. Los profesores reclaman que todo salga a la perfección. Quizá influye también mi experiencia acumulada. Lo cierto es que me encuentro en una excelente forma.
—¿Muchos se alegraron de tu inclusión en el equipo Cuba a los Centroamericanos de Veracruz?
—Fue algo muy grande, me siento muy contento. Defender los colores de mi bandera en un evento internacional era mi mayor sueño, es la máxima aspiración de todo deportista cubano.
—¿Por qué siendo tan veloz, no eres un mejor robador de bases?
—Debo insistir en mejorar mi frecuencia de robo de bases, perfeccionar algunos aspectos que influyen en ser mejor en ese tipo de jugada. El propio Enriquito Díaz me ha comentado sobre esos detalles y me sugirió pulir la arrancada y ganarle más tiempo al lanzador, y hasta ahora he llegado quieto en cinco de mis diez intentos.
—¿Cómo puedes pegarle a la bola con esa forma tan poco clásica de pararte en el cajón de bateo?
—Desde que debuté en Series Nacionales adopté esa manera de batear y me ayuda a ser un chocador de bolas, que es todo a cuanto aspiro para llegar quieto a primera base. No pienso renunciar a ese estilo.
Dainer Moreira es oriundo de Guajacal, pequeño asentamiento del municipio guantanamero de Imías. En su infancia practicó atletismo, pero no tardó en darse cuenta que lo suyo era la pelota. “Esa fue siempre mi pasión, aunque empecé a practicarla de forma organizada un poco tarde”, explica el torpedero de los Cocodrilos.
El pimentoso jugador dijo sentirse a gusto en Matanzas, gracias al respaldo de los aficionados y la buena acogida entre los atletas, aunque no se queja de su suerte como atleta en la provincia de Guantánamo.
“En mi caso, no primó ninguna ambición personal, fue muy difícil tomar esa decisión. Tengo muy buenos recuerdos de mi gente y de mi tierra natal. Nunca olvidaré los pitenes infantiles allá en Guajacal, donde realmente supe que iba a ser pelotero, aún sin ponerme el primer traje”, confiesa.
—¿Sabes que ponerte el pantalón por encima de la rodilla suscita curiosidad entre los aficionados?
—Hace bastante tiempo que lo uso de esa forma y me siento cómodo así. Al principio la gente no lo notaba como ahora, y eso es algo que no molesta, todo lo contrario, me alegra que llame la atención aunque no sea nada importante.
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