Hace poco más de tres años, exactamente el 10 de noviembre del 2010, en las páginas 12 y 13 de este diario, y bajo el título Campeonato Nacional, aspiración suprema del béisbol cubano, publicamos un artículo, en el cual proponíamos tres variantes para nuestras series, con el objetivo de hacerlas más atractivas, con más calidad competitiva y que no decayeran en ningún momento del calendario.

Quienes tengan la curiosidad de buscar aquel periódico, podrían comprobar que desde la pasada lid estamos jugando con lo propuesto entonces en dos de las tres variantes. Sin embargo, por esas cosas que tiene la pelota y que a nosotros los cubanos casi nos vuelve locos, pues me convertí, si bien no en un crítico de la actual estructura, sí en uno de sus primeros oponentes, tanto que volví a escribir otra proposición el 7 de septiembre del 2012, con el título La ecuación es simple: a mayor cantera, mejor selección. Defendía en esa opinión la posibilidad de que todos los peloteros jugarán la misma cantidad de partidos como sinónimo de calidad.

Como en el béisbol lo más difícil que hay es encontrar consenso, se impone el criterio de que no hay nada mejor que el día a día para validar las experiencias. la estructura que nació con la pasada temporada, —luego de un proceso llamado Perfeccionamiento del Béisbol, en el cual la Dirección Nacional de este deporte recorrió el país, escuchando a peloteros, entrenadores, especialistas, académicos periodistas y aficionados, representados por las peñas beisboleras—, dio en el clavo.

Ya la 52 brindó un espectáculo que mantuvo a la nación en vilo durante toda la campaña, solo el impasse de la parada por la celebración del tercer Clásico Mundial, la hizo caer en un pequeño bache. Esta 53 Serie se detendrá por la participación de Villa Clara en la venidera Serie del Caribe, sin embargo, desde ya es un éxito.

Once de los 16 conjuntos están involucrados todavía, en la última semana de la justa, en la lucha por la clasificación a la segunda vuelta de ocho selecciones; los seis primeros elencos de la tabla de posiciones, faltando la misma cantidad de choques podrían concluir en la cima de esta ronda; ya hoy podemos estar hablando de dos escuadras nuevas en la segunda etapa con respecto a la 52 Serie.

Casi un 30 % (29) de los desafíos celebrados en la presente lid han finalizado por una carrera de diferencia, es decir, de cada tres, uno tiene esa característica; el 37 %, se ha decidido después del séptimo capítulo; 25 son los extrainnings jugados hasta el momento; se ha conseguido un balance entre ofensiva y pitcheo, con average al bate de 262 y un promedio de carreras limpias por juego de 3,65. Son indicadores de calidad que le dan competitividad al torneo.

La traducción en hechos es la subserie que acabamos de presenciar entre pinareños y matanceros, tres excelentes partidos decididos en el noveno o más allá; semanas atrás vimos algo parecido entre Industriales y Guantánamo. Hablan de esos indicadores las actuaciones de Isla de la Juventud y Holguín, la estabilidad de Villa Clara y el empuje de los santiagueros por regresar a la disputa de las primeras posiciones.

Maikel Cáceres, el holguinero, copando varios apartados ofensivos, empezando por el de líder de los bateadores, en anotadas y dobles; o el traje de impulsador con el que se ha vestido el yumurino Yadiel Hernández, aportando a una Matanzas, que demuestra en cada salida una de las mentalidades más ganadoras de nuestra pelota; Ariel Miranda, con más de 65 ponches y al frente de los ganados y perdidos, o el reverdecido Frank Montieth, líder en promedio de carreras limpias por juego, son expresiones también de esas buenas señales que da el campeonato.

Y lo son, además, los mentores. Se está jugando bajo mucha presión, justamente inducida por el calendario, lo cual es el principal atributo de este esquema competitivo, y cuando esto ocurre los directivos cargan con gran responsabilidad en el resultado, independientemente de que no ponchen o no peguen un cuadrangular. Lo cierto es que los equipos se parecen a sus mentores como los hijos a los padres. Pinar es el mismo, pero la tutela de Urquiola evidentemente lo muestra diferente, los matanceros cada día son más imprevisibles, igual que su director, y este es un deporte para ese tipo de personas.

Aunque parezca tranquilo en su pequeña sillita del banquillo azul, finalmente a los Industriales les entró la Vargamanía, esa que decidió en el mundial de Parma, o la que con un robo de tercera nos dio una corona en una Copa Intercontinental, y ya lió ocho victorias seguidas. Me decía un amigo santiaguero que pedían a gritos al timón de la nave a Luis Danilo Larduet, todavía no se puede cantar victoria, pero Santiago es otro y de incluirse sería también otra la segunda etapa de la Serie. Y ya en la pasada lid le habíamos concedido el título de manager del año a Mandy Johonson, por la primera vuelta de los pineros en la 52, ahora lo retiene con más aval. y las palmas para el holguinero Irochis Bartutis, por la cohesión y disposición mostradas por un elenco que viene del lugar 10 y anda por el quinto con muchas posibilidades de anclar en la próxima fase.

Está buena la pelota, y cuando ella está así, Cuba vive porque respira con ella. Y para que esté mejor necesitamos superarnos en defensa, un 973 de promedio general (669 errores) en la serie es pésimo y todavía peor es que ninguno de los 16 contendientes llegue al aceptable 980.

Y aunque en sentido general los árbitros, con algunas caras nuevas incluso, también han prestigiado la temporada, son estos últimos partidos los que más les van a exigir, donde tienen que probar y enseñar todas la aptitudes. Ya en los desafíos entre Pinar y Matanzas, el fin de semana, la cámara lenta los delató en jugadas que por lo apreciado distaban mucho de las decisiones tomadas.

Pero ojo, no solo los imparciales, también los directores de equipos en este epílogo han de mostrarse con toda su capacidad de conductores, pues el espectáculo está en sus manos, y de ellas no se les puede ir, porque aunque se va a buscar la victoria en cada salida, nada es más importante que la afición que va a ver un buen juego de pelota, no a que se lo suspendan o se les detenga innecesariamente. La pasión tiene que llenarnos, pero no desbordarnos.